Blanco es mi pueblo como la nieve,
que al mirarlo desde la lejania,
más parece una vela de un barquito velero desplegada a los cuatro vientos,
que un pequeño pueblo olivarero .
En mi mar no existen peces, pero habitan alegres aves que propagan a los cuatro vientos la alegría de vivir en tan bello lugar, tan cargado de sentimientos .
En mi mar no se tiran redes,
sino se colocan fardos de hilos finos,
que envuelven a tan sufridos olivos .
Para recoger aceitunas, negras y fuertes, como los esfuerzos y sudores de tan bravas gentes.
Mi mar no es azul,
sino verde como el fruto y el aceite,
que sale de su fértil suelo,
cultivado y cuidado con esmero por pescadores de sueños y desvelos .
Mi mar te atrapa en todos los sentidos,
pequeños cerros y amplios llanos,
adornados de dorados trigos y rodeado de centenarios olivos.
Y como azul un cielo claro e inmenso, que busca, ese mar de olivos en la lejanía, quizás en un punto donde encontrase y poder abrazarse para que juntos seguir buscando ese mar del SUR QUE DE NIÑO, TANTO SOÑÉ E IMAGINÉ.
Verde y azul , mis colores favoritos e infinitos, en mi corazón.