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LA DELEZNABLE SUPERCRACIA ESPAÑOLA

LA DELEZNABLE SUPERCRACIA ESPAÑOLA
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viernes 13 de mayo de 2022, 18:51h
LA DELEZNABLE SUPERCRACIA ESPAÑOLA

“TONTOS”, si es que sois, somos muy tontos. Así se las gasta Ignacio Galán, presidente de Iberdrola. La soberbia descontrolada de este individuo no creo que esté gustando, ni a vosotros ni a la “supercracia”, nuevo sujeto histórico dominante que representa y que prefiere permanecer en el anonimato sin llamar mucho la atención. Empresas transnacionales, imperios mediáticos y de entretenimiento, gigantes económicos. Accionistas de cara sin rostro…

No os engañéis. De los dos sujetos históricos dominantes y enfrentados en el siglo XX, el comunismo y el capitalismo, no ha quedado nada. El comunismo se derrumbó por su propio peso. El capitalismo ha envejecido a solas y nos lo han cambiado de nombre, neoliberalismo. El neoliberalismo, a favor o en contra, es la excusa perfecta para que los partidos políticos permanezcan siempre a la gresca en su afán de sobrevivir y justificar sus carencias de líneas de Estado. Sin embargo, este neoliberalismo, es decir, la fase decrépita del capitalismo expresado a modo circense en el Parlamento, no puede competir con la supercracia, el nuevo sujeto histórico imperante que es una clase espiritual, no social, más joven y revolucionaria que opera por encima de las soberanías nacionales de los países, “pasándose por el forro” sus marcos constitucionales y las libertades individuales y derechos de los ciudadanos.

En la historia, no existen hechos, solo interpretaciones de ellos, y la verdad es aquello que la voluntad de poder conquista. Por este motivo, como explicaba Nietsche, la verdad es lucha y la historia son verdades que colisionan, venciendo siempre la de los más poderosos. En 2021, publicamos, en la editorial Firma RJS, el ensayo “El despertar de la Ira: manual de lucha”. Necesitábamos acuñar un neologismo que definiera cuál es el nuevo sujeto histórico dominante en la actualidad y desentrañar su origen, cuáles son sus características y cómo opera para influir, mediatizar y manipular no solo a los Gobiernos de cualquier país, sino también a todos y cada uno de los individuos. ¿Cómo surgió el neologismo supercracia?

Aristocracia procede del griego “aristos”, es decir, “el mejor” y de “krátos”, o sea, “poder”, y su etimología significa “el gobierno de los mejores”. En el momento de la adquisición del préstamo “mejor” se equiparó a “noble” como clase dirigente, es decir “el gobierno de los nobles”. Para nombrar al nuevo sujeto histórico creamos el neologismo, “supercracia” ya que define el poder en su máxima expresión y en todas sus acepciones. La supercracia es el gobierno de los todopoderosos: los supércratas son omniscientes porque son los veraces, es decir, los que determinan las verdades de la realidad. Son omnipresentes porque como sujeto histórico nacido en la globalidad alcanzan a todos y cada uno de los individuos por medio de la tecnología. Son omnipotentes porque su poder impera por encima de las soberanías nacionales.

Si el neoliberalismo es la fase envejecida de una clase social, la burguesía capitalista que se originó en un cambio de poder por medio de una nueva redistribución de la riqueza y una nueva concepción de mercado, la supercracia es la expresión de una clase espiritual en la que esta dimensión económica es solo uno de sus aspectos porque su voluntad de conquista no es territorial. Su voluntad de conquista es la naturaleza humana.

¿Os habéis fijado cómo en vez de ciudadanos, pudiendo o no participar constructivamente en la vida política, pero ejerciendo siempre nuestras libertades individuales como argumentar razonadamente u opinar, nos hemos convertido en hooligans de fútbol? Mediatización, manipulación, desinformación, control, censura, autocensura, contracensura, retrocensura, metacensura… Mejor no abrir la boca. Realmente y a modo de símil: ¿serías capaz de argumentar racionalmente con un hincha del Real Madrid o del F. C. Barcelona más allá de la emocionalidad? La manipulación de nuestra emocionalidad a nivel individual y social es el escenario ideal para la supercracia y es uno de sus pilares. Los partidos políticos también participan de este juego emocional erróneamente, pero no tienen nada que hacer ante la pujanza de esta nueva superclase.

Sí, señor Galán. La supercracia hace muy bien su trabajo y cumple sus objetivos: nos habéis vuelto muy tontos. Puede burlarse de nosotros, pero, al menos, tenga el detalle de no reírse en nuestra cara y resérvese el cachondeo para cuando celebren sus reuniones a puerta cerrada. ¡Ah! Y si se ha sentido ofendido, le pido disculpas.

Raúl Jiménez Sastre

Escritor y director de la editorial Firma RJS

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