Ya se sabía que los aztecas realizaban abundantes sacrificios humanos. Y el llamado Templo Mayor de Technoctilan (la capital de su reino) fue el escenario de los mismos. Pero, en 2005, se descubrieron por primera vez los restos de un sacrificio vinculado con un culto desconocido hasta entonces. Se trataba del cráneo y los huesos de un niño de corta edad que había sido entregado como ofrenda humana a Huitzilopochtli, deidad de la guerra y el sol.
El hallazgo era bastante insólito porque, hasta entonces, nunca habían aparecido otros restos relacionados con dicho culto. Hubo que esperar hasta 2007 para encontrarlos. Nuevamente se trataba del cráneo y parte del esqueleto de un niño y, ahora, once años después del hallazgo, se han publicado los resultados del estudio de los mismos.
Los restos humanos pertenecían a un niño de entre cinco y diez años de edad. Y lo que más llama la atención de los mismos, es el mal estado de conservación de su dentadura. Los arqueólogos han encontrado marcas que revelan que el pequeño sufrió graves infecciones bucales.
Hay otro hecho extraño vinculado a este hallazgo. Los restos humanos de personas sacrificadas se conservaban siempre en osarios u oquedades de forma rectangular. Pero los de este niño han aparecido en una fabricada con roca volcánica y con forma de cilindro. ¿Es un detalle casual o tiene un significado especial que, por ahora, desconocemos?