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'La Enseñanza General Superior y los estudios universitarios', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad.Bases para una educación íntegra

"La Enseñanza General Superior y los estudios universitarios", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad.Bases para una educación íntegra

lunes 27 de noviembre de 2023, 07:50h
'La Enseñanza General Superior y los estudios universitarios', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad.Bases para una educación íntegra

También están englobados dentro de la Secundaria, además de la ESO, lo que ahora denominamos Bachillerato y los Ciclos Formativos. El bachillerato era el grado menor que conferían las facultades cuando las Universidades fueron creadas en la Baja Edad Media.

Pero hace tiempo que esos estudios secundarios se realizan fuera y al margen de la Universidad, por lo que no tiene sentido que se les continúe denominando Bachillerato, y máxime, cuando esos estudios no hay que estructurarlos en función de la enseñanza universitaria. En anteriores planes de estudio se perfilaba el último curso de secundaria como preparatorio para ingresar en la Universidad: “Preu” (curso anterior a la Universidad) o COU (Curso de Orientación Universitaria) de la Ley de 1970. Sin embargo ahora, con solo dos años de estudios secundarios, y habiendo muchos alumnos/as que los cursan y luego no pasan por las aulas universitarias, no hay razón para seguir vinculándolos a la Universidad. Incluso si pensamos en los que van a pasar por la Universidad, lo que se necesita es que lo hagan ya dotados de una amplia cultura general, pues, como se sabe, la dedicación de la Universidad solo se orienta a la investigación y en la preparación para la alta especialización. Y si esta etapa de la secundaria se centra en la adquisición de una amplia cultura, creemos que la denominación que mejor le cuadra es la de Enseñanza General Superior (EGS)

La Enseñanza General Superior (EGS)

Con la ESO se finaliza el proceso netamente educativo, o sea el cultivo de las potencialidades de cada uno de los alumnos/as, y ahora hay que vestirlos, o sea formarlos culturalmente a través de la enseñanza. Pero no consiste en vestir a unos de cintura para arriba y a otros de cintura para abajo. En vez de la clásica agrupación en alumnos/as de ciencias y en alumnos/as de letras, que era la preparación para ingresar en las diferentes facultades universitarias (a lo que ahora se pormenoriza aún más con los bachilleratos de Humanístico, Artístico y Tecnológico), lo que hay que hacer es dotar al alumnado por igual de una cultura general y superior. Hay personas muy científicas y que son muy versadas en una materia determinada, pero son completamente ignorantes e inhábiles para tratar de otros asuntos que no sean de su exclusiva profesión, con evidente perjuicio del bien social, que exige cierta cooperación y cierta comunidad de ideas e intereses. Como soy de ciencias no entiendo de arte, o como soy de letras no sé de números, se suele oír con cierta frecuencia. Verdaderas barbaridades, que solo ponen de manifiesto la insuficiencia del sistema educativo. Lo que se necesita es una formación sólida y básica que dé el tono cultural del país y la maduración suficiente para poder enfrentarse a los retos y dificultades de los estudios posteriores. Ya vendrá después la especialización, hay tiempo.

En todo caso y, en atención a las distintas aptitudes, se debe ofertar en el segundo curso una serie de asignaturas troncales para que los alumnos/as elijan la que les cuadre mejor, según los estudios que desean continuar. Y no haría falta ni reválida, ni selectividad para ingresar en la Universidad. Esa asignatura troncal sería el puente para los estudios universitarios, cuyo primer año sería un curso inicial y selectivo que abarcaría las materias básicas y comunes a diferentes profesiones afines: Ciencias Humanas y Sociales, Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales, Ciencias Experimentales y Matemáticas, Ciencias de la Salud, Ciencias de la Educación… En cursos sucesivos se iría perfilando la especialización. Sin la aprobación de esa asignatura troncal se podría obtener el título de Enseñanza General Superior, pero no se podría acceder a la Enseñanza superior, sino solamente a los Ciclos Formativos de Grado Superior. Incluso para ingresar en esos ciclos formativos superiores habría materias específicas que se necesitarían superar. No encontramos ninguna razón que explique que, en una sociedad no elitista, se pongan trabas, como reválidas o cualquier otra prueba selectiva para acceder a la Enseñanza Superior.

Sobre la Universidad

Muchos estudiantes cuando llegan a la Universidad lo único que buscan es una enseñanza especializada postsecundaria, una enseñanza superior que les dé más posibilidades de trabajo, por lo que necesitan profesores/as que les orienten básicamente en su preparación profesional y no profesores/as que hagan investigación. La causa principal del fracaso universitario está en muchos profesores/as universitarios que pretender formar titulados a su imagen y semejanza, aunque más del noventa por ciento de los estudiantes universitarios ni quieren ni van a ser profesores/as investigadores/as, sino que pretenden ser buenos profesionales y expertos en materias concretas que demandan la empresas y las Administraciones públicas. Y, como se sabe, la Universidad es una institución cultivadora de la ciencia, integradora de la actividad científica, donde los profesores/as se dedican básicamente a la investigación y la docencia de la alta especialidad.

Es un error que casi toda la enseñanza superior de todo tipo haya sido incluida dentro de la Universidad, lo que imposibilita, por un lado, el desarrollo de una enseñanza superior no universitaria y, por otro lado, que la Universidad se masifique. Las Universidades nacieron para poca gente y gente selecta, por lo que era relativamente fácil organizar la vida universitaria. Pero al masificarse, al desbordarse la Universidad de alumnos/as, muchos de los cuales sin vocación investigadora, sino con la idea de obtener un título para trabajar, se produce una dislocación, que se traduce en ir desembarazándose a lo largo de los cursos de esa masificación en tal porcentaje que en otros niveles del sistema educativo sería tildado de escandaloso fracaso escolar. Ante este fenómeno de la masificación, además de haberse creado nuevas Facultades y Universidades ( tengamos en cuenta que hasta finales del franquismo en Cataluña, por ejemplo, solo estaba la universidad de Barcelona, reconocida por la R.O. de 24 de septiembre de 1841 en detrimento de la de Cervera y de la de Mallorca), se están arbitrando dos sistemas, al cual peor, establecer númerus clausus que obliga a la selección antes de empezar a estudiar, o llegar a la desvergüenza de establecer un fragmento de enseñanza universitaria de primera clase, privada y clasista, frente a otra enseñanza universitaria masificada y tildada de ineficaz desde criterios de rentabilidad y desde un balance de la función social. Y no es raro ver al eterno estudiante que arrastra asignaturas suspendidas año tras año, que no habría que confundir con los que compaginan sus estudios con la vida laboral, con los que habría que arbitrar algún tipo de medida.

La Universidad debe colaborar en la formación permanente de los técnicos de las empresas. Es la mejor preparada para hacerse cargo de la formación permanente. Pero se ha de organizar a tal fin. O sea, la Universidad debe tener dos funciones básicas, la trasmisión de conocimientos y la reproducción de la fuerza de trabajo cualificada. La Universidad no ha de ser el reducto donde tenga lugar la reproducción de élites tecnócratas, sino que se ha de convertir en una Universidad popular, abierta a las gentes. Es que en la medida que la Universidad busca en términos reales reproducir élites, el sistema financiero que la sustenta es regresivo: la totalidad de la sociedad paga un servicio que luego se destina casi en exclusividad a satisfacer las necesidades de sectores privados de esa sociedad, en concreto, las de la clase dominante. La Universidad debe configurarse como una institución al servicio de la sociedad y no al servicio de una determinada clase social.

La Universidad no solo ha de trasmitir conocimiento, sino que lo ha de ir creando continuamente, pues su nota fundamental es la investigación. Toda la investigación tiene que ir unida a la Universidad. La investigación es una carrera primordial dentro de la Universidad, es la que permite realmente el avance del conocimiento, sin el cual la Universidad no progresa. Hay que desburocratizar al máximo la Universidad y la investigación. Mientras ello no se consiga se seguirán enseñando e investigando regiones de la realidad alejadas de las necesidades e intereses colectivos. Es necesario que la Universidad flexione sus estructuras para que de verdad puedan tener relaciones con ella en materia de investigación. Creemos que a través de Patronatos las empresas pueden participar activamente cerca de la Universidad, principalmente para invertir y participar en la investigación.

Tras la incorporación al Espacio Europeo de Educación Superior los títulos oficiales serían:

Grado: carrera universitaria de cuatro años. Se impartiría en las Escuelas Superiores. El crédito sería la medida de la carga lectiva.

Máster: programa de postgrado de alta especialización de uno dos años. Se impartiría ya en los centros universitarios.

Doctorado: Para su matriculación se necesitaría título de máster y su cometido tendría un neto carácter investigador.

Las Escuelas Superiores

Para atender a todos los que aspirar a una enseñanza especializada postobligatoria y, también para descongestionar la Universidad y pueda dedicarse a su objetivo principal, la investigación y la docencia de la alta especialidad, se hace necesario que cada centro universitario cuente con varias Escuelas Superiores ubicadas en diferentes poblaciones donde se imparta una enseñanza superior de orientación profesional con unos buenos resultados académicos y, también, donde haya una preocupación por las salidas profesionales y una eficiente preparación para conseguirlas. Unos centros que, en vez de establecer la selección como elemento decisivo, ponga el énfasis en preocuparse por las posibilidades de sus alumnos/as a fin de ofrecerles aquello que más les interesa. Significa, pues, un nuevo planteamiento de todas las salidas profesionales que requieran una preparación superior por un periodo de tres o cuatro años (cursos) Y para los que quieran o necesiten licenciarse, doctorarse o hacer algún master lo harían en una universidad descongestionada y con la suficiente autonomía para centrarse básicamente en las libertades de cátedra, de investigación y de estudio.

Para el profesorado de esas Escuelas Superiores habría una plantilla fija de docentes especializados para estos cometidos, que se complementarían con profesores/as universitarios y profesores/as de secundaria.

Las enseñanzas artísticas, las enseñanzas de idiomas y las deportivas tienen la consideración de régimen especial. Se organizan en ciclos formativos de grado medio y de grado superior. Se impertirían en centro integrados. Las enseñanzas artísticas superiores se harían en un ciclo de duración variable organizándose en diferentes especialidades.

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