Una vez pasada la puerta de embarque, mientras esperaba pacientemente de pie para tomar mi asiento, escuché acentos, muchos acentos, pero, sobre todo uno: el murciano.
Si eres de Lorca, Moratalla, Caravaca, Cartagena, Fuente Álamo, Mar Menor, Cieza, o de la misma capital de la uniprovincial autonomía de Sur Este, se acabó eso de volar a Mallorca desde Corvera, ese internacional aeropuerto que de internacional tiene poco más que el apellido, pues su nombre es el del ilustre ingeniero Juan de la Cierva y su aspecto se parece más a una estación de autobuses fantasma, pero sin autobuses que sirvan de lanzadera a los pocos vuelos que a él llegan.
Así que ya saben: los habitantes de la Región de Murcia, vengan de donde vengan, antes de tomar un avión, en lugar de hacer un recorrido por el territorio de su propia comunidad de unos veinte o treinta minutos, tendrán que tragarse la ventolera de aproximadamente hora y media de carretera (si no más) en un taxi que te costará medio sueldo o en un coche que algún familiar con tiempo y pocas ganas pondrá a tu disposición.
Del embarque en Alicante ¿qué les voy a contar? Pues nada que no ocurra en otros aeropuertos: pantallas luminosas con información, colas, prisas, muchedumbre, última visita al baño, un café, más colas y esperar a entrar en el avión, pero eso sí: con una sensación de impotencia rabiosa que crece cada vez que piensas que hace un año se llegaba a Corvera en 15 minutos y embarcar era un trámite que discurría entre personas que ya empezabas a conocer en sus idas y venidas y que nada tenían que ver con esas aglomeraciones del aeropuerto de la provincia y comunidad vecina.
Esto afecta a la comunicación entre la Comunidad de Murcia y Mallorca, pero ¿Qué me dicen de los inexistentes trenes de cercanías entre las distintas poblaciones de la Comunidad del pimentón? ¿Y de los NO TRENES directos entre Cartagena y Madrid? ¿Y de la ausencia de autobuses o trenes directos adecuados entre las ciudades más representativas de nuestra Región con otras ciudades de España? Hace veinte años (y durante tres años seguidos) cursé mis estudios rotales yendo cada lunes a Madrid en lo que ya era una rutina casi agradable. Hoy, por nada del mundo adquiriría un compromiso semanal con ninguna capital de provincia española, pues las comunicaciones desde los pueblos de la Región de Murcia son nefastas, nuestro aeropuerto ofrece pocos vuelos, las vías de tren no nos llevan directamente a ningún sitio y los servicios de traslado del único aeropuerto que tenemos son bastante insuficientes.
¿Ningún político se ha planteado en serio que la prosperidad de las ciudades y los países viene de la mano de una buena red de comunicaciones? ¿De verdad que nadie lo ha pensado o hemos entrado en el pueril juego de que te aguantas porque eres murciano y si no eres de la capital te aguantas más?
En unos meses habrá transcurrido el primer cuarto siglo XXI y de verdad que, a veces, me cuesta creerlo.
Sonia Mª Saavedra de Santiago
Abogada Rotal
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