Después del preocupante repunte de casos de Covid-19 en España, me alegra ver en las imágenes que publican a diario los periódicos que cada vez hay más españoles que utilizan y aceptan el uso de la mascarilla, y que quien la porta ya no es mirado como si fuera un enfermo.
Cuando se inició esta epidemia, todo apuntaba a que Taiwán acabaría siguiendo el camino de China. No ha sido así. La rápida reacción de mi Gobierno permitió que las cifras de infectados en Taiwán permanecieran bajas y estables. Tan importantes como las medidas gubernamentales han sido los hábitos de cada taiwanés, como el lavado de manos, el uso de gel desinfectante y la utilización de mascarillas. Taiwán puso a trabajar desde el primer momento a su industria para garantizar el abastecimiento de mascarillas para el personal sanitario y para toda la población.
No debemos sentir miedo, porque contamos con suficientes medidas para acabar con este virus. Basta con ser decididos al aplicarlas. Por mi cargo en España, me sentiría muy orgulloso y satisfecho si aquella mascarilla que provocó burlas en la universidad sirviera al final como ejemplo a seguir para aliviar la preocupante situación sanitaria que ahora afronta este país, que hoy es mi casa y al que deseo siempre lo mejor.