En aquellas soledades profetizaba como si hablase consigo. Naturalmente, ningún animal le entendía. Geoggrey de Monmouth relata que fue Merlín quien hizo trasladar los menhires de Stonehenge desde Irlanda a la llanura de Salisbury para demostrar que la inteligencia prevalece sobre la fuerza: Ingeniumque virtuti praevalere comprobavit. En su poema Vita Merlini, escrito a mitad del XII, siglo feroz, el mismo autor retrata al inolvidable mago como ‘homo silvester’, un extraño enajenado por el espectáculo de la cruelísima y fratricida guerra civil, que se retira a la inhumana y tenebrosa soledad de los bosques para compartir la compañía de animales salvajes, un homo sylvaticus similar a los ermitaños santificadores que tras una violenta conmoción anímica aparcan la espada y renuncian a la vida cortesana.
Entre las bestias y los árboles seculares encuentra refugio el sabio como un antiguo chamán celta. Sus vaticinios mezclan una aparente incoherencia con una latente veracidad. Su risa denuncia la ridiculez de los errores y disparates humanos. En su destierro le acompañan a veces otros poetas como el bardo Taliesin, el discípulo Maeldin y su propia hermana Ganieda. Con la ayuda de ésta construirá en mitad de los bosques una casa de setenta puertas y setenta ventanas, donde setenta escribas redactarán sus profecías. Ganieda heredará su don agorero, así como su verduga Viviana le arrebatará sus poderes mágicos.
Mentor y consejero de Arturo, inspirador de la Mesa Redonda, Merlín no acabará sus días trasladado a Avalon, la plácida isla de las hadas, sino que descansará en una jaula, en una gruta o en una campana de cristal, derrotado y hechizado por la joven Viviana, la Doncella del lago, condenado por su origen diabólico, pues Merlín es fruto de la violación de una mujer llamada Adhan por un íncubo, y castigado por su condición de viejo verde, de sátiro lujurioso y acosador. Muestran así los clérigos que relatan su final: primero, que el hijo de un diablo acaba mal y, segundo, que ni el sabio puede descuidarse ya que ni anciano será inmune a las tentaciones de la carne, rijos estos que le harán siervo del arbitrio de una mujer. Tal se cuenta también del gran Aristóteles anciano, que hizo el ridículo dejándose montar por una cortesana como si fuese palafrén, y de Virgilio colgado en un cesto, e incluso de Hipócrates, padre de la medicina envenenado por su esposa, según misóginas versiones medievales.
Merlín no tuvo suerte en amores. En una de las versiones de su leyenda lo vemos matando al nuevo compañero de su esposa al arrojarle la cornamenta del ciervo en el que cabalga, en clara alusión a su condición de marido cornudo. Final surrealista y cómico. Merlín es el personaje tragicómico del gran Ciclo Artúrico que cubre casi medio mileño, del X al XV.
El motivo del maestro poderoso, del intelectual y humanista culto enchochado, entontado y endemoniado por los encantos de una joven aprendiz o astuta amante, que así acabó el famoso mago del ciclo artúrico, se asemeja a los amores ilícitos de Abelardo y Eloísa, mentor y discípula, y será también el asunto del Fausto de Goethe. Más próximo a nosotros, el hermano mayor de Thomas Mann, Luiz Heinrich Mann (1871-1950), también señalado escritor, publicó la novela Professor Unrat (1905) llevada al cine por Josef von Sternberg con el título de Der blaue Engel (El Ángel azul, 1930), en la que hizo su primera aparición estelar Marlene Dietrich como la actriz Lola Lola. El protagonista es un profe de instituto que se cree mejor que sus alumnos y conciudadanos hasta que conoce a una cabaretera (Marlén, Lola Lola) que saca a la luz los deseos comunes e innobles que se ocultan tras la careta de su inflexible moralismo. Un retrato de la sociedad hipócrita y pacata de su tiempo.
Como Merlín espantado por los horrores de la guerra, ¡tan mala que la hacen mejor los peores! (Erasmo), Heinrich Mann criticó el militarismo y firmó con Einstein en 1931 una carta dirigida a la Liga Internacional de los Derechos Humanos condenando el asesinato del intelectual croata Milan Sufflay, por la que los nazis le consideraron persona non grata. Tuvo que exiliarse a Marsella y escapó por España hacia Estados Unidos donde acabó muriendo pobre.
Por suerte, el espíritu jovial, pacifista y profético de Merlín sigue vivo. Cambió de sexo en su avatar mejicano. Se llama Merlina Acevedo. A veces ni ella misma se entiende, pero se explica. Para expresar su genio y talento ha escogido jugar al ajedrez (sublime y justificable ejercicio bélico) y sobre todo jugar por buen gusto con el arte. Dice ella misma que compitió en ajedrez mientras le divirtió y lo dejó cuando vio que sufría mucho perdiendo. Campeona en el juego de las damas y los reyes, es también música (puede escuchársele en Youtube con el grupo LLT), pintora, fotógrafa, y excelente aforista y palindromista. Palíndromos son esas frases que se pueden leer igual de arriba abajo que de abajo arriba. Los de Merlina son desde luego magistrales, a veces larguísimos y casi siempre emocionados y líricos: “Soñó tonos ocre, / caos, eso acercó. / Son otoños”. Parece que como su tocayo gaélico conoce los demonios que envían sueños bajo la Luna.
Ha publicado dos libros de aforismos y palíndromos: Relojes de arena (2013) y Apholíndromos (2016). Uno puede leer sus creaciones gratis casi diarias en su cuenta de Twitter: @MerlinaAcevedo. Una entrevista con Merlina Acevedo puede verse y oírse en: https://www.youtube.com/watch?v=fiqSO1l9iUE
Para saber más sobre Merlín el mago:
http://elespejogotico.blogspot.com/2011/12/merlin-el-mago.html
Del autor:
https://www.amazon.com/-/e/B00DZLV35M
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897
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