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'LA TRAGEDIA DEL ESTOICO (Ética y Poder) ', por José Biedma López
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"LA TRAGEDIA DEL ESTOICO (Ética y Poder) ", por José Biedma López

lunes 12 de junio de 2023, 12:47h
'LA TRAGEDIA DEL ESTOICO (Ética y Poder) ', por José Biedma López
Antonio Gala, genio cordobés cuyo cuerpo periclitó del todo el pasado mes -no así su portentosa obra- dedicó a SÉNECA una de sus piezas teatrales a la que subtituló "El Beneficio de la Duda".

Tal beneficio tiene su aplicación procesal en la Presunción de inocencia, tan desbaratada hoy públicamente en este "País de empaladores" (Lombardo Duro). Y mire usted que tal prevención debe preservarse porque es malo que los delincuentes queden impunes, pero es peor que un inocente acabe en chirona o deshonrado.
Séneca es un sabio controvertido; "torero de la virtud", le llamó Nietzsche. Los Padres de la Iglesia se lo apropiaron con gusto, sólo le faltaba al estoico la graciosa flor de la esperanza. Circuló incluso una epístola de Séneca a San Pablo, apócrifa. El preceptor de Nerón (primer emperador que martirizó cristianos) también pensaba que toda mejora es interior y que la política es sólo una ayuda indecisa.
Gala le escogió con acierto para su drama. La vida del Príncipe de la Elocuencia hispano fue trágica. Tuvo que lidiar con un tirano demente y no pudo someter ni orientar por el camino de la virtud al engendro de Agripina. Todas nuestras contradicciones se agrandan hasta el heroísmo o la monstruosidad en la vida política, sobre todo si esta es una dictadura implacable y demencial manejada desde el lecho por mujeres desmelenadas. Esa pelea le costó al filósofo un exilio en Córcega y también la vida. "Cuando la ley y la religión ceden, ¿qué será de la filosofía?".
Para Gala, Séneca fue al mismo tiempo protagonista y antagonista de su carrera, en una época de corrupción generalizada. Personifica las tentaciones del poder y el contagio con que el poder asalta a la virtud. Quiso jugar con el poder absoluto, diseñar un rey-filósofo, y el emperador-artista lo emporcó, lo cubrió de propiedades, de oro y de rentas, y luego se lo tragó y escupió sin remilgos.
Eran tiempos en que las destrezas en la cama y las ocurrencias o confidencias durante la bacanal pesaban más que cualquier otro talento. Mesalina, gran loba insaciable que medía a los hombres por el tamaño de su carajo, acusó a Séneca de adulterio con Julia Livila, hermana de Calígula e hija del gran Germánico. Julia fue asesinada y el filósofo desterrado, hasta que Agripina la Menor, casada con su tío Claudio, le requiere para que eduque a su hijo Nerón, adoptado por el emperador tontaina que ha dado la ciudadanía a medio mundo para pagar sus deudas cobrando impuestos a hispanos, galos, germánicos y britanos.
En la obra de Antonio Gala, Séneca es interrogado como presunto corrupto por el cínico hedonista Petronio, autor de El Satiricón y maestro cortesano de la elegancia y el refinamiento sensual. El hispano se abraza a su destino con asco y pena. Sólo a las órdenes de la ambiciosa Agripina podía salvarse.
Hijo de madre incestuosa, artista resentido, fin decadente de una raza, tañedor de lira, Nerón se hacía rodear de un centenar de nenes guapitos a los que mandó adiestrar para que le aplaudieran de siete maneras distintas. Su matricidio y demás crímenes son buen ejemplo de hasta donde puede llegar un esteta amoral cuando usa la violencia a su capricho y el poder arbitrariamente, en una corte que cuenta con envenenadora oficial: Locusta.
La naturaleza cruel de Nerón, que encendió antorchas humanas con cuerpos de cristianos, tuvo que someter a amarguísimas pruebas el alma cosmopolita, piadosa y tolerante del maestro, hasta hacerle dudar de su fe estoica, cuyo principio es que nada en la naturaleza ocurre contra la Razón (Logos).
¿Fue Séneca cómplice de aquellos desmanes perpetrados por la madre y su monstruoso cachorro? ¿No es cierto que acumuló una inmensa fortuna como consejero áulico? ¿Podía hacer otra cosa en aquella corte de los claudios convertida en prostíbulo?
Quiso retirarse a su huerta y a sus letras; no se lo consintieron y, al fin, fue acusado de participar en la conspiración de Pisón contra su discípulo descarriado. Dicen que tal vez, tras liquidar a Nerón, harían al cordobés emperador. El caso es que fue obligado a suicidarse. No se mató -como se pinta-, ¡lo suicidaron!
Antonio Gala describe aquel agujero negro de Roma, ombligo y ano del mundo, haciendo recordar a su Séneca una plaga de langosta que vio en Cádiz, de niño en la Bética: "un insaciable hervidero que todo lo devora, fornicándose y comiéndose a la vez unas a otras; comiéndose el trabajo ajeno, las cosechas ajenas, los árboles, el mundo. Así era el palacio".
Al fin, hemos de conceder a Séneca "el beneficio de la duda". Nos quedan sus cartas, sus agudas reflexiones, sus consejos, sus tragedias. Igual, con Antonio Gala.
El beneficio de la duda, pues "nada hace tan generoso el corazón del hombre... Mientras duda, camina, y se da cuenta de lo poco importante que es llegar. Lo propio del hombre no es la verdad ni la certeza; no es aspirar a ellas, con una insensata pasión que sólo le conduce a la derrota y a la muerte. Lo propio del hombre es dudar sin descanso".
Ilustración: Carmen Linares y Antonio Valero representando a Séneca, en un montaje y adaptación de la obra de A. Gala, de Emilio Hernández.
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