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'El conocimiento del ser humano' por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros
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"El conocimiento del ser humano" por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros

martes 04 de julio de 2023, 08:55h
'El conocimiento del ser humano' por Pedro Cuesta Escudero autor de Atrapado bajo los escombros

Una de las tareas más difíciles de llegar a conocer es la esencialidad humana, su comportamiento, las reacciones, la forma de ser de cada uno de nosotros, lo que en realidad somos. Hay muchas incógnitas, muchos problemas que para la razón son irresolubles. ¿Qué es la razón? ¿Por qué razonamos? ¿Dónde está la razón? ¿Y la libertad? ¿Dónde se localiza la libertad en nosotros? ¿De dónde nos viene la libertad? En fin hay tal gama de incógnitas que aprehender al ser humano en su esencialidad y en su individualidad es prácticamente imposible.

Pero aunque no nos podamos conocer esencialmente del todo, no quiere decir que nos inhibamos en el empeño de saber más de nosotros mismos. Las ciencias que estudian al ser humano avanzan, como las neurociencias que se ocupan del estudio del sistema nervioso central como posible origen de alteraciones invalidantes en la movilidad. La Psicología se ha adentrado sobremanera en la intimidad humana. El descubrimiento del subconsciente y del inconsciente, aparte de dejar patente la limitación de la consciencia, ha supuesto un paso gigantesco para la captación del hombre. Nos anima a pensar que aún podemos recorrer un largo camino. Aunque la única razón por la que experimentamos la vida y la vitalidad es porque somos conscientes.

La clásica concepción del hombre compuesto de cuerpo y alma nos conduce a una errónea interpretación del ser humano. Nos hace ver el profundo abismo entre cuerpo, materia y alma, espíritu, ya que la correspondencia entre alma y cuerpo es tal, que un estudio separado rompe esa unidad que es el ser humano. Además, hay que tener en cuenta que el ser humano no vive solo. Tiene una relación íntima con la especie, que evoluciona imperceptiblemente, y con el medio en que se desenvuelve. Es insuficiente hacer un estudio del hombre en general, sin tener en cuenta todos los factores que lo determinan, pues la intimidad entre la mismicidad del hombre y sus relaciones con la exterioridad van más allá de lo que a veces se piensa.

Al ser humano se le podría definir como una combinación de diversos factores. Y esos factores se localizan en los genes, en la cultura y en las circunstancias que lo rodean. Esas combinaciones se efectúan casualmente o por poderes desconocidos y en una pequeña proporción por nuestra libertad. Empezamos que el emparejamiento de nuestros progenitores y el acto de procreación del que nacemos es el resultado de muchas posibilidades. Lo mismo que un espermatozoide entre una gran variedad sea el que fecunde a uno entre muchos óvulos. Por otra parte, yo mismo, si hubiera vivido en otra época, ¿sería el mismo que el que soy ahora? Si, en vez de vivir en el medio en que me desenvuelvo, lo hiciera en otro ¿sería el mismo? ¿Soy el mismo de antes conforme voy viviendo? ¿Soy el mismo de cuando tenía cinco años? ¿Filosofaría Aristóteles de la misma manera si viviera en esta época?

Mi forma de ser, de actuar, de pensar, de comportarme, mi aspecto físico, mi todo, es una consecuencia de combinar muchos factores. Cada cual tiene su historia que nos hace diferentes unos de otros. Yo, por ejemplo, soy consecuencia del final de la guerra civil, que no de la paz y tranquilidad. Mi padre venía de los campos de concentración en Francia y en España. Cuando nací mi padre fue castigado de quedarse sin trabajo, pues fue expulsado del Magisterio. No creo que hubiera una situación boyante y mi madre murió cuando tenía un año, de exceso de faena y deficiente alimentación. Mi padre volvió a casarse y pudo trabajar en los escolapios hasta que lo reintegraron en el escalafón en un pueblo, cuya vida rural era diferente a la urbana. Los maestros primarios suelen dejar impronta en sus alumnos y yo tuve la suerte de tener como maestros a mi padre y al boticario del pueblo, que me dejaron honda huella. Pasé mi adolescencia en Almansa y en Madrid y antes de que terminara la “edad del pavo” me convertí en un adulto responsable con mi carrera de maestro a los 17 años y con escuela en propiedad ganada en oposición a los dieciocho. Ejercí en una escuela rural del Pirineo y solicité, simplemente por pedir pero sin ninguna esperanza, una plaza en la ciudad de Barcelona. Y me la dieron dando a mi vida un giro copernicano, donde me tuve que abrir camino en otro ambiente y en otra cultura y donde pude estudiar en la Universidad. Se cumplió mi aspiración de vivir en cortijo y después en corte.

O sea, nuestro devenir es consecuencia de combinar unos factores, llamémosle físicos o biológicos, otros ambientales y otros, diríamos espirituales o cognoscitivos y culturales. Todos estos factores están en tan estrecha relación que unos influyen en los otros y viceversa, de una manera notable. El hecho de que los factores físicos del ser humano vayan evolucionando paulatinamente se debe a que el caudal racional va en aumento, o que los factores de pensar cambian, como también las actividades. Por Matemáticas sabemos que con pocos elementos las combinaciones posibles son muchas. ¿Qué diríamos si esos factores son incontables? No hay, por ello, dos seres humanos idénticos. Aunque hubieran dos gemelos genéticamente iguales, cosa que es improbable, y tuvieran exactamente la misma educación, cosa que es altamente difícil, siempre habría una experiencia, un aprovechamiento que los diferenciaría. Lo que algunos aventuran e que la Genética podría “engendrar” un ser humano exactamente igual a un personaje histórico es enteramente falso e imposible. Se podrían clonar seres humanos, pero su ubicación en el espacio y en el tiempo los haría diferentes.

Además, tenemos libertad. Podemos escoger esto o aquello y, según por lo que nos decidamos, repercute en nuestra personalidad de una manera o de otra. Si yo, en vez de venir a ejercer a Barcelona, me hubiera decidido por otro lugar u otra comunidad, seguro que no pensaría exactamente igual que lo hago ahora, luego no sería el mismo. O el lector de estas reflexiones tampoco será el mismo después de analizarlas. Es que el ser humano continuamente se hace. También se puede hacer algo a sí mismo, aunque es ilusorio creernos que nos podemos hacer completamente a nosotros mismos. Por otra parte el poder de la libertad humana es muy limitado. La mayor parte de nuestra vida transcurre e una manera, diríamos automática, sin que nosotros intervengamos conscientemente. ¿Se podría hacer más consciente nuestra vida? Posiblemente teniendo un mayor conocimiento de nosotros mismos con detenimiento podríamos prever mejor nuestras reacciones. Pero nuestras vidas transcurren con mucho automatismo y dependen demasiado del azar.

Por otra parte, aunque no hayan dos personas iguales, no quiere decir que todos los humanos seamos completamente distintos. En tal caso no habría ni sociabilidad. Hay ciertas combinaciones que son constantes en el ser humano en cuanto ser humano. Es decir, desde que el ser humano ya fue ser humano hasta que se acabe el género humano, hay unas constantes que son las que en general lo definen. Por otra parte hay otros factores que son privativos de una comunidad o de otra cultura. También hay otros factores que son característicos de una época, de un medio geográfico, del medio ambiente, etc. Luego están los de la familia y, por último, las combinaciones que pueda realizar cada individuo. Los factores que combinamos cada uno de nosotros son determinantes en la evolución del género humano. Y puede que el final del género humano también sea responsabilidad nuestra, aunque es indemostrable, pues no habría nadie para contarlo.

En conclusión, los caracteres generales del ser humano, tanto en su aspecto fisiológico como en el psíquico, se pueden analizar y sintetizar. No significa que después de ese estudio pueda deducir como soy exactamente, pero, al menos se llega a una cierta aproximación. Por otra parte, el conocimiento que podamos tener de los demás está en razón de cómo nos conozcamos a nosotros mismos. Ocurre que tenemos la tendencia de escudriñar a los demás antes que a nosotros mismos. Y eso que el conocimiento de uno mismo lo tenemos más cercano. Nos atrevemos a condenar a los otros, lo que no hacemos con nosotros mismos, ya que siempre encontramos justificación a nuestro proceder. Ya se dice que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro. Por tanto, una biografía es más sugestiva que una autobiografía. A muchos les da por escribir sus memorias, pero no hay que confundirlas con las autobiografías, ya que en las memorias generalmente se habla más e los demás que de uno mismo. Pero para profundizar en una biografía hay que conocer y analizar todos los factores que rodean al personaje estudiado. Si esto ya resulta una tarea ardua, conocer las intenciones y las posibilidades de su libertad para combinar sus factores personales es rayano en lo imposible.

Da mejor resultado bucear en los personajes creados de las buenas novelas. Se pueden deducir de los personajes de las buenas novelas más peculiaridades que pueden enriquecer el conocimiento de nosotros mismos. O sea el análisis de cualquier personaje de una buena novela, una buena película o una buna obra de teatro sirve para conocernos mejor.
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