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SOBRE LAS DESIGUALDADES COMO ARTEFACTO ECONÓMICO, por Martín Momblant Momblant
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SOBRE LAS DESIGUALDADES COMO ARTEFACTO ECONÓMICO, por Martín Momblant Momblant

sábado 29 de junio de 2024, 08:30h

Me llama la atención que, en muchos textos de economía, sociología, historia, etc. se utilice el concepto de capitalismo como un sistema económico global y no se utilice, en nuestro contexto actual, el término de sistema económico liberal, también globalizante y hoy en día cuasihegemónico en los llamados países occidentales desarrollados, o como indica J. L. Tezanos, en sociedades tecnológicamente avanzadas. No tienen el mismo significado epistemológico, pero actualmente están estrechamente relacionados, aunque reflejan conceptos ligeramente diferentes. Ambos tienen como referentes los análisis sobre la fijación de precios, las leyes de mercado, las necesidades de racionalización económica, el consumo, etc., pero hay un elemento fundamental que las separa. El capitalismo, como principio, tiende a generar desigualdad socioeconómica, pues se basa en la propiedad privada de los medios de producción y en la búsqueda del beneficio individual. Un referente de la economía actual, Thomas Piketty, sostiene que las desigualdades no son naturales o inevitables y que pueden ser combatidas a través de políticas redistributivas y medidas fiscales más equitativas.


Sin embargo, el liberalismo la crea y la necesita para su correcto funcionamiento. Puede agravar aún más la desigualdad generada por el capitalismo al no establecer regulaciones que garanticen una distribución más equitativa de la riqueza y el poder económico.

La diferencia de privilegios y por tanto de desigualdades no es un fenómeno en exclusiva del ser humano. De hecho, es bastante natural, pues también lo encontramos en otras especies animales. Puede deberse a varias razones: jerarquía social debido a la edad, tamaño, fuerza o capacidad de liderazgo, acceso a los recursos naturales, competencia en el apareamiento o, finalmente, por factores genéticos. Siempre ha existido la variable de la desigualdad en diferentes especies de la naturaleza.na variable

Pero la palabra “desigualdad” tiene un significado diferente en función de épocas, contextos y teorías económicas. Además, está muy marcada como fenómeno histórico y por la percepción que tenemos de ella también la valoramos según nuestra ideología. Hoy en día el Homo sapiens, siglo XXI, ha conseguido construir un artefacto cultural en el interior de lo económico con notable publicidad y muy convincente, pues marca la diferencia de lo individual sobre lo colectivo y nos lo creemos porque, aunque se apliquen políticas económicas de inversión y de redistribución de la riqueza, no parece afectarle y sigue ampliándose la brecha social de las desigualdades.

Dos enfoques de análisis para observar esta construcción cultural: desde miradas teóricas sobre el desarrollo económico y en referencia a las interrelaciones entre desigualdad y economía.

Muchos teóricos del liberalismo nos dicen que Adam Smith se oponía a cualquier intervención de los estados en la marcha de la economía, cosa que no es cierta. Citaba en sus textos muchos ejemplos para la intervención estatal: monopolios, industria, navegación, explotación laboral, regulaciones financieras, etc. También planteaba la idea de que lo importante era el bienestar del grupo más numeroso, criticando a los ricos por el origen de sus fortunas. Una primera idea fundamental de su pensamiento era que donde había un reparto más desigual de la riqueza, se daba mucha más pobreza. La segunda, trataba de que cuanta mayor fuera la prosperidad del grupo más numeroso (los trabajadores) esto era un claro indicador del éxito económico. Y, por último, no se debe permitir que los capitalistas gobiernen, porque sus intereses económicos son opuestos a los de los habitantes de ese territorio. Parecen planteamientos más progresistas que liberales o anarcocapitalistas.

Otros ejemplos del pensamiento económico. David Ricardo planteaba que la reducción de la desigualdad aceleraba el crecimiento económico; es decir, el aumento de las rentas de los trabajadores hace disminuir las desigualdades. Karl Marx no planteaba teorías sobre la desigualdad, aunque sí que puntualizaba que en las sociedades capitalistas existía una tendencia a que las personas más ricas fuesen a la vez las que más rendimientos del salario recibían. Existía una relación de oposición fundamental entre capital y trabajo, que generaba pobreza para los trabajadores. Adelantamos el tiempo y ya en el s. XX Mark Hobart decía, acertadamente, que para que las comunidades humanas fueran capaces de progresar primero tenían que ser consideradas como subdesarrolladas e ignorantes. Actualmente el conocimiento sobre las nuevas tecnologías se puede considerar una variable que incide en la desigualdad, debemos ser muy ignorantes en este tema, porque los criterios que utiliza la clase dominante, sobre lo que ellos consideran conocimiento, implican actos de poder (Foucault, 1971) y de dominación económica. Zygmunt Bauman explicaba, en uno de sus textos, en referencia al aumento de la riqueza de unos pocos y al efecto “goteo” que este hecho produciría y que sería beneficioso sobre la sociedad en general, que “la correlación entre el aumento de la riqueza de la élite y la mejora de la calidad de vida en el conjunto de la comunidad es producto de la imaginación”. Finalizo estos ejemplos con lo manifestado por Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, cuando sostiene que la desigualdad tiende a aumentar debido a factores como la concentración de la riqueza en manos de un pequeño grupo de individuos, la falta de movilidad social y la desigualdad de oportunidades. Según Stiglitz, estas desigualdades no sólo son injustas desde un punto de vista ético, sino que también pueden tener efectos negativos en el crecimiento económico.

La desigualdad en el ser humano ha existido, en menor o mayor medida, desde tiempos remotos, ya sea en términos de riqueza, poder, privilegios o acceso a recursos. Desde las antiguas civilizaciones, basadas en la cultura de la dominación, hasta la actualidad. Siempre ha habido diferencias entre las personas en función de diversos factores como la clase social, el género, tamaño o fuerza, la etnia, la nacionalidad, la educación, etc. Pero este elemento ha sido ampliado a través de sistemas económicos, políticos y sociales que han beneficiado a unos grupos en detrimento de otros, siendo una constante económica, en crecimiento en la actualidad como proceso social, que requiere de acciones concretas para lograr una mayor equidad y justicia social.

Margaret Mead, antropóloga estadounidense, nos indicaba que el inicio de la civilización humana estaba en la ayuda comunitaria, en la cooperación y no en las individualidades. El liberalismo se basa en un individualismo extremo. Todos somos diferentes y en base a este factor se justifican las aptitudes sobre el reparto de la riqueza, incluso se pueden argumentar en relación a la descendencia familiar, pero sinceramente creemos que es un gran error. La especie humana comparte aproximadamente el 99.9% de su material genético entre individuos. A pesar de las diferencias fenotípicas, rasgos individuales, la mayoría de nuestro ADN es idéntico en todos los seres humanos. No podemos respaldar las desigualdades en base a un 0,1% de diferenciación genética. Además, si el Homo sapiens lleva 250.000 años en este planeta, el 99,9% del periodo lo hemos dedicado a lo colectivo, al grupo, solo un 0,01% del tiempo lleva planteándose la teoría liberal librecambista (final s. XVIII). Y nos va ganando por goleada estratégica.

Si como decía K. Polanyi, la economía esta incrustada en las relaciones sociales es evidente la interrelación entre ambas. ¿Pero cómo disminuir este factor de la desigualdad? Una primera solución, como planteaba Thomas Piketty, es realizar un cambio en el sistema económico actual para reducir las desigualdades. Parece una solución a largo plazo. Las desigualdades naturales en nuestra especie se están convirtiendo en desigualdades sociales amplificadas.

Un mercado autorregulador, como muchos liberales pretenden en la actualidad, para promover la igualdad y la “libertad”, exige la separación entre sociedad y plano económico y eso no es posible, pues convertiríamos, al grupo humano, en un elemento accesorio del sistema económico. En un objeto donde incidir en las desigualdades.

Pongo un ejemplo de dos países semejantes económicamente y que reflejan una gran divergencia en la desigualdad: EEUU y Japón. Japón presenta unas mayores brechas en desigualdad de género, pero EEUU tiene mucha mayor disparidad de ingresos y riqueza y, por lo tanto, mucha mayor desigualdad económica y social. ¿A qué puede deberse esta contradicción? Para dar una posible explicación introducimos un elemento, propuesto por el catedrático en antropología Isidoro Moreno, que creemos merece un análisis detenido. En los actuales momentos de inevitable globalización económica, como afirman los liberales, de homogeneización cultural y de pensamiento único, la manera más efectiva de luchar contra las desigualdades económicas es introducir elementos de lo local en lo global. Elementos “glocales” los define, para que la comunidad, la sociedad, influya en los derechos colectivos. Parece que Japón incluye elementos glocales en su política económica.

Con las observaciones anteriores nos hacemos varias preguntas. La reducción de la desigualdad en una comunidad ¿es cuestión de inversiones y renta de la misma? o ¿primero el grupo humano trata de alcanzar la igualdad sobre otras variables, porque a medio y largo plazo esto influye en el desarrollo económico de la sociedad? Por ejemplo: la calidad de vida, la percepción sobre la diversidad cultural, el bienestar, la seguridad, la salud, la bondad, el medio ambiente, las relaciones personales y sociales, la potenciación de elementos locales, la satisfacción personal o la implementación de los DDHH. Todos ellos elementos de la economía política que nos ayudan a analizar los procesos sociales.

No hay una respuesta definitiva a la pregunta sobre cómo reducir las desigualdades económicas y sociales, ya que la relación entre la igualdad entre personas, de una comunidad, y los recursos económicos es compleja y multidimensional. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que, a mayor índice de igualdad en una sociedad mayor desarrollo económico a largo plazo.

Por otro lado, los recursos económicos son necesarios para proporcionar los servicios básicos y las infraestructuras necesarias para el bienestar de la comunidad. En última instancia, es importante encontrar un equilibrio entre la igualdad y los recursos económicos disponibles. Ambos aspectos son importantes, igualdad y sistema económico, y se influyen mutuamente, por lo que es crucial abordarlos de manera integral, como enfoque de ideología política.

Como planteaba el filósofo estadounidense Thomas S, Kuhn hay que buscar elementos nuevos y diferentes mirando con instrumentos conocidos y en lugares que ya habíamos buscado: “lo que antes de la revolución eran patos… se convierten en conejos después”.

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