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'Educación, instrucción y enseñanza', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases parauna educación íntegra

"Educación, instrucción y enseñanza", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases parauna educación íntegra

jueves 26 de octubre de 2023, 08:40h
'Educación, instrucción y enseñanza', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases parauna educación íntegra
'Educación, instrucción y enseñanza', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases parauna educación íntegra

Al cuidado de las plantas para que sean más productivas se llama cultivo. El enseñar a los animales un comportamiento útil al hombre es adiestramiento. Si animales y plantas son susceptibles de mejora o perfeccionamiento, el ser humano por su capacidad racional lo es mucho más. Al intencionado desarrollo de las capacidades o facultades del ser humano se le denomina educación.

Concepto de educación

Como mucha gente utiliza la palabra educación como sinónimo de buenas maneras y llaman “bien educado” al individuo de modales finos y de maneras elegantes, conviene dejar bien delimitado el concepto de educación para no dar lugar a equívocos. La educación es mucho más, hace referencia a la personalidad completa, al desarrollo integral del ser humano, antes que entenderla de una manera superficial y fijarse solo en las maneras, en lo externo. Claro que el que tiene modales finos y elegantes quiere decir que ha sido educado. Pero repetimos, la educación es mucho más.

La palabra educación procede etimológicamente del verbo latino educo, as, are, avi, atum, que quiere decir alimentar de fuera a dentro. Pero este verbo proviene de otro más antiguo educo, is, ere, xi, etum, compuesto de la preposición ex que significa hacia afuera y del verbo duco, conducir, llevar. De ahí han surgido dos conceptos básicos de educación, que originó dos concepciones distintas: una, la de los que como Locke o Herbert, que fundamentándose en la primera etimología consideran la mente del recién nacido como una tabla rasa, como una hoja de papel en blanco, sin ningún contenido y que se va grabando poco a poco merced a la experiencia o las representaciones que proceden del exterior, o sea, educar para ellos es alimentar, formar de fuera a dentro, introducir en el educando esas representaciones hasta alcance la madurez.

Otra concepción es la que, como Pestalozzi, basándose en la segunda etimología conceptúa la educación como una operación de dentro a fuera, al afirmar la existencia de potencias o cualidades que solo hay que desplegar. (Descartes va más lejos al afirmar que el ser humano ya viene a la vida dotado de ciertas ideas innatas, como, por ejemplo, el discernimiento de lo que es bueno de lo que es malo) Por tanto, para ellos educar es desenvolver armoniosamente las facultades físicas, intelectuales y morales que tiene cada individuo. Giner de los Ríos llega a considerar que el ser humano al nacer posee en sí la ley de sí mismo. Es decir, posee una naturaleza, un conjunto de facultades susceptibles de desarrollo, que tiene en sí todo lo necesario para llegar a ser lo que ha de ser. Bajo el prisma de esta concepción el educador no crea nada, se limita a preparar y desarrollar las potencialidades ya existentes para que den el resultado apetecido. Es decir, los artistas o genios nacen, como defiende Pestalozzi, o se pueden hacer, según Herbert

Nosotros sostenemos que la realidad participa de las dos concepciones, pues nacemos con unas capacidades en embrión, inteligencia, memoria, fuerza física…, los sentidos abiertos al mundo, que necesitan ser desplegados y desarrollados, pero no son todas las potencialidades, pues en este caso las sociedades no adelantarían, todo sería estático, como ocurre con las abejas, arañas, golondrinas… que son capaces de hacer obras de ingeniería o de arte, pero que se repiten idénticas de generación en generación. En realidad el ser humano es un producto de la herencia y del medio: la herencia o continuidad de la especie, y el medio que rodea al individuo, que le enriquece y desarrolla, produce lo que llamaríamos variación. Si hubiera variación sin herencia los cambios serían transitorios; y si hubiera herencia sin variación, se conservarían los caracteres indefinidamente. Sostenemos que el ser humano es capaz de improvisar, de crear, de ir más allá, facultades que parecen innatas, pero que también son producto de la educación, porque a través de esa educación se puede alimentar a los individuos con nuevos contenidos. O sea, entendemos la educación como un proceso de desenvolvimiento y, también, de adquisición. Al educando se le puede suministrar, no solo conocimientos, sino también posibilidades para que su desarrollo sea más completo. Pensemos que el progreso de la civilización es el progreso de los seres humanos.

Educación, instrucción y enseñanza

Es muy corriente confundir los conceptos de educación e instrucción primeramente entre sí, y luego con el de enseñanza, lo que da lugar a confusiones y errores lamentables. La educación, la instrucción y la enseñanza tienen íntimas relaciones entre sí, como elementos inseparables que son de un proceso único. Pero entre ellos hay cierta gradación y subordinación que los especifica y distingue.

La educación se refiere, como hemos dicho, al desenvolvimiento de todas nuestras facultades o funciones, al desarrollo y dirección de todas las energías espirituales y físicas de nuestra naturaleza, con el fin de hacernos aptos a una vida más completa.

La instrucción es la adquisición de conocimientos, el acto de aprender, de saber. Es verdad que los conocimientos, el saber, son indispensables para la educación, pues la inteligencia y demás facultades no se desenvuelven sin ellos. No hay educación sin instrucción, pues instruir es construir y son las ideas adquiridas las que constituyen la mente. Pero una cosa es adquirir conocimientos y otra es disciplinar y desenvolver mediante los conocimientos las diversas facultades. La educación es como un fin y la instrucción su medio. Es insuficiente y deficitario cuando solo se instruye. La escuela que solo instruye, que solo provee de nociones de acuerdo a un plan fijo, que somete a los niños/as a la inmovilidad de la silla y a las torturas del examen es una institución dogmática y esclavizadora y, por tanto, inadecuada.

La enseñanza es algo diferente. Enseñar, como etimológicamente indica insignare-señalar-, es llamar la atención del alumno/a sobre algo que se quiere que se grabe en la mente, que lo aprenda. No es presentar simplemente los conocimientos, ni tampoco una simple trasmisión de conocimientos, es despertar mediante excitaciones deliberadas y sistemáticas, los sentidos y demás facultades del alumno/a con el fin de provocar el proceso de instrucción. O sea, enseñar es estimular, inducir a hacer. Es una obra de cooperación entre el discípulo y el maestro. La enseñanza es un medio adecuado para la instrucción, aunque no es único, pues puede darse una instrucción espontánea sin enseñanza previa. Puede haber conocimiento con la simple percepción de los objetos que nos rodean. Pero la enseñanza también tiene la finalidad educativa al estimular, desarrollar y disciplinar diversas facultades.

Los conocimientos que el alumno/a adquiere por su propia iniciativa, aunque sea bajo la impulsión del maestro/a, son más duraderos, porque son más íntimos y le satisfacen más, le proporcionan el encanto de haberlo averiguado. La enseñanza ha de ser siempre racional y, también, práctica. Lo que solo se sabe por teoría se olvida pronto. Nunca se conoce tan bien el funcionamiento de una máquina como cuando uno mismo la hace funcionar. Se fijan más los conocimientos adquiridos.

En la enseñanza se ha partir de la experiencia personal y de los conocimientos elementales del niño/a. Se ha de dirigir a los sentidos con conocimientos concretos, empezando por las ideas particulares, por la observación de hechos y fenómenos, para luego pasar gradualmente de lo fácil a lo difícil, de lo conocido a lo desconocido, de los sentidos a la razón y al juicio, de lo concreto a lo abstracto, de las ideas particulares a las generales, de los hechos y fenómenos a los principios y leyes generales, de las cosas a los nombres y del conocimiento a las definiciones. Por eso la educación intelectual y la enseñanza son inseparables, porque no puede haber educación sin enseñanza, ni tampoco verdadera enseñanza que no sea, en verdad, educadora. Que es posible la educación lo comprueba la historia con sus progresos incesantes y lo demuestra nuestra propia experiencia, pues a medida que estudiamos notamos que la educación no solo es posible sino eficaz.

Elementos de la educación

Como venimos afirmando la educación es el mejoramiento o perfeccionamiento del individuo, pero como éste no vive solo – el aislamiento de la sociedad es pura abstracción- hace que la educación se base en tres elementos: el individuo, la sociedad y el progreso. Con la educación se perfecciona el individuo al estimular el desarrollo de su inteligencia, de su carácter, de su capacidad creadora. Todas las partes de nuestro ser, todas las facultades, lo mismo intelectuales que morales y físicas son susceptibles de desarrollo, eso sí, mediante ejercicios adecuados, prudentes y sistemáticos. La educación ha de propender al desarrollo integral de la personalidad de cada uno. El ser humano es racional, sociable, que habla, que aspira y la educación puede desarrollar esas potencialidades. Siendo el niño/a un organismo fundamentalmente activo, se le debe dar oportunidades para que alcance el máximo desenvolvimiento de su personalidad y de sus disposiciones y logre la capacidad de superarse y de controlar su conducta, de responsabilizarse de sus actos, de poder vivir la vida con racionalidad. La educación siempre es eficaz pues siempre perfecciona al ser humano. La eficacia de la educación está sostenida por la perfectibilidad del ser humano.

El proceso de toda educación debe ser continuo y gradual. No se debe adelantar ni retrasar el proceso, porque la naturaleza no salta, sino que procede lenta y gradualmente. De la misma manera que a un niño de tres años no se le puede obligar a que corra una maratón, ni se le deben enseñar las raíces cuadradas, tampoco hay que esperar que cumpla los quince para educarle en hábitos de higiene, por ejemplo. Muchos padres buscando el “niño prodigio” se complacen en despertarle tempranamente las capacidades de sus hijos/as cargándolos de trabajos y ejercicios que no pueden sobrellevar, sin pensar que lo prematuro agota y acaba con la capacidad. También los saltos y las interrupciones en el proceso educativo producen graves perturbaciones en el desarrollo.

El medio de educación por excelencia es el ejercicio. Mediante el ejercicio se consigue el desenvolvimiento de las facultades del educando. Pero el ejercicio debe ser proporcionado según su capacidad. Si el ejercicio es menor que la capacidad es un tanto inútil, deviene el tedio; si es igual hay conservación, pero no desarrollo. Para que haya desarrollo el ejercicio ha de exceder a la capacidad, pero sin sobrepasar la fatiga, pues sobreviene la fatiga, el surcharge y se pone en peligro la salud del educando. Ahora bien, para anclar las ideas hay que presentarlas muchas veces.

Los sentidos, que constantemente están funcionando, también han de ser objeto de educación para hacer un mejor uso de ellos. El niño/a que ha aprendido a fijarse en la forma de los objetos que le rodean, se convierte en un hábil observador. El que ha sido educado desde pequeño a tener firmeza en la mano y precisión en el tacto estará mejor dispuesto para ser un buen dibujante, un excelente músico o un extraordinario cirujano. La falta de educación del oído para estimar las más sutiles diferencias de inflexión y de expresión vocal, redundará en contra del gusto por la música, la perfección literaria o el aprendizaje de los idiomas. Conociendo prematuramente un defecto visual puede haber mejor curación.

La atención es educable. Sin atención no hay conocimiento posible. Si no se atiende bien no es posible pensar bien, ni aprender. Por el contrario, el que atiende multiplica sus fuerzas, aprovecha el tiempo, percibe las ideas con más claridad y las recuerda con más facilidad. La atención se consigue logrando el interés. El interés es el manantial de donde brota la actividad intelectual. Sería inútil hacer notar las diferencias y los resultados escolares, tan distintos de una educación que logra interesar a los alumnos/as, que sabe despertar el interés múltiple y esa enseñanza fundamentada en el verbalismo absurdo que, lejos de interesarles les hace seres pasivos, para los que las horas de clase son horas de tormento o de desesperante aburrimiento. No hay nada que despierte y conserve más el interés que la misma actividad, pero la del discípulo, la que realiza, no caprichosamente, sino obedeciendo a un plan propuesto por el educador/a y realizado por el mismo alumno/a de modo consciente y libre. No es educación activa cuando es el profesor/a el único que realiza hermosas experiencias de física o química o analiza un mineral. La actividad del profesor/a no supone actividad del discípulo/a si éste permanece en inactividad, solo observando, sin tocar o realizar. La actividad engendra hábitos de trabajo, de moralidad y de dignidad. Las materias han de hacerse atractivas e interesantes, hacer sentir el deseo de conocerlas, provocando diversas clases de interés: interés de utilidad, de placer de novedad, de curiosidad, de simpatía, etc. Cuando se separa la actividad del interés se crea un vagabundeo mental. El desinterés ha obligado a la creación de un arsenal de medios de coerción (castigos, premios, notas calificaciones, etc.) que en realidad son sucedáneos de ese interés ausente. ¿Qué es lo que actualmente determina el trabajo en la mayoría de nuestros centros escolares? La respuesta son los exámenes, las notas, las calificaciones. Es decir los alumnos/as trabajan para la escuela, no para ellos. Lo que en realidad ha de hacer la escuela es preparar al chico/a para la vida.

Una derivación de la actividad es la experimentación. La experimentación excita el interés para los descubrimientos y lanza a los alumnos/as por el camino de la investigación. Ocurre que con este procedimiento se va muy lento y no se puede estudiar mucha materia. La escasa producción científica aquí en España es debido a ese desprecio de la experimentación y esa tendencia fatal que reduce las enseñanzas, aún las más prácticas, a una repetición del libro de texto.

(Continuará)

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