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'La Última Cena en el retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

"La Última Cena en el retablo de Sant Martí Sarroca", por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

lunes 24 de julio de 2023, 09:39h
'La Última Cena en el retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor de El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

Después de los siete Gozos de la Virgen María el retablo de Sant Martí Sarroca completa sus doce cuadros del cuerpo del retablo con cinco escenas de la Pasión y Muerte de Cristo: La Última Cena, el Prendimiento, la Flagelación, la Crucifixión y como compendio de todos los sufrimientos y burlas que Jesús padeció, la última casa se reservó al Cristo de la Piedad.

Pasión y muerte de Cristo

Aunque la Cruz es el símbolo de la religión cristiana en la Alta Edad Media aparece Cristo en la cruz vivo, de ojos abiertos, sin ningún signo de tortura, vestido con túnica larga hasta los pies y atada con un cinturón, confeccionada con ricas telas adornadas con motivos moriscos y con arabescos, brazos extendidos casi horizontales, muchas veces desclavado, con barba y cabello largo recogido, triunfante ante el dolor y la muerte. Convenía mostrar a Jesucristo con toda su majestad y poder ante los infieles que habían invadido la península.

Pero al final de la Edad Media Europa queda marcada por dos lacras: la peste negra y la Guerra de los Cien Años, que tantas calamidades y muertes que comportó. Estos desastres influyeron de una manera decisiva en los sentimientos religiosos y, por tanto, en sus expresiones de devoción. Las representaciones tradicionales dejaron de satisfacer y se hizo necesaria una renovación iconográfica que estuviera en consonancia con esta nueva situación de padecimiento y muerte en que se vivía. La necesidad de consuelo comportó la necesidad de ver como Cristo también había padecido y muerto injustamente. Se comenzó a pensar en la Pasión y se llegó al patetismo.

El relato de la pasión, muerte y resurrección del Señor ocupa un lugar predominante en los cuatro Evangelios. Es la parte más extensa. De hecho, este relato constituye el núcleo de la doctrina cristiana. Es desde la perspectiva de la Resurrección que se comprenden los sufrimientos y la muerte de Cristo. Entonces no constituye el fracaso de un hombre, sino que se convierte en fuente de salvación para todos.

La Última Cena

“Yo os aseguro que uno de vosotros me traicionará (…) Es aquél a quien le dé el trozo que mojaré. Y mojando un trozo se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Jesús le dijo: lo que has de hacer hazlo pronto. Pero ninguno de los comensales entendió lo que decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que quería decirle: Compra lo que sea necesario para la fiesta, o que lo mandaba para que se la diera a los pobres”. (Juan 13, 26-29)

La Pasión de Cristo se inicia con la Última Cena, donde se descubre la traición de uno de sus discípulos; el mismo Jesús ya había predicho que sería traicionado por uno de los apóstoles, Judas Iscariote. La Última Cena también es muy importante en la doctrina cristiana porque tiene lugar la institución de la Eucaristía (Marcos 14, 17-25)

Se trata de la cena pascual, en la que se celebra la liberación de la cautividad de los judíos en Egipto por Moisés (Ex 12, 1-14) Hay que recordar que Dios había dicho a su pueblo lo que tenían que hacer para que no muriesen los primogénitos cuando pasase el Ángel exterminador, que enviaría para castigar a los egipcios; habían de sacrificar un cordero y con su sangre habían de untar el dintel de las puertas de sus casas. Por este motivo en la cena se sacrificaba un cordero y se comía pan sin levadura, huevo duro, hierbas amargas y vino. El pan ácimo de la pascua judía hace referencia también a aquella noche en Egipto, en que no tuvieron tiempo en dejar fermentar la masa de pan.

Diseñar esta escena, agrupar sin confusión trece comensales alrededor de una mesa antes del desarrollo de la perspectiva, constituía una dificultad muy importante. Los pintores pintaban mesas en forma de media luna o de herradura, como es el caso de la Última Cena del retablo de Sixena, mesas redondas y, finalmente mesas rectangulares, como la de Jaume Huguet, que es uno de los primeros en utilizar esta forma que le otorga un incipiente carácter renacentista, momento en el cual la perspectiva ya estará plenamente conseguida.

La disposición y el número de personajes, la forma de la mesa y las circunstancias ambientales han tenido versiones muy diferentes que han enriquecido extraordinariamente la iconografía. Como en un hecho común en todas las Últimas Cenas, Jesús ocupa el lugar de preferencia; normalmente los comensales están sentados, aunque en las representaciones más antiguas están recostados o reclinados a la manera romana.

Occidente debe a Siria la representación de la mesa redonda, con Jesús en el medio, Judas delante y los otros apóstoles forman círculo. En el retablo de Sant Martí Sarroca hay un elemento curioso, los dos apóstoles que hay a ambos lados de Jesús, lo enmarcan y lo identifican con una especie de señal o gesto visual a los ojos del espectador. Pedro parece que le esté preguntando alguna cosa y Juan se recuesta en la mesa delante de Él. El cordero que evoca al inocente que se ofrece en redención de culpas ajenas, aparece en un plato al centro de la mesa.

La Última Cena del retablo de Sant Martí Sarroca se parece mucho, tanto en estructura –mesa redonda- como en la disposición de los comensales a la Santa Cena de Jaume Serra (Museo Nacional de Palermo) Allí, Judas, sin nimbo, está en primer plano y alarga la mano hacia el plato del cordero. En el retablo de Sant Martí Sarroca, el mismo personaje que alarga la mano, sí que lleva nimbo, por lo que, o no representa a Judas o el oficial dorador del taller se equivocó y le puso el nimbo a Judas, a pesar de que no le correspondía. En este caso es muy posible que recibiera una fuerte bronca a causa del alto precio que tenía el oro, pero ya no había remedio, pues el polvo de oro ya no se podía recuperar, después del largo proceso de colocar ese oro con un fino pincel sobre una preparación homogénea llamada bol armenio, o sea una mezcla muy fina de minerales que sirviera de colchón al oro.

Este cuadro vemos que tiene bastantes caracteres del estilo internacional porque predominan los detalles: diferentes apóstoles tienen el pan en la mano. Pedro coge un cuchillo, las servilletas están bordadas, aunque el fondo está todo dorado evitando referencia espacial como n el estilo italo-gótico.

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