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'Educación infantil, de 0 a 6 años', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra
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"Educación infantil, de 0 a 6 años", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

domingo 19 de noviembre de 2023, 10:35h
'Educación infantil, de 0 a 6 años', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

La LOGSE, apoyándose en lo que la psicología, la pedagogía y la sociología venían constatando, ya propuso que se iniciara la educación de los niños y niñas desde el momento de su nacimiento. Pero a la educación infantil no se le dio carácter obligatorio para no tener que subvencionar a la escuela concertada por esta etapa, ya que el gasto se había disparado al tener que presupuestar los dos años (de 14 a 16) que se había incrementado la educación obligatoria.

Y como no se intentó- ni se sigue intentado- abordar la creación de una red de escuelas públicas infantiles, la educación de esta etapa sigue siendo una asignatura pendiente. La ley del Partido Popular, la LOMCE, convierte la etapa de 0 a 3 años en asistencial, lo que significa que no cree en la educación y la deja en manos de la iniciativa privada para que continúe con las denominadas guarderías, que como su nombre indica solo sirven para tener guardados allí a los niños/as, como si de coches se tratara, y atendidos por un personal sin la debida preparación y cualificación y que, en ocasiones, se deja llevar por la picaresca, como hacer pasar sed a sus pupilos a fin de tener menos trabajo en limpiarlos. O cosas peores, porque no hay el debido control. Por un mal concepto del ahorro pervive aún el criterio de confiar nuestros hijos/as pequeños a los peor preparados, peor pagados y peor considerados, cuando esos momentos de desarrollo son los más difíciles y de mayor repercusión en su vida ulterior. “Este absurdo criterio invade toda la vida – denunció Cossío- . Por él confiamos nuestros hijos, en sus primeros años, que son los más críticos, a la criada más joven e inútil, a la última en el servicio doméstico; por él buscamos, para iniciarles en el conocimiento y en la vida, que la labor más trascendental y difícil, a los maestros más baratos, que es sinónimo de los más ignorantes”.

Inclusión de la educación infantil en el sistema educativo

El que no se incluya la educación infantil dentro del sistema educativo obligatorio y común es una grave irresponsabilidad política por dos razones. Una, porque la incorporación de la mujer al mundo laboral y no saber qué hacer con los hijos pequeños durante la jornada laboral hace que los jóvenes matrimonios se lo piensen a la hora de tener descendencia. Y esto constituye la principal razón del espectacular descenso de la natalidad, con las graves repercusiones demográficas y económicas que ello trae consigo. El más elemental razonamiento económico explica lo rentable que supone invertir en una red de escuelas infantiles y evitar que se desperdicie el potencial productivo de tantas y tantas jóvenes sin dejar de ser madres. Se superaría, además, una de las causas de la discriminación de la mujer. Una de las contradicciones más acusadas de las clases conservadoras españolas es el contraste que hay entre su discurso oficial de definir la familia como la célula principal de la sociedad y el escasísimo o nulo apoyo en sus políticas públicas a las familias.

La segunda razón es porque la etapa de la infancia, esencialmente la primera infancia, es la más trascendental, pues es cuando el bebé empieza a abrirse a los estímulos externos que lo van conformando y configurando. En esos primeros momentos de la vida es cuando se traza la vía por donde ha de desenvolverse su personalidad y su carácter. Las primeras impresiones de la infancia van moldeando el espíritu y muchas de las manifestaciones de nuestro carácter tienen su fundamento en hechos muchas veces olvidados y acaecidos en esas edades. Es cuando se inicia la implantación de hábitos o vicios, o enfermedades de la voluntad como la abulia, la impulsividad o los caprichos. Lo que se aprende en los primeros años es lo que más se retiene por mucho más tiempo. “Las ideas recibidas en la niñez- escribe Luis vives en De Discípulis- se conservan muchísimo tiempo y, sobre todo, si a medida que avanzamos en edad, la razón los aprueba y confirma”. Durante los primeros años de vida se establecen las bases de la personalidad, de la inteligencia, de las emociones y de las actitudes sociales de los seres humanos.

Ahora que la descendencia se reduce a un solo hijo/a, si no se escolariza lo antes posible se encuentra siempre entre ojos vigilantes de los mayores y se destruye su espontaneidad; o sea, que en una sociedad, que el niño o la niña siente que no es la suya, oculta su naturalidad y su desarrollo se desequilibra. Si se separa al niño/a de sus iguales y, por tanto de su medio social, se mata el hombre o la mujer de mañana. Porque la influencia de ese medio, los efectos y afectos que engendran, son de un valor educativo muy grande. El niño/a aprende la medida de su esfuerzo en la sociedad de sus iguales, en el trato íntimo y continuo con otros niños y niñas de su edad, en la educación colectiva. Pero la realidad es que se suele utilizar a los abuelos/as para que se cuiden de sus nietos/as mientras los padres no están en casa. La gratificación que supone para los abuelos el disfrutar de los nietos/as y la siempre beneficiosa influencia en su educación desaparecen al convertirse en obligación de tener que volver a criar. Los abuelos/as ya no tienen ni las facultades ni el humor suficientes y son demasiado condescendientes con el egoísmo y tiranía de los niños/as, precisamente por eso mismo. Los niños/as, que por regla general suelen ser hijos/as únicos, crecen en el despotismo y el egoísmo y se hace patente su repelencia por solo haber convivido con gente mayor, lo que repercute negativamente en su sociabilidad.

Ya no es solo que se inicia un erróneo camino en la educación de difícil corrección, porque las primeras impresiones se conservan siempre en el subconsciente, sino porque se pierde, también, un tiempo precioso, el más valioso, quizás, de todo el proceso educativo. El establecer la escolaridad obligatoria a los seis años obedece a una planificación escolar, cuyos únicos objetivos son académicos e instructivos, ya que, como se sabe, en esas edades es cuando se alcanza la facilidad lectora. Pero si se da prioridad a la educación es incongruente que no se inicie desde la primera infancia, pues es el momento más propicio para la adquisición de los hábitos más importantes. Quintiliano, Erasmo, Vives, etc. abogaron por que se empiece cuanto antes la educación de los niños. Según Locke las menores y más sensibles impresiones que recibimos en nuestra tierna infancia tienen consecuencias muy importantes y duraderas. ”Las primeras impresiones de la vida del niño-explicaba Fenelón- perduran e influyen en el resto de la existencia, por lo que debemos poner gran cuidado en la elección de las personas a quienes entregamos”

Aquellos niños/as que no reciben durante los primeros años una educación adecuada pueden presentar dificultades escolares, conductas antisociales, desventajas que ocasionarán gastos seguros a una sociedad que deberá reeducarlos, que intentará protegerse de ellos o que, en el mejor de los casos, habrá perdido para siempre los beneficios sociales de las potencialidades no desarrolladas que muchos adultos hubieran podido aportar. O sea, una buena educación infantil es una gran inversión y, por tanto, rentable para la sociedad. Se ha comprobado que aquellos niños/as que disfrutaron de una interacción estimulante con otro niños/as de su edad –además de con juguetes y de una buena nutrición- muestran un mejor desarrollo de las funciones del cerebro a la edad de 15 años. Según el Informe sobre la satisfacción de las necesidades de los niños pequeños de la Fundación Carnegie Corporation concluye: ”El ambiente afecta no solo al número de células cerebrales y al número de conexiones entre las mismas, sino también a la forma de como estas se cablean o afirman(…) es más notable en los primeros años de vida, y se guía en gran medida por la experiencia sensorial que tiene el niño del mundo exterior”

Las escuelas infantiles

Froebel fue el primero que con perspicacia singular supo comprender el misterioso raudal de energía que yace en el alma del bebé y que es ahogada por la tiranía y el desprecio de los que creen que es una criatura inferior. Froebel afirma la importancia y enorme trascendencia de esa primera infancia para toda la vida. Fue el primero en crear escuelas que atendieran a los niños y a las niñas de la primera infancia (0 a 3 años) a las que bautizó con el nombre de Jardines de infancia, no solo por la necesidad de que el centro escolar esté ambientado en una zona ajardinada a fin de despertar en los niños/as el amor por la belleza de la Naturaleza, sino porque con este nombre se significa que deben ser educados dentro de aquella libertad con que crecen las plantas, pero, al mismo tiempo, con la delicadeza y respeto con que cultiva y cuida el jardinero su jardín.

Nosotros creemos como más pertinente que toda la infancia esté ubicada en un mismo centro, las escuelas infantiles (de 0 a 6 años), en vez de los jardines de infancia (de 0 a 3 años) por un lado y el parvulario (de 3 a 6 años) por otro, porque constituyen una etapa educativa independiente, con su equipo directivo propio, su oportuna Asociación de Madres y Padres y con un horario y calendario escolar autónomo.

Los bebés de la primea infancia se distribuyen en tres grupos: lactantes (hasta los nueve meses), caminantes (de nueve meses a dos años) y hablantes (los niños/as de 2 a 3 años). Un educador/a con sus ayudantes se haría cargo de cada grupo, que irían rotando con los mismos bebés para evitar la dispersión afectiva. Como el papel que desempeña el educador/a en esta etapa de la primera infancia es muy importante hay que plantearse con adecuación su formación para ser un especialista en el tratamiento de la primera infancia tanto en el terreno educativo como en el médico. Los ayudantes pueden ser estudiantes del magisterio o cualquier persona con acreditada habilitación y sus contratos irían a cargo de la Asociación de Madres y Padres. Además tendrían un sobresueldo cuidando a los niños en el mismo centro (en plan canguro) en horas no lectivas y cobrando de los padres según cuota previamente establecida por el Consejo Escolar. En el Parvulario ya no se necesitan tantos ayudantes, aunque en caso de necesidad (salida, excursión…) se complementarían con los de la primera etapa.

Como conviene que el educador-tutor permanezca el mayor tiempo posible con el mismo grupo de niños/as, pues estos enseguida se encariñan con sus educadores/as, creemos que el tutor/a de P.3 debe continuar con los mismos alumnos/as en P.4. Ahora bien, como el educador/a tutor/a de P.5 ya debe ir iniciando técnicas de preescolar, creemos que debe proseguir con sus alumnos/as en primero de primaria para rematar el proceso de lectura y escritura y para que resulte más efectiva la continuidad con primeria, pues, aunque cada etapa educativa tiene sus propias características y su propios objetivos, no significa que no haya coordinación ente ellas. Y para el alumnado no resulta tan traumático al cambiar de centro y de ambiente, si lo hace con el mismo profesor/a.

La participación de los padres y madres

No cabe duda que el ideal para educar es la escuela, pues se atiende lo propio y característico de cada uno, pero dentro de la colectividad. Eso no quiere decir que la familia se desentienda, todo lo contrario, porque el medio más eficaz y poderoso de la educación es el cariño, el cual nadie lo puede proporcionar mejor que la familia, en especial el padre y la madre. Se ha demostrado en casas-cuna modélicas, donde en nombre de la ciencia y de la higiene las enfermeras atendían a los bebés con el rostro cubierto hasta los ojos y enguantadas para evitar toda contaminación, donde el lactante no podía experimentar ninguna dulzura de sus sonrisas, ni el placer de un beso, los resultados eran desastrosos. La salud de las criaturas dejaba bastante que desear en todos los aspectos, física y psíquicamente se les observó retraso en su desarrollo. Y es que es necesaria cierta estabilidad de la imagen materna, pues el bebé al reconocer la imagen de la “madre-alimento” encuentra en ella el sentimiento de seguridad necesario para el desarrollo de su estatura, de su peso, de la motricidad, del lenguaje. La satisfacción de las necesidades del bebé se centra primordialmente en la alimentación y en la limpieza. El bebé no es una planta a la que basta “regar con leche” para que crezca y se desarrolle física y psicológicamente. Necesita, además de la alimentación material lo que podríamos llamar “alimento afectivo”, porque por su dependencia vital, el bebé siente su propia existencia en la imagen materna.

Hasta los siete u ocho meses el universo del bebé comienza y acaba en él mismo y en sus madre ( o en otra persona si desde el nacimiento lo cuida y le da de comer) Hace necesario que la madre tenga un periodo de permiso del trabajo fuera de casa como mínimo de seis meses (que deben ser retribuidos como el permiso de enfermedad), aunque iniciando relaciones con el centro educativo infantil para establecer estabilidad emocional y no perturbar su desarrollo cuando la madre tenga que reintegrarse al trabajo. Si no se hace así se origina en el niños/a un sentimiento de inseguridad y de falta de protección que le produce retrasos en su desarrollo. El bebé ha de encontrar en la escuela infantil los suficientes estímulos para que se pueda sustituir a la madre. Las futuras madres pueden utilizar el centro escolar para ir aprendiendo y mentalizándose y para desarrollar las actividades físicas (gimnasia) que benefician su estado de embarazada.

Para que evolucione la sensibilidad del niño/a hay que romper la fusión afectiva de madre e hijos/a para convertirse en dos seres distintos y autónomos y, también para que se vaya abriendo al mundo de otros afectos, como la del padre, hermanos/as, abuelos/as, maestros/as, compañeros/as, etc. El momento en que empieza a tomar una alimentación complementaria con cuchara es el idóneo para comenzar la separación física de la madre. Conviene que otra persona se haga cargo de darle la papilla para que el bebé se vaya acostumbrando a diferenciar el concepto de madre- alimento. Unido a los primeros juegos y al cambio de ambiente que le puede proporcionar la escuela, ayuda a superar cualquier dificultad que pudiera presentarse en la evolución de la sensibilidad del niño/a. En la etapa de la primera infancia es cuando el infante aprende a comer, a hablar, a andar, a ir conociendo, a la vida de relación. El bebé va desarrollando sus intereses motores y perceptivos y sensoriales poco a poco. Es erróneo tener a los niños/as quietos, enfundados; han de gozar de gran libertad de movimientos. No deben estar constantemente abandonados en sus cunas y solo ser atendidos para alimentarlos y limpiarlos. Hay que estar con ellos para ayudarles en su desarrollo motor, su desarrollo de la adaptabilidad, su desarrollo del lenguaje y su desarrollo personal y social. Hay que dar mucha importancia a la educación de los sentidos, ya que no hay nada en la inteligencia que no haya pasado por ellos. Además de los cinco sentidos clásicos hay otros varios, el muscular, el del movimiento, el de la orientación, etc. que también hay que tener en cuenta. El bebé los ejercita muy pronto, pero se necesita una intencionada educación para que cada vez haga mejor usos de ellos. Y las anomalías que se puedan detectar prematuramente tienen más fácil corrección. “Ejercitar los sentidos no es solamente hacer uso de ellos- decía Pestalozzi-, sino aprender a juzgar bien por ellos, aprender, por decirlo así, a sentir, porque no sabemos tocar, ver ni oír, sino como hemos aprendido”.

Gritos y movimientos pantomímicos son la expresión más primitiva del lenguaje humano. El grito es en sus comienzos un reflejo respiratorio y pasa luego a ser parte de la expresión motriz de necesidades y emociones, utilizando voluntariamente reacciones musculares autónomas. Después viene el balbuceo, en el que se dan asociaciones voluntarias de sensaciones motrices y táctiles. Ya no son sonidos guturales, sino que intervienen los labios. Y empiezan a surgir los fonemas, siguiendo el orden de menor a mayor dificultad fisiológica. Son sonidos defectuosos y tras muchas repeticiones se llega a la perfección. Pero son poco los sonidos que el niño/a inventa de por sí. Se limita a imitar sonidos. Porque el lenguaje es, ante todo, imitativo o social. Gracias a la convivencia con los demás que el niño/a desarrolla y perfecciona rápidamente su expresión verbal. Tanto en casa como en el colegio hay que atender mucho el lenguaje, hay que hablarles con claridad. Hemos de tener en cuenta que el niño/a comprende mucho más de lo que parece indicar su vocabulario. Primero dice palabras para satisfaces sus necesidades y no tarda en emplear el verbo. Va de los concreto exterior a lo abstracto interior. Después emplea los ruegos para las relaciones de dependencia. A los tres años ya lo habla todo. Hasta aproximadamente los cinco años el niño/a desconoce por completo el pensamiento abstracto, por lo que confunde la causa con el efecto. Por esta razón no se le debe adelantar en el aprendizaje de la escritura. Como el niño/a atribuye sus pensamientos a los seres y objetos que le rodean, hay que ayudarle a que se exprese libremente en ese mundo por medio de los juguetes.

La ciencia médica ya hace tiempo que investiga y trabaja esta etapa de la vida humana y está obteniendo excelentes resultados. No podemos decir lo mismo de las ciencias de la educación, que la primera infancia es un campo prácticamente virgen para sus investigaciones y aplicaciones. Estamos seguros que los avances educativos serán revolucionarios, una vez que está generalizada y bien atendida la primera infancia con personal capacitado.

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