La Glorieta, es una plaza ajardinada de importante valor urbano, histórico, cultural, social y natural, reflejo de una sociedad en constante evolución desde el Siglo XVIII. La plaza fue, durante la segunda mitad del Siglo XVIII y hasta 1874, un solar de concurrencia hasta que, en ese año, se la empezó a dotar de un aspecto más moderno, comenzando a sentar las bases de la plaza que conocemos hoy en día, tan llena de vida y de alegría, pero también de misterios y de vestigios de épocas pasadas.
Destacan, por su gran envergadura y longevidad, los Ficus plantados dos a dos en las cuatro esquinas de la Glorieta. Los Ficus al norte de la plaza son Ficus macrophylla, los cuales ostentan el título de Centenarios, pues fueron plantados en torno al año 1915. Por otro lado, los Ficus al sur de la plaza son Ficus elastica, siendo estos plantados entre 1939-1940.
Sin embargo, su valor botánico no se reduce exclusivamente a sus llamativos Ficus, sino que este jardín alberga una gran variedad de especies vegetales que dotan a la plaza de un paisaje muy singular y característico. “De hecho, y ante el asombro de muchos, los Ficus Centenarios no son los ejemplares más antiguos de esta plaza, sino que probablemente, como vestigio de la primera o segunda plantación llevada a cabo en la Glorieta, conservamos las dos Araucarias, ejemplares que, ya con una edad considerable, vieron crecer a los Ficus Centenarios. En parecidas condiciones podría estar también el Pino Canario, que, junto con las Araucarias, serían los tres ejemplares más antiguos de La Glorieta”, ha explicado el edil de Educación Medioambiental.
De esta manera, las sucesivas reformas que se acometerían también en su jardín, remplazaría diversas especies por otras, conservando como vemos algunas de ellas e introduciendo algunas nuevas, confeccionando una especie de jardín botánico en miniatura. Hoy en día es posible conocer la riqueza botánica del Jardín de la Glorieta.