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“La mujer en el Arma Submarina española”, por José María Treviño, Almirante, Retirado

“La mujer en el Arma Submarina española”, por José María Treviño, Almirante, Retirado

“La mujer en el Arma Submarina española”, por José María Treviño, Almirante, Retirado
Desde que existe el ser humano siempre ha querido conseguir dos anhelos milenarios, volar como las aves y sumergirse en el fondo de los mares como los peces. No sería hasta finales del siglo XIX en que se conseguiría realizar de una forma elemental estos dos sueños, para posteriormente perfeccionar esas conquistas anheladas a lo largo del siglo XX.

En España, la primera persona que lograría la hazaña de navegar por las profundidades y poder contarlo a su regreso, en un submarino de la Armada, fue el Teniente de Navío Isaac Peral y Caballero que, con otros 10 osados marinos de ellos cinco tenientes de navío, haría navegaciones en inmersión a partir del 6 de marzo de 1889. Pero en aquella ocasión no habría ninguna tripulante por la sencilla razón de que la mujer no podía formar parte de la Marina de Guerra en el siglo XIX y transcurriría justo un siglo desde la botadura del Peral, hasta que en 1988 la mujer española pudiese legalmente sentar plaza en la Armada.

La Constitución Española de 1978 establecía claramente en su artículo 14, que “los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo…”, además las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas de 1978, disponían que “ninguno de sus miembros sería objeto de discriminación por razón de sexo”, por lo que la Ley Orgánica de Criterios Básicos de la Defensa Nacional de 1980, regularía la participación de la mujer en la Defensa Nacional. Pero no sería hasta 1988 en que saldrían publicadas las primeras normas en el Decreto Ley 1/1988 de 22 de febrero que permitiría las primeras incorporaciones a partir de ese año. Hasta esa fecha, la mujer había desempeñado funciones auxiliares sin ocupar puesto en las plantillas, como era el caso de las damas auxiliares de Sanidad Militar. Gracias a ese Decreto Ley 1/1988, se abrió el acceso de la mujer a 24 Cuerpos y Escalas de los Ejércitos y la Armada en todos los empleos, con la salvedad a diferencia de otros países, de que ninguno de esos Cuerpos era exclusivamente femenino. Bien es cierto que en la Ley 17/1989 Reguladora del Régimen de Personal Militar Profesional, se establecía que la única diferencia en los procesos de selección, serían las pruebas físicas, diferentes para hombres y mujeres, así como la altura.

El Real Decreto 984/1992 que establecía el Reglamento de Tropa y Marinería, señalaba que el personal femenino de tropa y marinería no podía optar a los destinos de tipo táctico u operativo en unidades de la Legión, paracaidistas y operaciones especiales. Tampoco la mujer podía formar parte de unidades de desembarco anfibio, de dotaciones de submarinos, ni de buques de pequeño desplazamiento que, como los patrulleros costeros, no permitían el alojamiento en condiciones adecuadas a una mujer. Estas restricciones se levantarían definitivamente en 1999, cuando se consiguió la igualdad definitiva de la mujer en las Fuerzas Armadas, permitiendo el acceso del personal femenino al Arma Submarina española, incorporándose las primeras voluntarias del personal de marinería en el Curso de la Escuela de Submarinos en el año 2000.

La mujer en el Arma Submarina española

Corría un ya lejano mes de enero de 2000, cuando cinco mujeres se presentaban el día 8 en la Escuela de Submarinos ubicada dentro del Arsenal Militar de la ciudad de Cartagena. Todas ellas pertenecían a la Escala de Marinería de la Armada, y en sus caras se podía notar la ilusión que tenían en ser las pioneras en la Aptitud de Submarinos, hasta hacía poco vetada a las mujeres. Además, a esa ilusión, se le sumaba el pertenecer geográficamente al Sureste español, lo que significaba estar cerca de sus familias y contar con el apoyo de ellas cuando saliesen a navegar. El curso para la marinería duraba tres meses de clases teóricas y prácticas, pero sin tener prevista ninguna salida a la mar en el programa, por lo que el entonces director de la Escuela de Submarinos y redactor de estas líneas, llamó al jefe de Estudios para que organizase una salida de 24 horas en un submarino de la clase Delfín (S-61), para que las alumnas conociesen de primera mano la sensación de estar embarcadas y hacer inmersión.

Al día siguiente cuando el submarino regresó a puerto, las cinco alumnas fueron llevadas al despacho del director de la Escuela, para conocer sus impresiones de primera mano. Infelizmente, a las cinco submarinistas no les había gustado nada la experiencia, algo comprensible para el que embarca por primera vez en un submarino de 860 t, de diseño francés, carente de todo tipo de comodidades donde toda la marinería dormía a cama caliente en el compartimento de torpedos proa, y algún colchón se ubicaba incluso sobre tablas dispuestas entre los atacadores de los tubos lanzatorpedos. Estos submarinos para una dotación de 60 personas solo contaban con un par de aseos y ninguna ducha. No quiero ni imaginar la noche que pasarían estas chicas cuya intimidad quedaba relegada a la discreción de su saco de dormir. La reacción a ese rechazo a embarcar en un submarino, sería dar la orden para que causasen baja en el curso de submarinos, y así se lo hice saber, pero al ver más de una lágrima, en el rostro de estas chicas al comunicarles esa posibilidad, decidí darles más tiempo para que tomaran una decisión definitiva, por lo que ordené al jefe de Estudios que se incorporasen de nuevo al curso, que ya les comunicaría su destino al acabar las clases. Al acabar el curso y después de Semana Santa dos de ellas cubrieron sendas vacantes en el submarino que se encontraba en gran carena y que pertenecía a la clase “Galerna”, con mejor habitabilidad que los “Delfín”, y las otras tres fueron destinadas a la Base de Submarinos, Estado Mayor y Escuela de Submarinos, dadas sus especialidades de Escribientes. Pero eso fue hace 22 años, desde entonces la Flotilla de Submarinos ha evolucionado mucho, los cuatro submarinos de la clase “Delfín” tristemente causaron baja sin relevo y tan solo quedan actualmente dos unidades de la clase “Galerna” en la Flotilla de Submarinos, si bien hay en marcha un programa de construcción de cuatro modernos submarinos pertenecientes a la Serie 80, de los que el primero de ellos, “Isaac Peral” (S-81), se encuentra en estas fechas realizando las pruebas de mar previas a su entrega en 2023. Esta nueva serie de submarinos ya cuenta con alojamientos específicos para mujeres con ducha incluida, por lo que las condiciones de vida a bordo serán mucho mejores que las que conocieron las primeras cinco mujeres que obtuvieron el distintivo de submarinos al comienzo del siglo XXI.

Actualmente, el Arma Submarina española cuenta con 32 mujeres, el 10,5 por 100 del total de submarinistas, siendo una de ellas oficial, la Alférez de Navío de 25 años Laura Vitalia González Martínez, madrileña de nacimiento que realizó el curso de la especialidad de submarinos en 2020 con otros cinco compañeros, yendo en septiembre de ese año destinada al submarino “Tramontana” como Oficial de propulsión. Laura reconoce que, por vivir lejos de la costa, su vocación nació durante sus visitas al Museo Naval de Madrid con sus padres y sus paseos entre cuadros de batallas navales, maquetas de buques de guerra, sextantes, astrolabios y cartas náuticas, por lo que a los 18 años al acabar el bachillerato y realizar la selectividad, ante la sorpresa de sus padres por la vocación naval de su única hija, Laura superaba las pruebas requeridas por el Ministerio de Defensa e ingresaba en 2013 en la Escuela Naval Militar como Aspirante de Primero. Al recibir su despacho de Alférez de Navío en 2018, le vino a la cabeza la idea de hacer la Especialidad de Submarinos, por las conferencias que había recibido en la Escuela Naval, impactándole el lema submarinista Ad utrumque paratus (Dispuesto para todo), que hizo suyo y los libros que leyó sobre submarinos, pudiendo además embarcar en el submarino “Mistral” (S-73), 24 horas durante las prácticas de 5º curso, ya de Alférez de Fragata, recordando los nervios de su primera inmersión. Dado el reducido número de plazas para la especialidad de submarinos, seis en total, no sabía si iba a conseguir alguna de ellas. Los hados le fueron propicios, y pudo ingresar en la Escuela de Submarinos en Cartagena, y tras superar el curso y con 25 años de edad, un 5 de agosto de 2020, se incorporaba al submarino “Tramontana” (S-74), como Oficial de propulsión. No hay que olvidar que, en la Escuela Naval, Laura además del despacho de Alférez de Navío obtuvo el grado en Ingeniería mecánica de la Universidad de Vigo.

Después de su destino en el “Tramontana”, Laura tendrá que ir a la Escuela de Especialidades “Escaño”, para realizar una segunda especialidad, posiblemente Control de Plataforma, antiguamente máquinas, que le permita regresar a un submarino, pero esta vez al frente de un departamento. La primera oficial española especialista en submarinos, se siente muy orgullosa de pertenecer al Arma Submarina, tiene muy claro que “cuando uno decide ingresar en la Armada y hacerse submarinista, sabe a lo que se expone y por ello nada pilla de sorpresa”, refiriéndose a los posibles riesgos e incomodidades, pero valorando las ventajas que ofrece el servicio singular en un submarino, tanto por la profesionalidad como por el trato a bordo de toda la dotación, algo a lo que contribuyó positivamente fue la presencia de otras mujeres suboficiales y de marinería en la dotación del “Tramontana”.

La aventura de la brigada María Ángeles Roda Manzorro, empezó en el año 2000, antes de pertenecer al Arma Submarina, cuando recién acabado el curso de Cabo 1º, habiendo coincidido con compañeros submarinistas, que le transmitieron su testimonio y experiencias a bordo de los submarinos, quiso hacer el curso de aptitud en submarinos, pero en esa fecha las mujeres aún no podían embarcar en ese tipo de buques. La situación cambió en el año 2003, por lo que solicitó ser admitida a ese curso, incorporándose ese mismo año a la Escuela de Submarinos para embarcar, al finalizar el curso escolar en el submarino “Tramontana” (S-74), tras haber realizado varias comisiones en los “Galerna” (S-71) y “Siroco” (S-72) e incluso una navegación en el último submarino de la clase “Delfín”, el “Marsopa” (S-63), dado de baja en 2006, y que el autor de estas líneas tuvo el honor de mandar entre 1995 y 1997. En el año 2005, M.ª Ángeles pasó a la Escuela de Suboficiales para realizar el curso de ascenso a Sargento, regresando en 2008 a la Flotilla de Submarinos para embarcar de nuevo al submarino “Tramontana”, pero esta vez como Suboficial mecánico, con muchas más responsabilidades en su destino de exteriores, Seguridad Interior, auxiliares y propulsión, hasta el año 2014 en que desembarcó por ascenso, creyendo que nunca volvería a embarcar en submarinos.

Pero en el año 2020 con ocasión de una vacante de Brigada vistió de nuevo el uniforme de submarinista al ir destinada al submarino “Galerna”, donde se encuentra actualmente realizando las pruebas de mar correspondientes a la finalización de la quinta gran carena del buque. Mª Ángeles considera que, tras su experiencia de 12 años en la Flotilla de Submarinos, a lo largo de diferentes empleos y destinos, la igualdad e integración de la mujer a bordo está conseguida, como lo demuestra la normalidad de su trabajo día a día en la mar. La valoración que hace de los jefes que ha tenido es muy positiva, por la suerte que ha tenido, según palabras suyas, por la mucha experiencia profesional, liderazgo y trato recibido de aquellos, dando fe de que en un submarino que hace 200 días de mar al año, la dotación es una gran familia y el submarino un segundo hogar, pese a las incomodidades de vivir largos períodos de tiempo en un cilindro de acero de 70 metros de longitud.

La Sargento 1º Sandra Cuevas Díaz obtuvo su nombramiento de Sargento especialista en Administración y Finanzas en 2014, pasando inicialmente destinada a la Jefatura de Personal en el Cuartel General de la Armada en Madrid. En 2018 solicitó la única plaza que salió para su especialidad en Submarinos, sin tener la seguridad de obtenerla, ya que el año anterior también la había solicitado y se quedó en puertas, pero esta vez hubo suerte y pudo realizar el Curso de Submarinos, embarcando al finalizar en el submarino “Galerna” (S-71), si bien las navegaciones las hizo en el “Tramontana” por encontrarse su submarino realizando la quinta gran carena en las gradas de Navantia, los astilleros que construyen y reparan los submarinos de la Flotilla.

A Sandra le gusta la vida a bordo, pues considera que navegando todo es bastante familiar y cercano. Recuerda que los domingos en la mar para romper la monotonía se hacían bingos, la comida era muy buena e incluso en cierta ocasión se hizo una carrera de coches, con material improvisado.

Sandra ve positivo que cada vez haya más mujeres en submarinos y su intención es permanecer en el Arma Submarina e ir destinada a uno de los nuevos submarinos S-80 que se están construyendo.

La Sargento especialista en Maniobra y Navegación Katherine González Villarreal es la Contramaestre del submarino “Galerna”, desde que finalizó el curso de ascenso a Suboficial y aprobase el curso de submarinos en el año 2021. Con anterioridad a este destino ya conocía el Arma Submarina, pues siendo marinero de empleo, estuvo destinada en el pañol del contramaestre de la Base de Submarinos. En la Escuela de Suboficiales le explicaron detenidamente las obligaciones y responsabilidades de un suboficial de submarinos, y aquello le hizo mella, por lo que con los nuevos galones de Sargento solicitó el curso de submarinos en 2020, incorporándose a la Escuela de Submarinos en Cartagena en septiembre de ese mismo año, para seis meses más tarde realizar una comisión en el submarino “Tramontana”, y pasar posteriormente destinada al “Galerna”, donde todavía continúa. Katherine admite que el servicio a bordo de un submarino, implica muchas privaciones, pero tiene la compensación de formar un gran equipo donde todo se comparte, con una dependencia de todos con todos los compañeros, creándose así un vínculo que solo existe en la gran familia submarinista. Su objetivo actual es trabajar para conseguir que el “Galerna”, regrese a la plena operatividad y poder realizar todo tipo de cometidos y misiones.

Lidia Llor Guirao, actualmente cabo 1º y cartagenera de origen, es una de las cinco sirenas de acero, según el periódico “La Verdad” de Cartagena, que en el año 2000 cambió la tradición de que solo los hombres podían embarcar en submarinos. Lidia al acabar el curso de Aptitud de Submarinos, inicialmente embarcó en el submarino “Siroco” (S-72) y posteriormente pasó al “Tramontana” (S-74), guardando un gran recuerdo de sus primeros compañeros que la ayudaron en sus inicios como submarinista, recordando sus experiencias con la ducha, una cada tres días y que además estaba separada de los aseos por tan solo una cortina, con lo que los varones, tenían que hacer cola en el exterior.

Su alojamiento en torpedos proa, fue otra experiencia a la que tuvo que acostumbrarse, teniendo como mamparo, una cortinilla que la separase del exterior. Pero todo esto eran anécdotas del pasado, y Lidia tiene un gran recuerdo de esos primeros años, que con la llegada de los nuevos submarinos serán una historia del pasado.

Quizás la benjamina de este grupo de mujeres submarinistas sea la marinero Miriam Martínez Casales, con tan solo 24 años. A Miriam siempre le fascinó la vida en las Fuerzas Armadas y ver a una mujer luciendo un uniforme militar. En el año 2019 se presentó voluntariamente para realizar el examen de ingreso en la Armada, aprobando sin problemas, pero no lo comunicó a nadie hasta la semana anterior a incorporarse a la Escuela de formación en Ferrol.

Al acabar su período de formación y ya con la especialidad de Operaciones y Sistemas, tras el curso de Aptitud de Submarinos, fue destinada al submarino “Galerna”, después de un período de prácticas en el “Mistral” (S-73), como sonarista para realizar posteriormente tres navegaciones de larga duración en el “Tramontana”. Miriam reconoce que la vida a bordo es buena, aunque a veces hay situaciones durillas. El que existan más mujeres a bordo lo considera positivo, así como el hecho de poder contar con una ducha de vez en cuando.

El balance de su experiencia a bordo, es que ha aprendido mucho tanto profesionalmente como personalmente, considerando que los otros marineros de la dotación no solo son compañeros sino también buenos amigos fuera del trabajo. Miriam señala que las emociones a bordo se viven de una forma inexplicable, hay días de bajón, otros son divertidos y todas esas emociones hace que al final el trato sea como el de una gran familia.

Conclusiones

La integración de la mujer en la Fuerzas Armadas españolas, que tuvo lugar con la entrada en vigor de la Ley 17/99 del Régimen de Personal de las FAS, permitió el embarque del personal femenino en los submarinos de la Armada, eliminándose así las limitaciones existentes para que la mujer se incorporase al Arma Submarina sin ningún tipo de restricciones. Tras realizarse una serie de modificaciones fundamentales para acoger al personal femenino, las primeras mujeres realizaron el curso de Aptitud de Submarinos en el año 2000, incorporándose las primera cinco voluntarias en enero de ese año.

Ello supuso un hito no solo a nivel local sino incluso con una repercusión nacional e internacional, pues había y sigue habiendo Marinas de nuestro entorno que no habían dado ese paso, ya que a finales del siglo XX, tan solo Noruega, pionera en este campo, junto con Suecia y Dinamarca (que carece ahora de submarinos), junto con Australia, tenían personal femenino en sus dotaciones, Canadá lo tendría en 2003 y un año más tarde Alemania, mientras que el Reino Unido, Francia, Italia, Portugal, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, lo tendrían a partir de la segunda década de este siglo, con las excepciones de Holanda y Rusia, además de China, que de momento siguen cerradas a la presencia de la mujer en sus submarinos. España en general y la Armada en particular, confirmaban así la igualdad total de la mujer uniformada con respecto a sus compañeros varones. Desde el año 2000, han sido muchas las mujeres tanto suboficiales como de la marinería, que se han incorporado a las dotaciones de los submarinos, así como a la Base, Escuela y Estado Mayor de la Flotilla Submarinos desempeñado los mismos destinos y responsabilidades de sus compañeros siendo la proporción del 13 por 100 en las plantillas submarinistas, muy acorde con el resto de la Armada.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que la integración de la mujer en el Arma Submarina, ha sido total desde estos más de 20 años transcurridos, gracias al espíritu de servicio y dedicación de todas las mujeres submarinistas que lucen con orgullo el distintivo de oro de la especialidad y aptitud en su uniforme, con la firme creencia de que en un horizonte no muy lejano, una mujer pueda mandar algún día alguno de los nuevos submarinos de la serie S-80 actualmente en pruebas de mar o construcción.

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