Hace solo unas semanas, se publicaba en Science el descubrimiento de un gran lago de agua líquida oculto bajo del hielo del polo sur marciano. Y en otra de las grandes misiones de exploración de los últimos años, los datos recogidos por la sonda New Horizons desvelaron que en Plutón, aquel planeta enano desde el que el Sol debe parecer poco más que un lucero del alba, también existe un gran océano subterráneo con tanta agua como la que contiene la Tierra.
Esta semana, un trabajo que se publica en la revista PNAS muestra lo que, según sus autores, es la primera observación directa y definitiva de agua helada sobre la superficie de la Luna. Un equipo de investigadores de varias universidades estadounidenses liderado por Shuai Li, de la Universidad de Hawái (EE UU), analizó imágenes recogidas hace casi una década por el instrumento Moon Mineralogy Mapper, que voló en Chandrayaan-1, la primera misión india a nuestro satélite. Así encontraron hielo en la superficie lunar, en áreas de los polos lunares donde nunca da el sol. En estas regiones, debido a la reducida inclinación del eje de rotación de la Luna respecto a su órbita en torno al Sol, de tan solo 1,5º, existen cráteres que siempre están en tinieblas. Hace casi una década, la misión de la Nasa Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) observó que eran algunos de los lugares más fríos del Sistema Solar, con temperaturas de hasta 238 grados bajo cero. Esa temperatura sería suficiente para acumular hielo durante miles de millones de años. Las regiones donde Shua Li y sus colegas encontraron el agua helada no superan nunca los 163 grados bajo cero.
Aunque los propios autores sugieren que estos depósitos de hielo se podrían utilizar como fuentes de agua para una futura colonización de la Luna, reconocen que sus cantidades son muy reducidas. Solo había hielo en el 3,5% de las áreas sombrías que lo protegían y aunque la superficie lunar contiene cierta cantidad de agua, está mucho más seca que cualquier desierto de la Tierra. Es posible, no obstante, que en el fondo de los cráteres existan cantidades de hielo suficientes para que en el futuro sirvan como fuentes para extraer agua para los astronautas o hidrógeno y oxígeno que utilizar como combustible.
El agua habría llegado a la Luna, al menos en parte, desde el Sol. La estrella baña todo su sistema con un torrente de partículas que son en su mayoría átomos de hidrógeno. Al llegar a la Luna, chocan con minerales ricos en oxígeno y los arrancan de sus rocas. Una vez libres, se unen al hidrógeno recién llegado y forman moléculas de agua. Los autores plantean también que los depósitos de hielo son antiquísimos, de una etapa anterior al momento en que la rotación de la luna quedó fijada en su eje actual, hace dos o tres millones de años. “Desde entonces, no se ha acumulado una cantidad significativa de hielo en nuevas reservas, lo que sugiere es que el suministro de agua es muy lento y el hielo que se observa muy viejo”, señalan.
La posibilidad de colonizar la Luna dada su cercanía eleva el interés por sus reservas de agua, pero si se compara a nuestro satélite con otros cuerpos sin atmósfera del Sistema Solar, no es al que mejor se le ha dado conservar esta sustancia. Mercurio, pese a su cercanía al Sol, y Ceres, un asteroide mucho menor que nuestro satélite, tienen un hielo más puro que el que se encuentra en la luna y más abundante, algo que los investigadores achacan a un origen diferente aún por precisar.
La experiencia de los últimos años muestra que lo que pensamos sobre la presencia del agua en los cuerpos celestes de nuestro entorno puede cambiar con la próxima misión espacial o, como ha sucedido en este caso, con una nueva mirada a datos recogidos hace tiempo. Los océanos subterráneos de Marte o de lunas más allá del cinturón de asteroides como Europa ya despiertan el interés de los científicos, que se incrementa con otros hallazgos realizados aquí en la Tierra. Hace unas semanas, un equipo ruso contaba cómo revivió a unos gusanos congelados durante más de 40.000 años en el hielo eterno de Siberia. Los mundos helados que abundan en el Sistema Solar empezaron a parecer menos hostiles para la vida.