La NASA planea llevar a cabo la misión Artemis para buscar vida en la Luna y analizar si es habitable para los seres humanos. Investigadores creen que el polo sur lunar podría albergar vida microbiana debido a sus características de temperatura fría y falta de exposición solar. Además, se plantea la posibilidad de que moléculas orgánicas hayan sobrevivido en un accidente espacial anterior, lo que sugiere la existencia potencial de vida en la Luna.
Después de que en 1969, Neil Armstrong pisara la Luna, el convencimiento general era la nula esistencia de vida en el que consideramos satélite de la tierra, sin embargo la NASA no lo tiene tan claro. Aunque desde entonces se han realizado varias visitas a la Luna, y ahora se ha programado alguna más con un objetivo claro: encontrar vida
Es por ello que la NASA tiene planes de llevar a cabo la misión Artemis en los próximos años, con la intención de que los seres humanos regresen a la Luna. Sin embargo, también reconocen la posibilidad de que no sean los únicos presentes en ese momento.
De ahí que los dos objetivos que barajen sean, el primero, comprobar si existe vida en la Luna y en segundo lugar analizar si es posible que los seres humanos habitemos este satélite.
Según Prabal Saxena, investigador planetario del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, hay nichos potencialmente habitables para vida microbiana en áreas protegidas de cuerpos sin aire.
Saxena mencionó que la investigación reciente sobre los rangos en los que puede sobrevivir cierta vida microbiana respalda esta idea.
La NASA presentó una investigación sobre posibles sitios de aterrizaje para la misión Artemis, ya que creen que podría haber microbios dejados por aquellos que han pisado antes el territorio lunar o por los robots y mecanismos enviados posteriormente.
De acuerdo con Saxena y otros investigadores, el polo sur de la Luna presenta características que podrían permitir la supervivencia y crecimiento intermitente de ciertos tipos de vida microbiana. Los cráteres lunares ubicados en esta zona tienen temperaturas extremadamente frías y están en áreas sin exposición solar, lo que implica que no están expuestos a la radiación dañina de los rayos solares. Esto podría facilitar la supervivencia de microorganismos capaces de vivir en condiciones extremas.
En 2019, la nave espacial israelí "Beresheet" sufrió un accidente al estrellarse contra el satélite. La misión tenía como objetivo tomar fotografías y llevar a cabo experimentos, pero debido a problemas técnicos, no pudo aterrizar correctamente. A bordo de la nave se encontraban cultivos de animales microscópicos y tardígrados, pequeños organismos capaces de sobrevivir en ambientes adversos.
Se plantea la posibilidad de que las moléculas orgánicas hayan sobrevivido en un viaje espacial, lo que sugiere la existencia potencial de vida microbiana en la Luna.
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