Cineastas tales, como Alex de la Iglesia, en “el día de la Bestia, Jaume Balagueró, con su películas de terror psicológico, autor “ Los sin nombre” , Rec: Apocalipsis, o “los inquilinos” , Mateo Gil, autor de la idea original de la película Tesis y director de “Proyecto Lázaro”, Juan Carlos Fresnadillo, director “28 semanas después” ,Alex y David Pastor, con su inquietante y asfixiante “Infectados”, el propio Juan Antonio Bayona con “El Orfanato”, Alejandro Amenábar, con “ Los otros “, éxito mundial y segunda película más taquillera de todo los tiempos del cine español, Paco Plazas, y su apuesta con “Verónica”, terror en una vivienda un barrio obrero de madrileño, basada en un hecho real, Sergio G. Sánchez, con su obra “ El secreto de Marrowbone.”, Albert Pintó con esa magnífica dirección en “Malasaña 32”.
Desde la asfixiante obra de Antonio Mercero “La cabina” hasta el film “Enterrado” de Rodrigo Cortés, nuestros directores son magos de lo tétrico, exploran todas las obsesiones de lo oculto, que es una constante universal, elevan lo oscuro y lo narran con un lenguaje renovado para mantener la tensión. No es casual que en un fotograma de “Malasaña 32”, un personaje de la película, Amparo, abra un libro y se sobresalte con una lámina de la pintura de Goya, Saturno devorando a su hijo, ese contraste del espacio oscuro, donde destacan los ojos ensangrentados, es prisma heredado por nuestros cineastas. Por ello, el terror cinematográfico resulta tan atractivo, su técnica, el tratamiento de la luz, el espacio, la música, un buen guion.
Siéntense en la butaca de una sala y vean cine español de ese género, o de cualquier otro. Nuestros cineastas son excelentes.
Creo que somos una inmensa minoría los que disfrutamos de los sustos, de ese miedo que se cuela por una inmensa ventana de un cuarto oscuro.