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'La dirección en los centros escolares', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra
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"La dirección en los centros escolares", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

viernes 10 de noviembre de 2023, 07:31h
'La dirección en los centros escolares', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

Durante el franquismo y, sobre todo, en el tardofranquismo, luchamos para democratizar las escuelas e institutos y permitir la participación activa de los integrantes de la comunidad educativa. Acostumbrado a trabajar sin ninguna tutela en la escuela rural de Tierrantona, fui sometido a una dirección dictatorial cuando me trasladé a Villarrobledo y en Barcelona en el Buen Pastor, Plaza de España, Pere Vila y Calderón de la Barca, cercenándoseme cualquier iniciativa, que ahora, jubilado, intento mostrar.

Cuando ya trabajaba en la Secundaria fue cuando se consiguió acabar con la estructura autoritaria y despótica de los centros y con el “cuerpo de directores” y, a través de la LODE, los centros escolares se fueron constituyendo con estructuras democráticas: reconocimiento de la soberanía del Claustro de Profesores/as y del Consejo Escolar y la elección de una dirección colegiada (Equipo directivo) por parte de la comunidad escolar representada en el Consejo escolar. Pero fueron surgiendo reticencias a ese modelo de dirección e inadvertidamente se fue imponiendo la larga tradición de la burocracia y la centralización que siempre había caracterizado la realidad docente. Con la excusa que se necesitaba una dirección fuerte y profesionalizada para poder implantar las reformas, las Administraciones se fueron haciendo con el control de los centros escolares. Es que las Administraciones educativas tenían miedo de perder el mando porque desconfiaban de los centros y de los profesores/as. Este proceso intervencionista culminó con la LOMCE que, bajo el pretexto de un supuesto déficit educativo debido, según los autores de la Ley, a la ausencia de una dirección fuerte y con autoridad en los centros escolares, se restableció el “cuerpo de directores” y era la propia Administración la que nombraba al director/a.

La dirección de los centros escolares

Este asunto de la dirección de los centros escolares es cuestión de analizarla, porque el modelo de dirección no es un aspecto más de la organización escolar, sino que constituye uno de los elementos nucleares. Dirigir un centro escolar es responsabilizarse de una organización en la que participan individuos y entidades diferentes. Desde luego no es una tarea fácil dirigir un colectivo tan complejo, diverso y con tanta presión social como lo es un centro educativo. Precisamente porque no es una tarea fácil es necesaria- se argumenta- una dirección con la mayor competencia profesional posible y con el suficiente respaldo de la Administración para que prevalezca su autoridad y evite cualquier atisbo de anarquía, desorden o negligencia en el centro escolar. Y para que sean aplicadas sin reservas las disposiciones, recomendaciones y orientaciones que las autoridades educativas decreten. Es decir, utilizan la dirección para tener controladas las instituciones escolares.

Pero una dirección impuesta y autoritaria es incompatible con el modelo participativo que deseamos en la organización escolar. Esa dirección impuesta, no solo es una clara desconfianza al sistema democrático, sino que también expone la acción educativa al albur de las tendencias políticas. En la comunidad valenciana, por ejemplo, obligaron a los centros escolares a dar la asignatura de “Educación para la ciudadanía” en inglés, a sabiendas que la mayoría del profesorado no dominaba esa lengua, pero era una cacicada gubernamental para boicotear esa disciplina, que no agradaba al gobierno del PP de esa Autonomía. Y se responsabilizó a los directores/as para que se cumpliera esa orden. “Fiar – ya lo denunció Giner de los Ríos- en la virtud ética del imperativo gubernamental es propio de una disposición mental algo primitiva, que, como el salvaje, todo lo espera del milagro”. O sea, si los directores/as deben su cargo a las autoridades que los nombraron solo sabrán seguir las directrices que les marcan sus superiores desde los despachos y las relaciones con el profesorado siempre tendrán carácter fiscalizador. De esta manera los profesores/as ven a la Administración con temor, porque siempre se le aparece como coactiva, amenazante, sancionadora. Es decir, verán a la Administración como una autoridad de la que hay que ocultarse y ante la que se disimulan los problemas. Y por esa línea no se va a la demandada calidad, sino a la progresiva degradación de la profesión educativa y docente, pues el prestigio y la autoridad, cualidades imprescindibles para ser educador y docente, con esta forma de trabajar siempre con el miedo a la amonestación, quedan vulnerados.

Los centros escolares han de gozar de flexibilidad y autonomía

La dirección del “ordeno y mando” impuesta por la Administración no es compatible con cualquier investigación educativa, ya que para que haya cualquier innovación curricular ha de existir un clima de participación, que de esta forma no existe. El hecho de que un centro escolar tenga poca autonomía crea una dinámica de irresponsabilidad y la necesidad que se genera en la toma de decisiones se hace imposible en una organización falta de responsables. Y es que los centros escolares han de gozar de flexibilidad y autonomía para poder llevar a cabo una educación de calidad, ya que, aunque la educación tiene problemas derivados de situaciones globales, las soluciones se han de encontrar en contextos particulares. Además, es un contrasentido que se pida a los profesores/as que eduquen en la responsabilidad a sus alumnos/as, mientras que a ellos se les niega su participación en los proyectos educativos y en la política educativa del centro donde trabajan. Ahí es donde está la falta de ilusión y de motivación de amplios sectores del profesorado, el ir a remolque de decisiones que afectan a su trabajo sin que se le pida ni su parecer. Ejercer su propio criterio educativo y didáctico es lo que más valora el profesorado. Cuando a los profesores se les permite elaborar proyectos propios, adoptar decisiones conjuntas en un trabajo en equipo, los centros escolares funcionan mucho mejor. El informe PISA de la OCDE de diciembre de 2.002, que analizó los resultados educativos de 32 países llegó a la conclusión que los centros escolares donde se dejó mayor participación a la comunidad educativa son los que obtuvieron los mejores resultados. En muchos países de nuestro entorno se han realizado investigaciones sociológicas y han llegado a la conclusión que el autoritarismo y la falta de democracia en la escuela son factores decisivos de la desmotivación, de la indisciplina, de las dificultades de aprendizaje y del fracaso escolar. Las soluciones más acordes con las fórmulas modernas de gestión son la corresponsabilidad de todos los miembros de la comunidad educativa, la puesta en marcha de un modelo de dirección escolar apoyado y nombrado por todos los miembros de la comunidad educativa y mayor autonomía de los centros.

Dirección de dos brazos: Director/a y Coordinador/a pedagógico

Del mismo modo que para ser Jefe de Gobierno no se necesita ninguna acreditación técnica específica, para ser director/a de un centro escolar tampoco hace falta poseerla. Para ser director/a lo que se necesita es capacidad de liderazgo a fin de poder armonizar los intereses de los profesores/as con las expectativas de las familias y los objetivos del centro. Y esa faceta de liderazgo que posee cada uno de los profesores/as del claustro la conoce mejor la comunidad escolar que la Administración, por lo que a dicha comunidad es a quien corresponde elegir la dirección del centro. A la Administración solo le incumbe extender el nombramiento del Director/a elegido y del equipo directivo resultante. O sea, la comunidad escolar es la que elige al Director/a, el cual selecciona para el equipo directivo al Jefe/a de Estudios, con potestad de subdirector y al Secretario/a. Pero para que el poder del equipo directivo quede equilibrado y se eviten episodios de autoritarismo se ha de constituir otro brazo: el Coordinador/a pedagógico, que sería seleccionado por la Administración por su probada capacidad en el campo de la Pedagogía, por su experiencia y méritos docentes y educativos. Los Coordinadores/as pedagógicos deben poseer una certificación expedida por las autoridades educativas donde se acredite que está especializado en estudios pedagógicos con pleno dominio de los métodos didácticos y sus innovaciones y de los métodos experimentales. La autoridad del Coordinador/a pedagógico ha de ser consecuencia de su vasta cultura y de su carácter discreto, y su misión es aportar estímulos para el trabajo, innovaciones didácticas, coordinar la acción de los distintos profesores/as buscando el progreso armónico de los alumnos/as y dirigir la acción tutorial. En la misma definición de educación, desenvolvimiento armónico de las facultades físicas, intelectuales y morales, ya se indica una división de la educación, que tiene sentido para abordar mejor esta tarea por su sentido de especialización, pero se rompe la unidad de nuestro ser si los diferentes educadores/as actúan con discordancia. De ahí la necesidad del Coordinador/a pedagógico para aunar el esfuerzo de los educadores/as y que no actúen cada uno por su lado, no ya porque pueda haber contradicción entre ellos, sino porque también se ha de tener en cuenta esa unidad que es el ser humano.

O sea, el Director/a debe ser elegido por su capacidad de liderazgo, pues su cometido es de gobierno, es el que debe resolver los problemas que la comunidad educativa pueda generar. Y el Coordinador/a pedagógico se encargaría por su condición técnica, de lo estrictamente pedagógico-educativo, juntamente con los Coordinadores/as de ciclo elegidos por él. Estos coordinadores/as de ciclo no formarían parte del equipo directivo.

El equipo directivo

La elección del equipo directivo, el órgano ejecutivo de gobierno, debe ser por un plazo de cuatro años, pues la continuidad se entiende como la mejor garantía de estabilidad. El equipo directivo de las escuelas infantiles y de las escuelas de primaria estaría formado por el Director/a, el Coordinador/a pedagógico y el Secretario. Y el de los institutos estaría compuesto por el Directos/a, el Jefe/a de Estudios, el Coordinador/a pedagógico, el Coordinador/a de Bachillerato, el Coordinador/a de los ciclos formativos (si tuviera) y el Secretario/a. La labor del equipo directivo se ha de centrar en garantizar el orden y la eficacia. Ha de motivar a los profesores/as y resolver los conflictos que se planteen, ha de mantener la cohesión entre el profesorado y ha de ilusionar a los padres y madres para que colaboren con el centro escolar. Y ha de conectar el centro escolar con la Administración educativa para la adopción de medidas que le afecten.

El papel y esfuerzo del Director/a se debe dirigir a apoyar las iniciativas del profesorado, a proporcionar mejores condiciones de trabajo, a establecer vías fluidas de comunicación y participación. Ha de contribuir a crear en los centros un clima en que el profesorado sienta que puede contribuir a resolver problemas, no que su única salida sea tratar de evitar las situaciones problemáticas, esconder la cabeza. El Director/a se ha de centrar en la provisión de recursos humanos y materiales relacionados con el centro escolar y asumir la máxima representación del centro delante de la Administración y de todos los organismo con los que el centro escolar esté relacionado, velar por el buen funcionamiento del centro, impulsar la colaboración de los padres y las madres, presidir las reuniones del Claustro y del Consejo escolar, formar parte de la Comisión de escolarización del Distrito escolar y cumplir y hacer cumplir los acuerdos adoptados. Se puede presentar a la dirección del centro cualquier profesor/a del claustro que lleve en el centro más de cinco cursos. Su elección se haría de la siguiente manera:

-Un voto por cada profesor/a del claustro.

-Los padres y las madres votan en representación de cada clase, siendo un voto por casa clase (no votarían los padres de 1º de primaria y de 1º de ESO por no conocer al profesorado.

- Los alumnos/as de infantil y de primaria no votan y los de secundaria a partir del segundo ciclo de la ESO junto con los de Bachillerato y de módulos profesionales, siendo un voto por cada clase.

- Un voto por cada uno del personal no docente en plantilla.

-Un voto por cada uno de los representantes del Ayuntamiento en el Consejo escolar.

Los directivos del AMPA constituirían la mesa electoral para presidir las votaciones, el recuento y la proclamación del Director/a.

El Jefe/a de Estudios asumiría la representación del centro escolar en ausencia del director/a, confeccionaría los horarios, mantendría contacto de carácter informativo con los representantes del alumnado, controlaría la asistencia y puntualidad de profesores/as y alumnos/as, en una palabra, se cuidaría de las condiciones de trabajo y de la convivencia. Presidiría la Comisión de Convivencia del Consejo escolar y haría aplicar las sanciones que el reglamento disciplinario del centro concertara. Como en las escuelas infantiles y en las primarias no habría Jefe/a de Estudios, esos cometidos se repartirían entre el Director/a y el Coordinador/a pedagógico.

El Secretario entre sus atribuciones tendría la de levantar las actas de las reuniones, supervisar las tareas burocráticas de los administrativos/as del centro, confeccionar certificados, informes, estadísticas, revisar y tramitar la correspondencia del centro, cuidarse de las reparaciones de los desperfectos del centro y del material inventariado y, lo más importante, llevar el control de la economía del centro presidiendo la Comisión económica del Consejo escolar.

Al no tener los alumnos/as de bachillerato tutor/a habría el coordinador/a de bachillerato o el Coordinador/a de los ciclos formativos que estaría para orientar a los alumnos/as sobre los estudios que seguiría una vez que acabara esta etapa de estudios y para cuantos problemas se les presentaran.

Evaluación de los centros escolares

La mayor autonomía de gestión académica para los centros escolares, pero al mismo tiempo deben rendir cuenta de su actuación. La autonomía exige una evaluación continua de lo que se hace en los centros y de los resultados que obtienen. Las evaluaciones de los centros escolares sirven, no solo para detectar sus déficits y problemas y poder resolverlos, sino también como estímulo para poder poner en marcha nuevas iniciativas que sirvan para mejorar los resultados. La información que se obtengan de esa inspección ha de ser confidencial y los datos los debe conocer la comunidad escolar para que se puedan establecer las líneas de actuación más oportunas. Las escuelas de calidad deben ser capaces de corregir sus errores.

Es preciso evaluar el rendimiento de los centros escolares, al menos cada dos años. También se debe evaluar el sistema educativo en su conjunto de cada autonomía y el contenido de dichas evaluaciones ser puestas a disposición del Parlamento y del Consejo Escolar del Estado.

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