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EL INMOVILISMO, por Juan Saborido Gago

EL INMOVILISMO, por Juan Saborido Gago
viernes 24 de noviembre de 2023, 08:18h

Estamos viviendo un importante proceso de cambio, y también asistimos impertérritos a un sector inmovilista que nos deja imágenes desgarradoras, de improperios, rezos, cantos, ira, odio y un largo etc. cuyo fundamento es difícil digerir por una mente serena.

Me gustaría con este artículo de opinión, hacer ver que los cambios son necesarios para el crecimiento, negarlos es querer ser ciegos o tener otros intereses ocultos.

El inmovilismo es definido según la RAE como: Tendencia a mantener sin cambios una situación política, social, económica o ideológica.

Me viene a la memoria en estos momentos la canción de Violeta Parra “Todo Cambia”

Cambia lo superficial
cambia también lo profundo
cambia el modo de pensar
cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años
cambia el pastor su rebaño
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño

Cambia el más fino brillante
de mano en mano su brillo
cambia el nido el pajarillo
cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante
aunque esto le cause daño
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño

La vida es cambio.

La vida en este planeta, si lo observamos, se encuentra en un continuo estado de movimiento, nunca se para. Incluso cuando ocurrió la pandemia, solo nos detuvimos por un breve periodo de tiempo “nuestro normal modo de vivir”, no así el resto, es decir la naturaleza, que recobro por un momento un respiro.

El mundo siempre ha dado saltos y avances gracias a unos pocos, considerados locos, se lanzaron contra viento y marea a transformar, no sólo su forma de pensar sino también su forma de actuar, en muchos casos terminaron mal por la intransigencia de otros, pero fueron semillas que más tarde dieron su fruto, gracias a ellos estamos donde estamos.

Hoy en pleno siglo XXI asisto atónito a un grupo de energúmenos envueltos en símbolos y banderas, que sueñan en que aquellos tiempos pasados fueron mejores, pero se olvidan de que fueron mejores para esos privilegiados y elites, pero negativos y malos para la mayoría sufridora y silente.

Me parece algo realmente demencial para un demócrata, que existan quienes desde el pueblo llano apoyen a quienes añoran este pasado autocrático y de involución, negando la libertad y los grandes avances en ciencia, tecnología, desarrollados en todos sus campos, fruto de la lucha de los perseguidos por estos tiranos y que arriesgaron todo, incluso la vida para llegar hasta este momento de prosperidad.

El inmovilismo no sólo paraliza, sino que siembra la destrucción. Quiero hacer un breve recordatorio a que en la historia de España existió una línea inmovilista que intentaba asegurar la continuidad de un régimen promovido por el dictador y sostenida por los tecnócratas que se encontraban bajo la tutela del Opus Deis cuyo líder fue Carreo Blanco y el movimiento de la vieja guardia del Movimiento Nacional. Aún hoy podemos entrever que esto no ha desaparecido, sigue subyacente y sostenido por otros valedores, que no vieron ni por asomo la guerra civil.

¿Qué ocurre con esta realidad?

Hay un anónimo que hace referencia a esa tendencia y dice así “Vivir en el pasado es elegir morir en el presente y negarnos la posibilidad de poder disfrutar de un futuro mejor” Podemos decir que el problema no es recordar momentos pasados, ni tampoco en desear recordar ese pasado, sino en que se convierte en una especie de refugio que se intenta vivir como un deseo de continuidad que ya no es posible porque la vida ha avanzado rápidamente y no es posible aplicarlo a esta nueva realidad.

¿Podemos aprender del pasado?

Sin ninguna duda, y pobre de aquel que no lo haga. Hay infinidad de ejemplos, para ello traigo a colación el que nos aportó el mundo helénico, más concretamente entre el sgl III y II a. C. en la época de Alejandro Magno en Grecia, en la que ya se empezó a pensar que la vida se podía mejorar; para lograrlo vieron que era algo necesario y primordial el estudio y la práctica del saber, es decir la filosofía del arte de vivir.

Curiosamente el mundo helénico vivía momentos complicados de cambios y, salvando la distancia, se encontraron en una situación similar a la actual. Con la aparición de los grandes imperios, los ciudadanos se convirtieron en individuos aislados y abrumados. Ante esta realidad aparecen diversas corrientes filosóficas como una forma de dar sentido y respuesta a esa realidad. Estas se presentaron como una forma de cura contra los problemas que experimentaba la sociedad de su tiempo. Fue en ese momento cuando surgen tres escuelas con líneas de pensamiento concretas:

El epicureísmo, cuyo creador Epicuro de Samos sostenía que a través de la filosofía se podía eliminar ciertos temores que impedían alcanzar la felicidad, como era el miedo, el sufrimiento, a través de razonamientos con argumentos claros y que tuviesen coherencia.

El cinismo, su iniciador fue Diógenes de Sinope, aunque su creador fue Antístenes, planteaba el despertar de las consciencias a través de un modo de vida en contacto con la naturaleza, eso sí alejada de los lujos y la ostentación.

El estoicismo, fundada por Zenón de Citio, cuyo acento estaba puesto en la aceptación de las cosas que no podemos cambiar, por lo que las emociones negativas son el resultado de pensamientos que no tienen sentido y que no conducen a ningún lado.

Conclusión.

Como podéis ver, ya en la antigüedad se dieron ideas para poder facilitar salir de situaciones concretas, emanadas de los profundos cambios que se estaban produciendo en la sociedad.

La diferencia entre la antigüedad y hoy estriba en que hoy no se facilita aplicar las actitudes necesarias para posibilitar soluciones a problemas nuevos, al menos por un sector social y político, desde nuevas posibilidades, sino aplicar remedios antiguos que nada tiene que ver con la actual situación. Esto es un gran error, porque supone poner una gran roca en medio de un camino nuevo.

El helenismo fundamento sus bases para ser una cura contra los problemas que aquejaban a aquella sociedad, por tanto, aprendamos de aquellos sabios, que supieron salir de un inmovilismo para avanzar como seres humanos renovados.

“Que nadie, cuando es joven, demore en filosofar, ni, cuando es viejo, se canse de filosofar, pues nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para obtener la salud del alma” (Epicuro)

Para que esto sea posible, sobre todo en estos tipos de ambientes inmovilistas es necesario que se dé, según mi modo de ver estar tres actitudes:

-Dialogo y autorreflexión. Es decir, saber exponer las ideas tras un proceso interno de autorreflexión, esto posibilitara el dialogo critico sin estridencias, abiertos al encuentro, usando para ello la argumentación racionalizada, sin creer por ello, que estamos en la posesión de la verdad absoluta.

-Tener la capacidad de argumentar. No se puede dar discursos que se apoyen en algo que aún no ha ocurrido, o que pueda ser. Las falacias solo traen confusión y la ausencia de verdades confrontación y desconfianzas.

-Ser prudente. Por ello no creer a pies juntillas el discurso que el otro nos presenta, para eso tenemos la capacidad del discernimiento.

Este es, al menos mi deseo, convertido en esperanza de que otro mundo es posible en esta nuestra casa común llamada Tierra.

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