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“Difícil de entender”, por Rosario Segura Pérez-Muelas

“Difícil de entender”, por Rosario Segura Pérez-Muelas

lunes 29 de abril de 2024, 08:02h

Relataba Rosalía Salas Vallejo, en una de sus clases de instituto, que la dimisión del presidente Manuel Azaña en 1933, fue ofreciendo una perspectiva histórica de conspiración. Azaña, enfrentado a presiones políticas y descontento social, optó por renunciar a su cargo mediante una carta. En este contexto histórico, la inestabilidad política y las divisiones entre diferentes facciones ideológicas dieron como resultado una situación complicada para el líder de la Segunda República Española. Esta historia real, evoca hechos actuales similares al menos en la forma, con lo que está sucediendo con el presidente Sánchez.

La carta de dimisión de Azaña fue el reflejo de las complicaciones a las que se enfrentaba, incluyendo las relacionadas con una oposición de diversos sectores de la sociedad y de la intelectualidad. Lo más intrigante de este episodio histórico es que, a pesar de su dimisión, Azaña fue posteriormente solicitado para formar nuevamente gobierno, lo que manifestaba la inestabilidad política y las relaciones entre los partidos durante aquel período.

Las presiones políticas, los retos sociales y las divisiones ideológicas continúan siendo parte integral del paisaje político español. La historia nos recuerda que, en momentos de alta tensión y polarización, los líderes políticos pueden enfrentar decisiones difíciles como la dimisión, buscando soluciones para el país.

Lo más preocupante, en mi opinión, es que, en la carta de Sánchez, dirigida a la ciudadanía a través de X, se cuestiona que hay parte de los jueces que son antidemocráticos. Con esta interpretación, da la sensación de que el presidente está buscando generar apoyo popular con su desconcierto y que el tiempo ganado puede servir para organizar una respuesta de respaldo a su persona, como así está sucediendo al movilizar la opinión pública en favor de él, sin embargo, la atención internacional se centra en el caso que implica a su esposa, y que lamentablemente conlleva una imagen negativa del país.

Es difícil de comprender que Sánchez no haya utilizado la acusación para reafirmar su integridad en lugar de convertirla en un tema de reflexión. Así mismo, el hecho de no considerar legítima a la oposición, para así evitar rendir cuentas, es palmariamente populista y socava la confianza al menos del pueblo, aunque no del gobierno del que seguramente conseguirá apoyos, una vez más.

Por otro lado y con la que está cayendo, desde el ejecutivo murciano, en lugar de frotarse las manos, más les valdría que se centren en los temas críticos de la región, como la catastrófica situación de la salud, en donde la inacción frente a la implementación de medidas para reducir las listas de espera, en las citas médicas especializadas, no se justifica solo, por la falta de recursos económicos y de plazas MIR, sino que subyace una cuestión de gestión, agravándose con las comisiones de servicio que dejan vacantes en los hospitales de las áreas III y V generando ciudadanos de tercera clase.

Al margen de la rentabilidad política que se le ha sacado a la esposa del presidente por estar en tela de juicio, la verdad es que cuando la diana de tiro se halla en algún familiar, duele especialmente. Pero ese tema es difícil de entender para los políticos que no tienen cargas familiares.

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