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"La cuestión de la participación",por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

'La cuestión de la participación',por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra
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martes 07 de noviembre de 2023, 20:38h
'La cuestión de la participación',por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

Para que la oferta educativa se sincronice con la actual realidad del cambio social y cultural cada vez cobra más importancia la forma de organización de los centros escolares, las formas de participación, la distribución del poder y el estilo de trabajo en equipo.

En el tramo de la educación obligatoria debe desaparecer el protagonismo del profesor/a como individuo aislado. Ni tan solo el centro escolar, es toda la comunidad educativa la que debe asumir ese protagonismo, porque es la institución en su conjunto la que educa. Profesores/as, padres y alumnos/as no se pueden seguir mirando los unos a los otros como competidores de no se sabe bien qué pugilato. Es preciso que se miren y actúen como cooperadores en una tarea común, porque la educación es una tarea que exige la participación de toda la comunidad educativa. El papel de la comunidad es tan importante como el papel de la escuela misma, pues donde se considera a los centros escolares como instituciones aisladas no se podrán obtener los frutos que se espera de ellos. Sin embargo, la comunidad que reconoce el papel que la escuela desempeña no escatima emplear energías y recursos. La escuela, además de con las familias, ha de estar comprometida con la comunidad local y con la sociedad.

La participación de los padres en la comunidad educativa

La educación es una responsabilidad compartida, por lo que hay que modernizar y profundizar en los mecanismos de participación de la comunidad educativa en los centros escolares. La participación es la vía de la corresponsabilidad, es el mecanismo de convertir de destinatarios pasivos en protagonistas en el rol de la organización educativa. “Establecer esta íntima relación entre escuela y familia- ya preveía Giner de los Ríos- no solo mediante el niño, sino directamente, es tal vez hoy el problema pedagógico- social de superior interés y novedad en los pueblos cultos”. Al ejercer la escuela en la etapa obligatoria la función educativa es preciso que se vinculen a ella los padres y las madres, quienes por derecho propio tienen un papel destacado en la educación de sus hijos/as. Los padres y las madres no pueden renunciar a ese derecho. No basta con pagar al mejor colegio para inhibirse de esa responsabilidad. Tampoco deben educar a sus hijos/as sin coordinarse con el colegio donde están matriculados, pues unos no pueden decir “A” y los otros “B”. Tanto los padres como la escuela están embarcados en el mismo propósito, educar y enseñar. Es necesaria una compenetración entre padres y maestros/as, es necesaria una cooperación de ideas y de recursos económicos para suplir las deficiencias oficiales y para satisfacer necesidades escolares que por su carácter especialísimo y singular no pueden ser previstos por la Administración.

Sabemos que hay recelos por parte de unos y de otros, de los profesores/as y los padres y las madres. Los profesores se apoyan en su profesionalidad y son reacios a admitir lecciones de nadie, y también son renuentes a que los padres y las madres se inmiscuyan en la organización escolar, porque creen que es de su exclusiva competencia. Y hay motivos para esos recelos, pues, al no delimitarse claramente las competencias y cometidos en más de una ocasión algunos padres o madres han pretendido llevar a la escuela, no solo sus particulares preocupaciones y prisas, sino también sus ambiciones y errores. Aunque, a decir verdad, la mayoría de los padres y las madres, bien por comodidad, por falta de tiempo o porque ya tienen bastante con sus trabajos para ocuparse de otros asuntos que no creen de su incumbencia, se desentienden de los asuntos escolares. Con hacer un seguimiento de las notas y de los deberes de sus hijos/as creen haber cumplido con sus obligaciones. Y no es eso, pues los padres y las madres, no solo tienen que saber lo que se hace con sus hijos/as en el colegio y cómo van sus estudios, sino que se tienen que integrar en la comunidad educativa y participar en las tomas de decisiones. Los padres y las madres han de estar en constante relación con los tutores/as de sus hijos/as para oír sus observaciones y para expresarles las suyas, sin que esas intervenciones tengan carácter fiscal ni ejecutivo.

La organización escolar ha de contar con proyectos compartidos

La organización escolar, que se ha de preocupar de todos los ámbitos de la vida escolar, plantea la necesidad de consensos, normas y proyectos compartidos. No solo se trata de tener proyectos, se trata que esos proyectos hayan sido asumidos por la comunidad educativa y en su realización todos se sienten implicados. Porque la educación es una tarea que exige la participación de toda la comunidad educativa y al conjunto corresponde definir finalidades y estrategias. Pretender mejorar tanto la calidad educativa como el clima escolar, sin implicar al conjunto de la comunidad educativa, es un tanto infructuoso.

Si para los alumnos/as la educación es un derecho, para los padres y madres implicarse en el proceso educativo de sus hijos/as es un deber. Y los centros escolares, que tienen como objetivo principal la educación de sus alumnos/as, deben integrar en su obra al conjunto de colectivos que participen en el quehacer educativo. La participación en la definición del proyecto común y en los procesos de decisión aporta claridad y legitimidad a los profesores/as que son los que de forma más directa deben desarrollarlos. No cabe duda que la participación pueda generar tensiones, pero al mismo tiempo aporta notables beneficios, porque la participación implica el concepto de pertenencia, y cuando en algo te sientes copartícipe siempre hay la tendencia a mejorar, a que todo funcione lo mejor posible. En muchos centros escolares, principalmente en los privados porque cobran por el servicio, a los padres y a las madres se les trata de clientes. Hay que eliminar de las organizaciones escolares ese término de “cliente” y sustituirlo por el de miembro. Cliente hace referencia a un servicio y no implica ningún vínculo solidario. Mientras que miembro denota ser corresponsal con respecto a normas, fines o medios. Los clientes usan la organización, los miembros participan. El cliente establece relaciones esporádicas con derechos que, en ocasiones, derivan en exigencias. Por el contrario, el que es miembro tiende a adoptar una actitud solidaria con la organización. Los que pertenecen a una organización, los que son miembros, adquieren compromisos.

Nueva organización escolar

Para que haya vínculos de trabajo en común entre la escuela y la familia, para conseguir una mayor implicación y corresponsabilidad en el funcionamiento de los centros escolares y para que cada sector actúe dentro de las funciones que le corresponden sin crear roces y dificultades que puedan entorpecer la buena marcha del centro, hay que elaborar una organización escolar que no deje cabos sueltos ni que permita intromisiones que no correspondan. Hay que definir las funciones y las normas. También hay que ampliar el horario de los centros para que la participación de las familias sea compatible con los horarios laborales. Por otra parte el centro ha de organizar actividades complementarias para los padres y madres, como la escuela de padres y madres, reuniones por nivel para explicar normas y hábitos que deben tener continuidad en el ámbito familiar, conferencias, charlas, etc.

Loa alumnos/as, que constituyen el objetivo principal de la acción educativa, no han de tener solo una actitud pasiva y receptora, sino que también se han de sentir copartícipes en la organización del centro escolar. El alumnado en su conjunto se ha de sentir implicado en la dinámica del centro escolar y no basta con que vote a un compañero/a como delegado/a de curso sin ninguna atribución concreta. Si se plantea que los alumnos/as participen en las normas de convivencia, en el tipo de sanciones, en la organización de las actividades, en los objetivos educativos a trabajar, en la valoración del funcionamiento del centro, su implicación e interés en la dinámica del centro es mucho más profunda. Por eso el alumno/a delegado de clase debe ser el portavoz de las inquietudes de sus compañeros/as de clase ante el tutor/a y el delegado/a de los padres de esa clase. Y, presidido por el Jefe/a de Estudios, todos los delegados/as deben hacer periódicas reuniones para aportar a la comunidad educativa las inquietudes, sugerencias y punto de vista del alumnado.

Por otra parte, existe la necesidad de que haya más cooperación entre las actividades de los centros escolares y las posibilidades que ofrece el municipio (museos, itinerarios, actividades varas, visitas, etc.) y que haya una interrelación entre los servicio municipales y la escuela (servicios sociales, servicios culturales, servicio de seguridad…) Como la finalidad de la labor educativa es entregar a la sociedad personas capacitadas y abiertas a todos los ámbitos del interés humano en la vida y en el mundo, también los centros de producción y de interés cultural y social deben abrir sus puertas para que en visitas guiadas los alumnos/as puedan apercibirse de la realidad económica y social. Las Administraciones deben dar soporte a las empresas, instituciones, museos, etc., para que, además de visitas guiadas, puedan ofrecer programas y productos educativos al servicio de las escuelas e institutos.

Articulación de la organización escolar

La participación de todos los miembros de la comunidad educativa se debe articular, como hasta ahora, con las Asociaciones de Padres, Los Consejos escolares, el Claustro de Profesores, el Equipo Directivo y la Comisión pedagógica Pero hay que especificar y delimitar claramente la función y cometido de cada organismo.

Las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) son los encargados de velar por los intereses de las familias, porque deben tener una asociación autónoma, independiente y democrática. Y al igual que los docentes mediante los Sindicatos se sienten protegidos y defendidos, el AMPA, mediante sus federaciones, cuentan con más fuerza a la hora de plantear reivindicaciones. Pero para que tengan más responsabilidad dentro del funcionamiento del centro escolar los padres y las madres de cada clase del tramo obligatorio y común deben elegir a un padre o a una madre como Delegado/a de clase, quien con el Profesor/a tutor y el alumnos/a delegado de esa clase, trabajen conjuntamente para resolver problemas, reivindicar ayudas, organizar charlas, debates y cuantas actividades redunden en beneficio de la labor educativa, pero sin carácter fiscalizador.

El Claustro de Profesores/as y el Consejo Escolar, que han de conservar el carácter soberano que les concedió la LODE, vendría a ser como dos cámaras legislativas a quienes les corresponde enmendar y aprobar los asuntos presentados por el Equipo Directivo, la Comisión Pedagógica, dos tercios de los profesores/as del centro, el AMPA y los Delegados del alumnado. En el Consejo Escolar, donde están representados todos los miembros de la comunidad escolar, profesorado, padres, alumnado, personal no docente y Ayuntamiento, es un órgano decisivo que, por un lado actúa como si fuera una Cámara alta y, por otro, y a través de comisiones, tiene funciones ejecutivas en el terreno económico, disciplinario y en otros asuntos que fueran convenientes. El Consejo Escolar está integrado por el Equipo Directivo, siendo el Director/a el presidente del Consejo, dos padres o madres, elegidos por sufragio de la Asociación, otros dos designados por la directiva del AMPA, un representante del personal no docente y tres en representación del Ayuntamiento ( no sería necesario que sean miembros de la Corporación local, simplemente personas con interés en la educación, dispuestos a colaborar y nombrados por el Concejal de Cultura) Solo habrá alumnos/as en el Consejo escolar de los institutos, uno en representación y elegido por el alumnado de 3º de la ESO, otro de 4º, otro de 1º de bachillerato y otro de 2º de bachillerato. En el caso de que hubiera módulos de Formación profesional se escogería a un alumno/a de los módulos en lugar del de 3º de la ESO. El mandato de cada miembro del Consejo escolar sería por un periodo máximo de cuatro años, teniéndose que renovar a los padres o madres cuyos hijos/as ya no cursen en la etapa común y obligatoria. Como ya hemos dicho, del Consejo escolar saldrían, como mínimo, dos comisiones, la de Economía y presidida por el Secretario del centro y la de Convivencia, dirigida por el Jefe de Estudios. Menos los del Equipo directivo, que ya cobran por esa función, los demás miembros del Consejo escolar debería percibir unos emolumentos en concepto de dietas. Las competencias del Consejo Escolar serían aprobar y evaluar los proyectos y las normas, aprobar y evaluar la programación general del centro, aprobar el presupuesto del centro, conocer la resolución de conflictos disciplinarios, proponer medidas de convivencia y analizar y evaluar el funcionamiento del centro, rendimiento escolar y los resultados de las evaluaciones internas y externas del centro.

Las competencias del Claustro de Profesores/as serían formular propuestas para la elaboración de los proyectos del centro, aprobar la programación general anual, fijar los criterios referentes a la orientación, tutoría, evaluación y recuperación de los alumnos/as, promover iniciativas en el ámbito de la experimentación e investigación pedagógica, elegir al Director/a, a los representantes del Consejo escolar y analizar y valorar el funcionamiento del centro, la evaluación del rendimiento escolar y los resultados de las evaluaciones internas y externas del centro.

La Comisión pedagógica, formada por el Equipo Directivo, los Jefes/as de Departamento y el Coordinador de primaria adscrito al Instituto, que compone el staff encargado de elaborar el presupuesto general del Instituto y los proyectos curriculares de los dos centros (Instituto y escuela primeria adscrita). Informes que después han de ser enmendados y aprobados por los respectivos Claustros y Consejos escolares de la escuela y el Instituto.

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