Como entregada servidora y fiel correveidile del investigado Torrecillas la susodicha concejala no hizo otra cosa que lo que hace una portera de edificio, trasladar a los vecinos lo que el presidente de la comunidad en un día de muchas luces se le ocurre.
El problema viene cuando la portera de pocas luces no piensa en lo que hace y recogiendo el protagonismo que su jefe derrama para ella tener un poco, traslada a los vecinos el asunto sin pensar en las consecuencias, escondiendo tras el regalo un agrabio comparativo al darle a uno, lo que pagan todos, incumpliendo ciertos trámites que como en el Caso de la Rambla, suponen que cueste más el collar que el perro y por cometer una ilegalidad, sean los albojenses los que finalmente paguen el desaguisado de su bolsillo.
Desconocemos si los vecinos indignados que nos trasladaron la información, son de izquierdas, de derechas o fascistas como el alcalde Torrecillas que si bien hizo de su hombría bandera, al pasarse con manifiesta chulería y de boquilla las leyes por el arco del triunfo en aquel famoso pleno, ahora ha demostrado ser un cobarde y llorar como una nenaza tras la petición de 7 años de cárcel, buscando la comprensión y colaboración de su pueblo con la solicitud a traves de terceros de esas firmas contra el Ministerio Fiscal.
Señora Pedraza Oller al margen de agradecerle su inestimable colaboración en la difusión de la noticia, lamentamos que vea distorsionada la realidad de un asunto que no es otro que el presunto “uso y abuso" del presupuesto municipal por parte del alcalde investigado Francisco Torrecillas y de usted misma, ya que como le advertimos, con esta nueva arbitrariedad, tanto el alcalde como usted podrían incurrir en los mismos delitos de prevaricación y malversación por los que la fiscalía en su escrito de acusación del cementado de la Rambla le pide a Don Paco un puñado de años de cárcel.
Asimismo decirle que en Nuevodiario ( mírelo bien, se escribe todo junto) nos da igual a quién atribuya usted la noticia aunque en este caso nos quite el mérito y haya errado el tiro.
Gabriel Sánchez