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'El Calvario del retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

"El Calvario del retablo de Sant Martí Sarroca", por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

sábado 29 de julio de 2023, 09:06h
'El Calvario del retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

Jesús fue crucificado en el Calvario, en hebreo=”Gólgota”, que significa calavera, nombre cogido por su forma: era un tozal de unos cinco metros de altura.

La crucifixión probablemente empezó a usarse entre los persas. Alejandro Magno lo introdujo en Egipto y Cartago. Y parece ser que los romanos lo aprendieron de los cartagineses. Aunque los romanos no inventaran la crucifixión, la perfeccionaron como forma de castigo y tortura, la diseñaron para producir una muerte lenta con el máximo dolor y padecimiento. Convirtieron la crucifixión en uno de los métodos de ejecución más cruel y degradante, y se reservaba exclusivamente a los esclavos. Durante el Imperio la jurisprudencia continúa reservando esta pena para los delitos más graves: robo, piratería, asesinato, traición, sedición y disturbios: y precisamente de esta última inculpación fue acusado Jesús.

La iconografía ha establecido que los clavos atravesasen las palmas de las manos en el crucificado, pero la investigación arqueológica demuestra que se clavaban por debajo de las gobanillas del reo, entre los huesos del antebrazo, el cúbito y el radio, y es porque el peso del cuerpo hacía desgarrar fácilmente la carne de las manos.

Según la costumbre romana pusieron en la cruz, encima de la cabeza de Jesús una tabla (tabe.la) con el motivo de su condena en hebreo, griego y latín: Este es Jesús, el rey de los judíos (Mateo 27, 17), que en pintura se abrevia con el acrónimo INRI (Jesús Nazareno Rex Judeorum) (Juan 19, 19)

Hacia las tres de la tarde, según el relato de Mateo y Marcos Jesús exclamó en arameo:

  • Elí, Elí ¿lemá sabactani’ (Dios mío, Dios mío, por qué me abandonas? (Mateo 27, 46): “y después de encomendar su espíritu al Padre, lanzó un último grito y expiró”.

Es este momento de la muerte el que se representa en el retablo de Sant Martí Sarroca: Jesús está representado con los ojos medio cerrados: la cabeza caída y ligeramente inclinada hacia la derecha donde está María, su madre, quien está a punto de desfallecer entre tres mujeres, María Magdalena, María, madre de Santiago Menor y Salomé, madre de Santiago y Juan. Aunque un poco delgado, hay que subrayar la buena proporción que el pintor consiguió a la hora de plasmar el cuerpo desnudo de Jesús. El cuerpo, cubierto por un simple paño de pureza, está sujeto a la cruz con tres clavos, uno para cada mano y el otro para los dos pies. Eso provoca que las rodillas queden arqueadas y una pierna esté encima de la otra y, de esta manera, se refuerza todavía más la sensación de sufrimiento.

La tradicional cruz latina (de cuatro brazos desiguales) es sustituida por la cruz en forma de T, con solo tres brazos. El brazo superior es sustituido por el rótulo con la inscripción de INRI.

Marcos y Mateo refieren que en el momento de la muerte de Jesús había una gran multitud: soldados, mujeres, discípulos. En el Evangelio de Juan se menciona también la madre de Jesús y “el discípulo a quien estimaba”. El texto del Evangelio no hace referencia del nombre del discípulo, pero la tradición cristiana siempre ha mantenido que era el apóstol Juan.

En el retablo de Sant Martí Sarroca vemos, pues, sobre fondo dorado, a Jesús crucificado bien centrado en la escena. A un lado, en primer término, San Juan, que con el gesto de extender la mano, parece pedir perdón a Jesús. Y al otro lado la Madre de Jesús, sostenida por dos mujeres. Este detalle de María que se desmaya y que recibe la ayuda de María Magdalena y Salomé, nos parece que está muy realizado. Sin embargo, el efecto de multitudes, donde sobresalen cascos y lanzas, con la idea de dar profundidad, no lo llega a conseguir.

Los mantos de los personajes son solemnes y las diferentes tonalidades dan esplendor al cuadro.

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