nuevodiario.es
'Las últimas reformas educativas en España, La LOCE o Ley de Calidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

"Las últimas reformas educativas en España, La LOCE o Ley de Calidad", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

sábado 14 de octubre de 2023, 08:48h

Tras ganar el Partido Popular por mayoría absoluta las elecciones generales el 12 de marzo de 2.000, José María Aznar López es reelegido presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados el 26 de abril, jurando su cargo ante el Rey en el Palacio de la Zarzuela ese mismo día. Al formar gobierno nombra ministra de Educación, Cultura y Deporte a Pilar del Castillo Vera, quien promulga el 23 de diciembre de 2.002 la primera reforma educativa del Gobierno del Partido Popular con la Ley Orgánica 10/2002 de Calidad de la Educación. Aunque esta ley tuvo una vida bastante efímera, pues la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) en el 2.004, quien aprobó un decreto ese mismo año paralizando la aplicación de muchas de sus medidas y en 2006 es reemplazada por una nueva ley socialista, la Ley Orgánica de Educación (LOE), conviene analizarla en profundidad porque recoge la filosofía pedagógica del Partido Popular, ya que al llegar de nuevo el poder volverá a aplicarla. Como es de suponer estos cambios tan radicales en tan poco tiempo no favorecen mucho el sistema educativo español.

'Las últimas reformas educativas en España, La LOCE o Ley de Calidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

Medidas que propone la Ley de Calidad para alcanzar los objetivos

-Prodigar los exámenes para averiguar si se sabe, pues”no se ha aprendido lo que no se sabe que se ha aprendido”.

-Implantar una Prueba General de Bachillerato (reválida) de ámbito estatal, objetiva y externa para poder obtener el título de Bachillerato.

- Establecer itinerarios educativos para equilibrar los aprendizajes con las motivaciones, porque la evidencia internacional se decanta por los “sistemas de oportunidades” frente a los “sistemas comprensivos”.

-Establecer el Cuerpo de Directores (profesionalizados) y que la Administración los designe en los centros escolares,

-Aplicar a los emigrantes un programa de aprendizaje profesional si tienen problemas de adaptación en la ESO.

Como se gesta la Ley de Calidad

Aún no ha terminado la primera promoción del bachillerato LOGSE y ya hay sectores que lo sentencian, sin dar tiempo ni a mejorar ni a modificar. Cuando aún no acababa de implantarse del todo la LOGSE (en el curso 2-001-2.002 termina de aplicarse definitivamente), cuando aún no hay la suficiente perspectiva, la propaganda oficial, para generar una demanda social que legitime los objetivos de la Ley de Calidad, publica en los medios de comunicación que le son afines – la mayoría- informes tendenciosos sobre el fracaso escolar, el descenso del rendimiento y la conflictividad y violencia en las aulas. Aunque esos informes no ofrecen datos rigurosos – y son cuestiones demasiado preocupantes para que no se hubiera indagado sobre las causas reales de esas denuncias-, son utilizados para crear el máximo de alarmismo social con la exclusiva finalidad de culpabilizar a la LOGSE –y por ende a los centros escolares- , achacándole todos los desajustes sociales y conductuales que atribuyen a la juventud. Por otra parte el Ministerio de Educación del PP nunca hizo público un mínimo diagnóstico de lo que acontece en los centros escolares, ni de las posibles responsabilidades de la Administración, del Profesorado, de las facultades de Educación, de los materiales curriculares aprobadas por el Ministerio y Conserjerías de las Comunidades Autónomas, ni del funcionamiento de los Inspectores, ni de la Alta Inspección del Estado.

La LOCE o Ley de Calidad se elaboró con prisas y ocultismo, a puerta cerrada y sin contrastar las propuestas de una manera transparente y diáfana. Se impone sin hacer un análisis ajustado a la realidad, sin haber hecho ningún diagnóstico con detenimiento sobre el sistema educativo en su conjunto. Sin un juicio claro y riguroso no es posible proponer y debatir medidas para mejorar un sistema educativo. Ensayar nuevas reformas sin haber analizado previamente y con seriedad las causas del fracaso achacado a las reformas anteriores, comporta que tarde o temprano se reproduzcan los problemas, y las consecuencias son muy graves, ya que se juega con el material más preciado, que son nuestros jóvenes, de donde surge el devenir de la sociedad. Además hemos de tener en cuenta que los sistemas educativos operan en el largo plazo y la medida de sus efectos es imprecisa para que sean descalificados con rotundidad. No cabe duda que la incorporación de la educación secundaria a los institutos, junto con la prolongación de la obligatoriedad educativa hasta los 16 años, está generando en esos centros problemas nuevos que exigen nuevas estrategias de resolución. Y la Ley de Calidad no deroga ni la obligatoriedad educativa hasta los 16 años, ni que los institutos se hagan cargo de la secundaria.

La calidad y la cultura del esfuerzo

La Ley de Calidad se publica y se publicita con conceptos sin definirlos. Conceptos con los que estamos todos de acuerdo: calidad, esfuerzo, trabajo. Todos estamos de acuerdo con esos conceptos, pero es preciso ver cómo se definen, cómo se desarrollan, porque no es fácil definir calidad o esfuerzo. La palabra más frecuente en la Ley de Calidad es “esfuerzo” (“cultura del esfuerzo”), 22 veces está escrita. Pero no se propone nada para motivar a los alumnos/as. No se analiza el porqué del desinterés de muchos alumnos/as, no se sugieren alternativas motivadoras para estimular el esfuerzo del alumnado. Se busca que el alumno/a se esfuerce por imposición y no por convicción. Utiliza la terminología (calidad, oportunidades, flexibilidad, excelencia, etc.) para amagar el verdadero propósito elitista. No propone medidas para combatir el fracaso escolar, sino que intenta encubrirlo para dejar fuera del sistema a todos los alumnos/as que por razones diversas necesitan más recursos y soportes.

Si se dice que desciende el nivel, es que se compara con situaciones anteriores. ¿Con cuál? ¿Con la anterior a 1.970? Según el Libro Blanco sobre Educación en España, documento oficial publicado en 1.969, de cada 100 alumnos/as que iniciaban la enseñanza primaria (y había un alarmante porcentaje de niños/as sin escolarizar) solo 27 llegaban a ingresar en la enseñanza media (que comenzaba a los diez años), 18 aprobaban la reválida del Bachillerato Elemental; 10 la reválida del Bachillerato Superior, 5 superaban el preuniversitario y 3 alcanzaban los estudios universitarios. ¿Se puede afirmar con seriedad que desde 1969 hasta ahora ha descendido el nivel educativo por culpa de haberse implantado la escuela comprensiva con su programa común, primero en 1.970 y después en 1.990?

La comparación con la etapa que reemplaza la LOGSE tampoco resiste juicio alguno, pues el 73% de los que acaban la ESO hacen bachillerato o módulos profesionales (para ambos casos se precisa el graduado de secundaria, antes casi la mitad de los que cursaban la EGB no sacaban el graduado escolar, de los cuales alrededor del 18% de los chicos/as de 14 años no seguían estudiando; la formación profesional de primer grado era un desastre y el 70% de los que la iniciaban no la terminan. El BUP se orientaba exclusivamente a los estudios universitarios e iban dejando en la cuneta, sin ofrecer otras opciones, al 20% de los alumnos/as que lo cursaban. No hay punto de comparación, a pesar de las dificultades que encuentra la LOGSE en su aplicación. Pero el hecho de referirse a la cuestión del fracaso escolar siempre da réditos políticos, aunque no se haya hecho ningún estudio con un mínimo de rigor que demuestre la pretendida caída de niveles.

La cuantificación del nivel educativo

Además medir y cuantificar el nivel educativo es difícil, si se entiende la educación en su perspectiva global. El riesgo de la búsqueda de nivel es que se reduzca a lo más fácil de medir: los logros académicos. Calificar todo el nivel educativo con solo el baremo de esos logros no es muy acertado. Es una reducción muy peligrosa de lo que significa educación. La noción de buenos resultados no se agota con la dimensión académica, sino que se extiende a lo conseguido en el desarrollo de capacidades, a la formación de los alumnos/as para el ejercicio de la ciudadanía y al refuerzo de los valores morales para la convivencia. Los centros educativos de calidad han de caracterizarse por la importancia que conceden a esos resultados educativos.

Se recurre a indicadores abstractos como que “nuestros alumnos están por debajo de la media de los países europeos más avanzados en la capacidad para comprender lo que se lee…” sin hacer alusión sobre las inversiones que hacen esos países en educación y bibliotecas. Aunque, y sin que sirva de autocomplacencia, según el informe PISA la puntuación de los estudiantes españoles en análisis de textos es mejor en conjunto que la de países como Italia o Alemania. De todas formas ya estuvo gobernando el Partido Popular cuatro años, el tiempo suficiente como para haber paliado esas deficiencias que demanda con las debidas inversiones. Pero los gobiernos del PP no solamente incumplieron el compromiso financiero de dotar el presupuesto que acompañó la LOGSE cuando la aprobó el Parlamento, sino que desde que ocuparon el Poder el gasto educativo ha ido disminuyendo inexorablemente: entre 1.996 y 2.000 el gasto global en enseñanza ha pasado del 4’9% al 4’5% del PIB ( la media europea era del 5’5%) Es decir, en España el sistema educativo tiene menor relevancia en las prioridades en inversión pública; comparándolo con los países de la Unión Europea solo Grecia tiene un gasto público menor respecto al PIB, según un estudio de la OCDE de 2.001. España estaba muy por debajo de la media de la OCDE en el porcentaje de profesores de apoyo para los alumnos/as con problemas educativos. En cuanto al gasto por alumno en secundaria España solo va por delante de Gracia e Irlanda. Y eso que una gran parte de los recursos públicos destinados a educación se dedican a financiar la enseñanza privada en régimen concertado, ocupando España en ese punto el tercer puesto de la UE en el reparto porcentual ente gasto público y privado.

Se considera fracaso escolar cuando los jóvenes abandonan prematuramente el sistema educativo o no alcanzan una preparación suficiente, por lo que tendrán más dificultades para encontrar trabajo digno y para integrarse en la sociedad. En España el índice de alumnos que consiguieron el título de secundaria fue en 2.001 del 73%, por debajo de la media de la OCDE que estaba sobre el 80%. Aminorar, pues, el fracaso escolar, es una de las tareas más urgentes de la sociedad, ya que de ello depende, en gran medida, el progreso personal, el desarrollo económico del país y la cohesión social.

¿Cómo pretende el PP reducir el fracaso escolar con la Ley de Calidad?

El PP pretende reducir el fracaso escolar por medio de repeticiones de curso y con los itinerarios, que generarán, según estiman, la verdadera cultura del esfuerzo. El gobierno del PP culpa a la LOGSE la falta de motivación y esfuerzo de buena parte del alumnado cuando pasan de curso habiendo suspendido varias materias. En esta aseveración no se tiene en cuenta que los periodos de valoración que establece la LOGSE no son cursos, sino ciclos de dos años. Los del PP dicen que el pasar de un curso a otro sin haber alcanzado los conocimientos mínimos es lo que desmotiva, es lo que hace que se instale en las aulas la cultura de esforzarse lo menos posible. Y no les falta razón. ¿Pero de quién es la culpa? Trimestralmente se resumen resultados parciales de la evaluación continua para ver los que necesitan que se les aplique un refuerzo para que no pierdan el ritmo y se distancien de sus compañeros, pues no todos tienen las mismas capacidades. Si en vez de poner remedio dedicándoles un tiempo a los lentos, a los que se despistan, si no se les ayuda en sus problemas y dificultades, si no se les explica de forma comprensible valorándolos y reconociendo sus avances y logros y, en lugar de ello, se entregan unas calificaciones para que todo el mundo se entere de sus malas notas seguro que al terminar el curso suspenden. El PP y lo refleja en La Ley de Calidad no contempla la necesidad de dar a cada alumno/a aquello que necesita para optimizar y reconducir sus capacidades, lo deja al albur de los padres. Renuncia a la promoción del alumno/a que se encuentra en situación de precariedad, porque no cree en la educación. Su pretendida calidad radica en el establecimiento de controles de promoción uniformes para seleccionarlos lo más tempranamente posible. Los clasifica y separa según su expediente académico, renunciando a desarrollar sus capacidades. Los gobiernos del PP no entienden la educación como un derecho social básico, sino como un instrumento de promoción individual a partir de las capacidades intelectuales, económicas y sociales de cada uno. Bajo esta filosofía la población escolar queda acotada en dos grupos estigmatizados, los “normales” y los que sus padres no pueden o se desentienden de ponerles la ayuda que el centro escolar no provee.

La Ley de Calidad rompe la concepción de la ESO en ciclos y hace repetir por curso a los que han suspendido tres o más asignaturas. Lo cual es un absurdo plantear más posibilidades de repetición porque la enseñanza obligatoria no se puede extender más allá de los dieciocho años. Además se plantea la repetición como si fuera la panacea. Antes de la repetición de curso se ha perdido mucho tiempo (hasta que finalice el curso) para remediar las dificultades detectadas en los trimestres, con lo que significa, además, de distorsión del ritmo en las clases. Por otra parte se sabe por experiencia que en la mayoría de los casos no hay recuperación de los repetidores, porque se reincide en la misma estrategia, se vuelve a ofrecer al repetidor los mismos contenidos y de la misma forma con la que ya dejó claro que no se acomodaban a su idiosincrasia, La repetición siempre funciona más como estrategia de segregación, de estigmatización, de etiquetado, algo que afecta a la autoestima del alumno/a. “ La repetición no comporta- dice la OCDE- mejorar los resultados educativos. La repetición es costosa e insuficiente y sus beneficios académicos son leves y de corto recorrido”.

Si el sistema educativo busca que todos puedan asumir unos conocimientos mínimos desarrollando al máximo posible sus capacidades, la calidad se puede entender de una manera. Pero la Ley de Calidad la entiende instaurando un sistema educativo clasista y separador buscando la excelencia de unos cuantos, en lugar de poner los remedios necesarios para que todo el alumnado pueda desarrollar al máximo sus capacidades. A los repetidores, para que no perturben el ritmo de los “normales” en 3º de ESO los agrupa en el denominado itinerario de orientación técnico-profesional, que será la vía rápida de inserción laboral. Es una forma sibilina de segregar del sistema escolar sin haber cursado los estudios obligatorios. Ya lo había dejado claro el Consejero de Educación de la Autonomía de Madrid (del PP), “que los jóvenes emigrantes en edad escolar no habían arriesgado sus vidas viniendo en pateras para aburrirse en las escuelas, que lo habían hecho para trabajar”.

Lo itinerarios

Sin haber alcanzado la madurez necesaria para tomar decisiones que afectan a su vida laboral, al finalizar 3º de ESO el alumnado ha de escoger uno de los itinerarios que establece la LOCE: el tecnológico, el científico o el humanístico. A lo que hay que añadir como cuarto itinerario los repetidores de la vía rápido de inserción laboral. O sea los alumnos/as se han de decantar por la cualificación profesional que va a obtener en el sistema escolar: una opción académica para unos alumnos/as de buen rendimiento y aptitud; una opción profesional (el itinerario tecnológico) para los de buena actitud, pero con un expediente académico poco brillante; y finalmente, un itinerario ocupacional para los alumnos/as con grave déficit de aprendizajes básicos y con manifestaciones de rechazo escolar. Con estos itinerarios se vuelve a separar la formación académica de otra más práctica o profesional. Se vuelve a degradar la Formación profesional al considerarla una alternativa de segunda categoría. Al finalizar el segundo curso de la ESO el “equipo de evaluación” con el asesoramiento del “equipo orientador” emite “un informe escolar” de cada alumno/a indicándole el itinerario que ha de seguir. Muchas familias, que buscan en la educación y enseñanza la garantía de la promoción humana y social de sus hijos/as, por poco que puedan los encauzarán a los centros privados concertados, donde no hay itinerario tecnológico y, por supuesto, el “itinerario basura”, porque la Ley de Calidad promueve la jerarquización ente los centros escolares al dictaminar que los centros privados, concertados o no, no tienen obligación de ofrecer todos los itinerarios, ni tampoco admitir a los mediocres, con discapacidad o de colectivos sociales desfavorables, ya que se les permite exigir el expediente académico en la admisión. Estos requisitos no los tienen, por supuesto, los centros públicos, que de admitir a todos los alumnos/as que se presente. Los centros privados, concertados o no, al seleccionar al alumnado se rodean de una aureola de calidad, convirtiéndose en centros de elitismo y distinción social.

La política educativa del PP está obsesionada por la privatización de la enseñanza, de ahí el énfasis a que las familias puedan elegir los centros a los que enviar a sus hijos/as. En vez de considerar al sector de la enseñanza privada concertada como subsidiaria de la red pública, como así se pensó cuando e promulgó la LODE, se invierten los términos y se busca destinar a los centros públicos a aquellos niños/as que a la red privada no le interesan. Así es como se va a unos centros concertados, que se alimentas de fondos públicos, que no contribuyen a la cohesión social y unas escuelas públicas, que cada vez serán más centros asistenciales que de educación, que han de afrontar con escasos recursos los retos de la marginalidad y la masiva inmigración. Ese es el verdadero objetivo de la Ley de Calidad, garantizar la “calidad” de los centros privados desviando hacia la pública la conflictividad.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios