nuevodiario.es
'Conflictividad en las aulas' por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública d calidad. Bases para una educación íntegra

"Conflictividad en las aulas" por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública d calidad. Bases para una educación íntegra

miércoles 01 de noviembre de 2023, 07:53h
'Conflictividad en las aulas' por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública d calidad. Bases para una educación íntegra
'Conflictividad en las aulas' por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública d calidad. Bases para una educación íntegra

Aunque se pueda pensar que con la arribada a nuestros centros escolares de esa variedad de grupos étnicos y culturales hay más probabilidad de que surjan situaciones conflictivas, no creemos que tengan que haberlas, no hay elementos objetivos, si las escuelas e institutos cuentan con unas estructuras suficientemente democráticas que se permitan diálogos y debates y se eduque, además, en la tolerancia y en la comprensión de la diferencia. Lo que provoca esa masiva afluencia de inmigrantes concentrados en unos pocos centros es una cierta distorsión en el sistema educativo, que con nuevos enfoques y adecuados medios se pueden paliar.

Causas de la conflictividad

Los que viven en entornos sociales donde la droga y la violencia están a la orden del día, no pueden dejar de llevar en sus mochilas la agresividad y la marginación que viven. Ahí está, en los entornos sociales marginados, el origen de la conflictividad, donde las Administraciones deben atajar el problema evitando que la miseria y la delincuencia se concentren en algunos barrios, y no dejar a la escuela, que es la receptora de esa conflictividad social, la que tenga que resolverlo. No es un problema de la escuela y, además, no tiene medios ni es su cometido. Lo cual no quiere decir que los provenientes de esos entornos relegados, que, precisamente, son los que necesitan más atenciones educativas que los demás, haya que separarlos o eliminarlos del sistema educativo para que, como una fruta podrida, no perturben y contaminen a los alumnos/as “normales”, como queda reflejado en algunas leyes educativas como la LOCE o la LOMCE. Nunca debemos aceptar tan injusta solución. Los que más lo necesitan no pueden ser castigados a ser carne de presidio, como si fuera culpa suya el que vivan en ese entorno de marginalidad.

Si los Ayuntamientos contratan brigadas de empleados para vigilar si los coches hacen buen uso de las zonas azules de aparcamiento, bien se podrían dedicar, también, a controlar a aquellos alumnos/as que por sistema hacen “novillos” y, por medio de multas o el empleo del fin de semana en trabajos de utilidad pública, se cortaría por lo sano el absentismo escolar o los casos de indisciplina grave. Nos referimos a los que cursan los últimos años de la ESO. Si no se pudiera obtener el permiso de circulación, por ejemplo, sin tener el graduado de secundaria se acabaría con los llamados “objetores o insumisos escolares”. Son simples ejemplos para demostrar que las Administraciones deben colaborar con los centros escolares, porque la educación de todos es un asunto de todos.

El bulling

Si hay agresividad en el seno de algunas familias y se maltratan a los hijos/as, si los medios de comunicación no se recatan en retrasmitir violencia, real o ficticia, si hay explotación o maltrato en algunos ambientes, ese ambiente de conducta violenta de la población adulta, inevitablemente traspasa los muros de las aulas. Y es un fenómeno que no es privativo solo de las capas de población más marginales. En todos los ambientes y en todos los centros escolares se dan o pueden darse episodios de acoso escolar o bulling, es decir el que algunos alumnos/as sufran maltrato físico y/o psicológico por parte de algunos de sus compañeros. Y los niños/as y los/as adolescentes suelen ser muy crueles con los más débiles, con los que tienen algún defecto físico o psíquico. También puede haber esta clase de abusos, que siempre se produce en grupo, en manada, por rivalidad, por desprecio, por congratularse con el líder o para jactarse públicamente de sus “hazañas” en las redes sociales o por algún otro motivo inconfesable. El tratamiento de esta problemática, al igual que la xenofobia, entra dentro de los objetivos de la educación.

Es muy claro el perfil que presenta un niño o una niña que está expuesta a una situación de maltrato sistemático o esporádico: descenso en el rendimiento escolar, lesiones físicas no aclaradas, baja autoestima, inestabilidad emocional, percepción distorsionada de la realidad, sentimiento de inferioridad, procesos cognoscitivos alterados (atención, percepción, comprensión. memoria, expresión), retraso general, baja resistencia a la frustración, conductas violentas, autolesiones, dificultades para mantener relaciones afectivas, abandono, pobre expresión verbal, escasa expresión emocional, absentismo escolar, soledad, dificultades de aprendizaje, falta de motivación, bajo rendimiento escolar, hostilidad…Y ahí juega un papel importante el tutor/a, quien debe traspasar sus sospechas y pesquisas a los padres, al psicólogo escolar y al Jefe/a de Estudios para que la Comisión de Convivencia, los trabajadores sociales y, si es preciso, la policía, resuelvan estas situaciones antes que se produzcan hechos irreversibles.

A veces son los centros escolares los que propician situaciones de conflictividad, cuando tienen formas de gobierno y de relaciones no democráticas y cuentan con normas disciplinarias muy autoritarias, cuando imparten contenidos culturales poco respetuosos con otras culturas, utilizan recursos didácticos poco motivadores e imponen tareas escolares inapropiadas, cuando por parte de algunos profesores/as se falta al respeto a los alumnos/as con problemas de aprendizaje, o hay profesores/as sin la debida preparación para afrontar situaciones conflictivas, porque en la creencia de ser “colegas” y estar más cerca del alumnado, se dejan tomar el pelo y pierden el respeto.

Resolución de los conflictos

Para resolver esos y otros conflictos ha de intervenir la Comunidad escolar. No sirve aquello de que cada palo aguante su vela. El profesor/a no puede ni debe resolver por sí solo los problemas de indisciplina, porque todo lo que pasa en el centro repercute en todos, por lo que es la Comunidad escolar la que debe responder en bloque. Es más, la solución de la indisciplina no depende solo de la escuela y, aún menos, del profesor/a que tiene el contacto directo con esos alumnos/as que no responden a las normas establecidas. Los medios de comunicación, las Administraciones, las asociaciones varias, pero sobre todo las familias, son la que tienen, sin duda, una mayor responsabilidad en la solución de la indisciplina.

Disciplina y libertad

Uno de los problemas más difíciles de la educación es conciliar la disciplina con la libertad. Es preciso que el alumno/a goce de libertad, siempre que esa libertad no sea obstáculo de la libertad de otro o redunde en su propio perjuicio. Hay que hacerle ver al alumno/a que la coacción de hoy le llevará a la libertad de mañana. Además, para fomentar el carácter del niño/a hay que acostumbrarle a cumplir los deberes que tiene consigo y con los demás.

Hay que rechazar contundentemente los castigos que tratan de mortificar físicamente al alumno/a (castigos físicos, de rodillas, brazos en cruz, encerrarlos en habitaciones lóbregas, dejarlos sin comer…) o que lo apostrofan con durísimas palabras, pues son instrumentos de tortura o de venganza que no corrigen del educando sus malos hábitos. El castigo es un mal, por lo que se ha de evitar todo cuanto se pueda. Los castigos deben tener carácter moral. Lo esencial es que el alumno/a se reconozca culpable. Por otra parte el educando ha de ver la relación entre la falta y la corrección. La inspección discreta (no la vigilancia policial que lo deprime) puede evitar el castigo en la mayoría de los casos.

Se debe armonizar la autoridad del educador/a con la libertad del educando; el educador/a ha de usar la obediencia y el respeto, o sea los preceptos y prohibiciones, no como un fin, sino como un modo de dirigir la educación. La obediencia no repugna a la voluntad, que de suyo necesita de normas. Del mismo modo que el orden social está sometido a un código de leyes que deben ser cumplidas por todos los ciudadanos, empleándose la coacción cuando no se cumplen, la escuela, como sociedad, ha de tener un reglamento que ha de ser cumplido por todos los miembros de la comunidad escolar, apelando cuando sea necesario al apremio. Hay que desechar, tanto la escuela libertaria que aboga por la libertad absoluta, como la escuela estricta y rigurosa, la del palo y tente tieso, porque la primera hace inadaptados sociales, y la segunda, que impone una disciplina férrea, exterior y formalista, lejos de conseguir la sumisión del educando, deforma su personalidad y fomenta el odio, y también manda descentrados a la sociedad.

Entre la libertad sin límites y la restricción tiránica hay gradación de matices, pero la más idónea es la que acentúa la libertad del educando: libertad tanto mayor, cuanto más convencido está el educando en el valor del orden y de la disciplina. La necesidad de la disciplina en la labor escolar es por la necesidad del orden para la realización de los fines de la escuela y porque el educando aún no tiene voluntad y no hay que dejarlo a merced de sus caprichos. Suficiente libertad para que no se ahogue la personalidad del educando y la necesaria rigidez para hacer gravitar su peso ante extravíos del educando. Sin disciplina no es posible acción de conjunto, y solo para eso es la disciplina, que se debe elevar en categoría de fin en sí.

De la escuela debe desaparecer la disciplina por coacción externa y ser sustituida por otra que nazca de los propios fines del grupo. Por ello hay que poner a los alumnos/as en condiciones de que por sí mismos puedan contribuir al establecimiento de normas disciplinarias. Los propios alumnos/as deben participar en el establecimiento de normas de convivencia y en el tipo de sanciones que se debe aplicar a aquellos que las incumplen. La disciplina ha de basarse en la aceptación de los principios de conducta. Los episodios de disciplina y convivencia se entienden como materia educativa. Y se consigue potenciando los valores morales y el sentido de la responsabilidad. Entre todos se han de establecer normas que faciliten y promuevan la convivencia y solidaridad activa en la comunidad escolar y el rendimiento personal de profesores/as y alumnos/as.

Premios y castigos

La mayoría de los pedagogos, con Pestalozzi a la cabeza, cuando dicen que están en contra de los premios y castigos, no se refieren a la conducta, que siempre hay que reconducir, sino lo hacen en referencia al rendimiento escolar. “Paralelo con el banco, instrumento de tortura del cuerpo- comentaba Montessori- se ha inventado para el alma otro banco, otro instrumento de tiranía espiritual: los premios y castigos. El premio y el castigo van contra la libertad y espontaneidad del niño y sin respetar estos no hay educación posible. Para realizar cualquier empresa humana se necesitan estímulos internos y cuando no existen éstos, cuando la excitación viene de fuera mejor sería no haber realizado la obra, pues si es cierto que puede ocurrir que a fuerza de premios y castigos un joven llegue a alcanzar el título de doctor, sería mejor que no lo llegase a ser.”

Si la educación se propone el desarrollo natural del niño/a no es de ninguna manera el modo de conseguirlo empleando la absurda disciplina de los premios y castigos. La disciplina no debe tener otra procedencia que el trabajo, la alegría del hacer, la ilusión de la acción. Apartando al niño/a de sus primitivos movimientos desordenados, lentamente va obligándose al orden y sometiéndose a una disciplina que el mismo niño/a se va imponiendo. El trabajo escolar no debe ser premiado ni castigado, pues los alumnos/as han de encontrar la satisfacción en la realización misma del trabajo y del cumplimiento del deber. “Se debe también evitar- escribía Hermenegildo Giner de los Ríos en 1879- que el alumno conceda demasiado valor a las recompensas, en particular a las notas (…) El niño debe contentarse con la satisfacción de haber cumplido con su deber”. Y, sin embargo, no hay actividad humana que esté tan sometida a la calificación como el trabajo escolar, que viene a ser un premio o un castigo, con la circunstancia agravante, además, de ser comparado con el trabajo de cada uno con el de los demás, pues los exámenes y sus consiguientes calificaciones se hacen en función de la media de la clase. Si un examen es aprobado por la mayoría, es que es demasiado fácil y el profesor/a puede ser tildado de blando; si solo lo pasan unos pocos es demasiado duro, por lo que esas pruebas son cambiadas para que siempre esté equilibrado el número de suspensos y sobresalientes. Hay profesores /as que creen ganarse el prestigio siendo exigentes suspendiendo a trote y moche. Para calibrar el progreso del alumno/a y hacer que se esfuerce se debe comparar su trabajo actual con el que hizo anteriormente e ir mostrando sus progresos solo a los interesados.

La emulación

La emulación es necesaria en la escuela, no lo discutimos, porque no siempre hay los suficientes estímulos para el trabajo, y con la emulación se puede despertar esa falta de interés. Pero hay que evitar que la emulación se convierta en rivalidad, que puede degenerar en pasión antipática. La emulación que es un poderoso impulsor de las energías de los alumnos/as, debe ser encauzada evitando que sea origen de soberbias y de humillaciones, de enemistades y de disgustos. La emulación, como excitante al trabajo, solo se ha de emplear cuando llegue el momento en que el joven o la joven encuentren en sus acciones mismas el estímulo que les mueva a realizarlo. Pero siempre hemos de tener en cuenta que el gobierno de sí mismo es el ideal a que tiende la Pedagogía, o sea, dejar al educando en condiciones de que terminada la acción educadora de la escuela pueda gobernarse a sí mismo y completar su educación en la gran escuela de la vida. El gobierno de sí mismo está relacionado con la educación de la voluntad y de la educación moral.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios