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'Identidad palmera: ¿dónde está el relevo?' por Jonathan Pérez del Pino

"Identidad palmera: ¿dónde está el relevo?" por Jonathan Pérez del Pino

viernes 26 de mayo de 2023, 09:14h
Preservar y defender como proyecto colectivo

Somos hijos, nietos y biznietos de supervivientes que fueron capaces de adaptarse a una isla que se resistió a ser habitada. Se amoldaron a la orografía de la isla construyendo terrazas de cultivo; a la sequía arriesgando su vida en acantilados para llegar hasta los pozos o excavando galerías; al hambre que trajo la guerra comiéndose lo impensable. Pero parece que nos hemos olvidado de dónde venimos y no tenemos ni idea de a dónde vamos como sociedad palmera.

Estamos en una isla con una población cada vez más mayor y con un vacío de edades comprendidas entre 18 y 30 años (jóvenes que se tienen que ir de la isla) que abre una brecha
generacional con una distancia excesiva y que ni siquiera tiene la oportunidad de convivir. Nuestros mayores son libros vivos de historia, cultura y tradiciones palmeras, pero todo aquello que nos define y diferencia como pueblo, parece que no interesa más allá de sacarse la foto de rigor con el resultado final de algo que requiere horas, días y años de trabajo. Un ejemplo de esto es el maltrato y relevo a un segundo lugar (o último) de la artesanía palmera, así como todas las expresiones artísticas populares, como Las Cruces o las alfombras del Corpus, donde parece que ya se ha asumido que desaparecerán porque no existe un relevo generacional. La artesanía y tradiciones se cuidan de cara a la galería pero, ¿se potencia?, ¿se incentiva?, ¿estamos asegurando el relevo que requiere todo nuestro patrimonio inmaterial? ¿le estamos dando el lugar e importancia que le corresponde?

Nuestra identidad como palmeros, la pertenencia cultural, nuestras características como sociedad deben ser el centro de cada proyecto que busque aumentar el bienestar social. Los políticos pintan nuestra isla como un paraíso de belleza (la Isla Bonita), pero parece que se pasan por alto las elevadas tasas de desigualdad social que existen, el desarraigo cultural y la desaparición de nuestras tradiciones más emblemáticas, el día que nuestros mayores ya no nos acompañen. Parece que no les interesa nuestra identidad más allá de las efemérides de turno. La política no puede centrarse solo en economía y gestión de recursos, confundiendo la cultura o la identidad exclusivamente con la fiesta y, además, una fiesta poco o nada reflexionada y descontextualizada.

Pero la Palma es Bonita. Debemos entender que tan importante es apoyar a un equipo de lucha, impartir clases de folklore, el senderismo identitario, el rap comprometido, etc. como participar en los movimientos sociales, en agrupaciones locales y en todas aquellas iniciativas que surgen desde la comunidad para la comunidad. Necesitamos un sistema educativo en el que aprender a partir de nuestra propia realidad para que los contenidos no caigan en el olvido y que fomente y visibilice por ejemplo, el uso de deportes canarios. Un caso muy claro es el de la lucha canaria como deporte autóctono y su desconexión de la escuela, ya que hoy en día ni siquiera se plantea en el diseño y construcción de los nuevos centros educativos, cuando todos podemos recordar que antes no faltaba el terrero de lucha en las escuelas e institutos.

Podríamos plantearnos una política de ayudas a los grupos folklóricos, rondallas, talleres de artesanía, asociaciones vecinales, etc. para que funcionen además como centros de enseñanza de nuestro patrimonio, así como fomentar las visitas a estos lugares tanto a la población escolar, como al visitante.

Tenemos que difundir el patrimonio cultural de nuestra tierra y el acercamiento a las nuevas generaciones, por ejemplo fomentando el folclore desde la escuela, pero también permitiendo e
incentivado que la juventud la sienta suya y tenga incluso nuevos recorridos creativos.

La Palma es algo más que sol, playas, senderismo, espacios naturales y un cielo espectacular. La Palma también es su acento, sus tradiciones, su idiosincracia y por supuesto su gente. Tenemos que poner en valor a todas las palmeras y palmeros que nos precedieron con todo su esfuerzo para que este paraíso fuera un lugar habitable. Pero también tenemos que volver a mirar atrás y tomar conciencia de algo que para nuestras abuelas y abuelos era una obviedad: los recursos son limitados y hay que vivir con lo que tenemos. De esto nuestra gente sabe de sobra. Quizás es a La Palma y su pueblo a quien hay que preguntar a dónde quiere ir y no a las cadenas hoteleras, porque seguro que no van ser ellos los que tomen el relevo de nuestra identidad.

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