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MARISA ARAGÓN: LA LETRADA POR LA IGUALDAD, por María Antonia García Jiménez, Abogada

MARISA ARAGÓN: LA LETRADA POR LA IGUALDAD, por María Antonia García Jiménez, Abogada

miércoles 15 de febrero de 2023, 09:13h
MARISA ARAGÓN: LA LETRADA POR LA IGUALDAD, por María Antonia García Jiménez, Abogada
Una de estas letradas que inició su andadura profesional con ella, María Antonia García Jiménez, colegiada nº 454 del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca, se refiere a Mª Alfonsa Aragón Pallares en los siguientes términos:

“Recuerdo que era una fría mañana de Enero a finales de la década de los ochenta, llamé a su puerta, venía recomendada para la pasantía, y ella dijo:¡Pase!.

Desde el instante que atravesé el quicio de la entrada, y la vi sentada detrás de aquella mesa de caoba desbordada de expedientes, tuve un pálpito, y supe que entraba en el mundo de la Abogacía para quedarme.

Cuando una persona es transcendental en mi vida, la asocio con una obra musical, ella transmitía fortaleza y seguridad, no dejaba rendija para el desánimo, por ello estará siempre asociada en mi imaginario con aquella suite que encargó Jorge I de Inglaterra a Händel para su coronación y que se estrenó en aguas del Támesis, el “Water Music”.

Era nítida, directa, se acoplaba magistralmente en los escritos o en las vistas para ser escuchada, como esa sonora obra realzada por oboes y trompetas.

La Abogacía era el vehículo que utilizó para defensa de la igualdad, en tantos y tantos asuntos de derecho de familia. Argumentaba todas las estrategias procesales, los razonamientos más novedosos para que la interpretación de las leyes fuese implacable con el principio del art. 14 de la Constitución, y que la igualdad fuesen un hábito en la vida cotidiana de los/as ciudadanos/as a los/as que defendía o asesoraba.

La legislación de familia en la década de los ochenta correspondía a otra sociedad, aún existía un proceso de separación previo y obligado al divorcio, una causalidad para la interposición y defensa de la ruptura del vínculo, y ella supo estar ahí, ya era una exitosa letrada, el sostén en numerosas demandas y contestaciones que conducían a fallos favorables a los intereses de sus clientes, la mayoría mujeres que acudían a ella con la convicción, de forma inconsciente o no, del sometimiento a sus maridos; e, incluso, el maltrato físico o moral era la cruz del matrimonio. Ella desmontaba los miedos, de aquellas señoras que dejaban toda trayectoria personal y profesional para dedicarse a la familia, pero que cuando el vínculo entraba en crisis, carecían de independencia económica y se exacerbaban los temores, las inseguridades y afloraba la falta de autoestima. Ella estaba ahí, luchando para lograr la guarda y custodia de sus hijos, la más favorable la pensión de alimentos para la prole, la pensión compensatoria equitativa, la litis expensas necesaria, la liquidación de gananciales más idónea.

Era el año 1990. Me dijo que daría una conferencia para las antiguas alumnas del Colegio de San Francisco, - donde ella había estudiado de pequeña-, el tema era sobre la igualdad de derechos entre los/as hijos/as dentro y fuera del matrimonio; pues bien, me comentó una reflexión que expondría, me dejó perpleja, sobre que si fuese ella legisladora propondría que fuese opcional poner en primer lugar el apellido de la madre a los vástagos en la inscripción en el Registro Civil. Ella fue una adelantada a su tiempo, que, como Casandra, tenía clarividencia, aunque no la creyesen. Ella ejerció el derecho de forma activa hasta el año 2019, con el convencimiento de que la igualdad de género era más que un derecho a conquistar o preservar, era el estado natural de toda persona, una obviedad, por ello era defensora vehemente contra cualquier desigualdad y la violencia contra las mujeres.

En el año 1989 fue mi madrina en un acto solemne ante el Juez Decano de Lorca, lo fui después de otras muchas letradas, y a todas nos inculcó la pasión por el ejercicio de esta profesión. Los años que estuve en su despacho, antes de la llegada de los consultores jurídicos por internet, abríamos aquellos abultados libros de jurisprudencia de las editoriales Lex Nova o Aranzadi, donde buceábamos en la búsqueda de sentencias del Tribunal Supremo, como aquellos estudiosos monjes que describía Umberto Ecco , en su magnífica obra “El nombre de la rosa”, pero a diferencia de ellos, nosotras reíamos y disfrutamos cuando encontrábamos aquellos razonamientos jurídicos que clarificaban y serían la base de la pretensión que defendíamos.

Ella es María Alfonsa Aragón Pallarés, Marisa, Abogada del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca con número de colegiación 376. La Letrada por la igualdad.

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