Víctor. Siempre estuviste presente en mi vida, en mi faceta personal y en la profesional. Amigo de la familia, excelente socio y compañero de andadura laboral durante dos décadas y un tercer aspecto que también nos unía profundamente en nuestra pasión “blanca”. Como ves, seguimos manejando “El Tres”, tú en la Gloria y yo en la Tierra.
Víctor. Grande entre los grandes, imprescindible perenne, siempre marcaste el territorio con esa personalidad innata que te caracterizó durante tu existencia. Momentos buenos, otros no tanto, pero siempre rodeados de tu bonhomía para envidia sana de quienes no podían superarte.
Víctor. Viviste como quisiste, libre e independiente pero responsable ante los tuyos y los demás. Una forma de vivir, sin duda.
Víctor. Tu desaparición impedirá que volvamos a disfrutar de tu jovialidad con mayúsculas, porque en ese aspecto era difícil de emular. Eras único.
Víctor. Concluyo sintiendo que no podamos volver a vernos más como hacíamos periódicamente para cruzarnos nuestras penas y alegrías, más de lo segundo, y de paso degustar las viandas típicas de la tierra con un buen tinto para, como sabiamente decías, “repasar” la actualidad que tan apasionadamente vivías.
¡Qué triste es perder a un amigo, cuánto dolor en tu adiós definitivo!
Hasta siempre Víctor