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'La depuración franquista de los maestros freinetianos', por Pedro Cuesta Escudero

"La depuración franquista de los maestros freinetianos", por Pedro Cuesta Escudero

Pedro Cuesta Escudero es autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) y de La Comisión depuradora. Represión en la escuela

sábado 15 de abril de 2023, 08:21h
'La depuración franquista de los maestros freinetianos', por Pedro Cuesta Escudero
'La depuración franquista de los maestros freinetianos', por Pedro Cuesta Escudero
La victoria militar de Franco del 1939 significa el triunfo de las tendencias más agresivas y más centralistas y unitarias del nacionalismo español. El régimen franquista, que responde a los intereses de las clases ricas más conservadoras, es una violenta reacción contra todo lo que había representado un siglo de liberalismo político y la breve experiencia democrática de la II República. El franquismo se nutre de las fuentes más tradicionales del antiliberalismo, del integrismo católico, de la ideología social más conservadora, del corporativismo fascista y del autoritarismo militar.
'La depuración franquista de los maestros freinetianos', por Pedro Cuesta Escudero
'La depuración franquista de los maestros freinetianos', por Pedro Cuesta Escudero

Siempre se mantuvo la división entre los vencedores y vencidos

Muchas veces se ha afirmado, y con mucha razón, que la guerra no la ganó Franco, sino que la perdió la República, la perdieron las izquierdas –comunistas, socialistas, anarquistas, trotskistas- que no supieron ponerse de acuerdo.

Y una vez ganada la guerra, en ningún momento aparece ni un ápice de intento por superar el espíritu de división creado por la guerra civil, ni nada que buscase la integración de los vencidos. Nunca manifestó el Caudillo el deseo de borrar las huellas de una guerra fratricida, nunca llegó a perdonar a pesar de sus alardes de fervoroso cristiano. Nunca hubo por parte de los franquistas ningún intento de olvido del pasado. Franco y los suyos perpetúan su victoria militar con crueldad, vesania y odio.

Cuando el ejército entraba en los pueblos y ciudades defendidos por milicianos se desencadena una violencia vengadora ejecutada sobre el terreno: degüellos, paseos, tiros en la sien en la vera de los caminos. Pero cuando se estabiliza el dominio, junto a los militares que juzgan y fusilan, aparecen clérigos y falangistas, movidos por un ansia purificadora, que también se dedican con urgencia a extirpar el virus que había alimentado, según ellos, la “anti-España”. El fusilamiento de los derrotados era un fin en sí mismo, una demostración de la esencia de ese nuevo Estado militar, católico y fascista. La represión y el terror no eran elementos episódicos, sino el pilar central del nuevo Estado.

La represión fue un instrumento del ejercicio del poder del régimen franquista. La represión franquista fue planificada de forma sistemática, minuciosa, como una necesidad para la supervivencia del mismo régimen franquista. Y la violencia arbitraria era la norma. Como también la corrupción consentida de los carceleros. Se ha calculado (Tamames) que desde 1939 hasta 1945 hubo más de 100.000 ejecuciones y más de 200.000 detenidos “políticos”. Según Santos Juliá, en 1940 había 280.000 presos, de los cuales 17.800 eran mujeres, aunque otros autores los computan en 700.000.

Sin duda el mayor de los crímenes del franquismo, además de elevados costes en vidas humanas y devastación en bienes materiales, son los destrozos llevados a cabo en la educación, porque sus efectos perduran a bastante largo plazo. Es evidente que hoy España es un país distinto de aquel de 1936, pero todavía no nos hemos repuesto del todo. Aún no se respira el clima ciudadano que debiera: las mismas actitudes intransigentes que afloran aquí y allá, el mismo menosprecio por el adversario, la misma sobredosis de sentimientos con que recargar opiniones que no nacen de juicios claros. Por ejemplo, de cara a las elecciones que se avecinan se leen frases en este mismo medio como que Sánchez, sin dar más explicación, es el Presidente del Gobierno más mentiroso que ha tenido España; lo que va a presumir, fotografiarse, hacerse autopropaganda, ensalzarse y volar en el Falcon, durante su presidencia de turno de la Unión Europea a partir del 1 de julio próximo; que el deseo del PSOE de Pedro Sánchez es la desaparición de España como nación unitaria e indivisible. Que las Autonomías, virreinatos cantonales, duplican o triplican la burocracia que emana del Estado central y, en general, son nidos de corrupción. ¿Sabe usted- seguimos leyendo-, sea de derechas, de centro central moderadísimo, de izquierdas del todo a cien, separatistas, filoetarras o chusma indefinible, quien paga la juerga de toda esta gente “colocada” en este monstruo del Estado de las Autonomías? Y no seguimos para no alargarnos.

La escuela y los nuevos tiempos

La revolución industrial, orquestada por las otras revoluciones (la demográfica, la agraria, la de las comunicaciones y la política) engendró unos nuevos modos de vida que obliga a una reestructuración de base de las sociedades. Esas nuevas formas de vida que se van perfilando en Europa y América a lo largo del siglo XIX y que en el siglo XX ya cobran vigor y consistencia, exigen un profundo cambio de mentalidad en todos los órdenes. Y surge la necesidad de preparar a los futuros ciudadanos para que se vayan adaptando a estos rápidos y radicales cambios. Los nuevos modos de producción, que conllevan un progresivo trasvase del hombre del campo a la ciudad, que crean nuevas formas de relaciones humanas, exigen fundamentales cambios en las costumbres, en el pensar, en la manera de enfrentarse a la vida. El incremento de la producción necesita una mentalización de las masas populares en el acoplamiento de esos nuevos moldes, precisa una nueva educación y que la instrucción llegue a todos los sectores de la comunidad.

Y la escuela tradicional queda atrasada, desbordada. Precisa una reforma profunda, en sus métodos y fines, para que estos se acomoden a las nuevas exigencias de la vida y a las nuevas formas de relaciones humanas. A medida que el Estado democrático se fortalece, lo que corre paralelo con la revolución industrial y va asumiendo todos los servicios referentes a la vida de la sociedad, cuando pretende dirigir la formación docente por estimar necesario el tener preparado al ciudadano para los nuevos modos de vida entra en conflictividad con la Iglesia, quien cree lesionados sus derechos sobre las almas de los fieles.

En 1930 España tenía 23’5 millones de habitantes y un tercio de los cuales no sabía leer ni escribir, esencialmente las mujeres. Un 95% de los españoles se veían reducidos a no pasar –cuando llegan a ella- de la educación elemental. El acceso a las enseñanzas secundaria y superior estaba prácticamente reservado a una reducidísima minoría, constituida casi exclusivamente por las clases más pudientes de la sociedad. Al proclamarse la Segunda República, en 1931, habían unas 35.700 escuelas nacionales –es decir, públicas- la mayoría unitarias, o sea, no graduadas, con un solo maestro para todos los niveles y para más de un centenar de alumnos. La mayoría de esas escuelas estaban ubicadas en locales inaceptables en su mayoría, cuadras, pajares o pisos sin ningunas condiciones, ni higiénicas ni pedagógicas. “Nada más triste- decía el cuerpo médico escolar barcelonés por boca del Dr. Salvat- nada más nauseabundo, nada más tétricamente desmoralizador como el interior de esas escuelas, sin luz, sin aire, sin material escolar, en donde más que las ideas se contagian las llagas humanas y sociales, las enfermedades del cuerpo y del alma”. Estaba en vigor la Ley Moyano, que divide la enseñanza primaria en elemental y superior. La elemental es obligatoria a todos los españoles de 6 a 9 años y solo era gratuita a los que el cura párroco y el alcalde certificaran como pobres. Abarcaba doctrina cristiana y nociones de Historia Sagrada, lectura, escritura, principios de Gramática castellana, Aritmética con el sistema legal de medidas, pesas y monedas y, según las localidades breves nociones de Agricultura, Industria o Comercio. La primera enseñanza superior abarcaba, además de una ampliación de lo anterior, principios de Geometría, de Dibujo lineal y de Agrimensura, rudimentos de Historia y Geografía y nociones generales de Física y de Historia natural. En las enseñanzas elemental y superior de las niñas en vez de Agricultura, Industria, Comercio y Física e Historia natural se reemplaza por Labores propias del sexo, dibujo aplicado a esas labores y ligeras naciones de Higiene doméstica. La mayoría de la segunda enseñanza estaba acaparada por las Órdenes religiosas, lo que les suponía una tremenda fuente de ingresos.

La escuela republicana

El 14 de abril de 1931 es proclamada con gran entusiasmo popular la II República en España. Llegó con ganas de cambiar y mejorar las cosas, de transformar el país a través de la regeneración social y cultural. Para lograrlo, la escuela debía ser un puntal básico donde todo el mundo, independientemente de su capacidad económica, tuviese las mismas oportunidades de formarse y donde se enseñara unos valores comunes, entre los que destacara la solidaridad. Los nuevos poderes constituidos calcularon que tenían que crearse, como mínimo, 27.000 nuevos centros para poder escolarizar a todos los niños y niñas.

El primer ministro republicano de Instrucción Pública y Bellas Artes en el Gobierno provisional, antes de que se aprobase la Constitución republicana, fue el catalán Marcel.lí Domingo, que afirmaba que el maestro era el primer ciudadano de la República. Partiendo de esa idea programó la construcción de nuevas escuelas por todo el país, creó 7.000 plazas para nuevos docentes, subió el sueldo de los maestros con la intención de dignificar y reconocer su trabajo, reformó las escuelas del Magisterio con un Plan Profesional y creó el Patronato de Misiones Pedagógicas que llevara la cultura a las zonas rurales. Los posteriores ministros continuaron su labor. En este empeño habían luchado los de la Institución Libre de Enseñanza (Giner de los Rios, Bartolomé Cossío, Luzuriaga, Costa Altamira, etc.), Ferrer y Guardia, Anselmo Lorenzo, el PSOE, con Núñez de Arenas y la Escuela Nueva y la aprobación de las Bases para un programa de instrucción pública.

Los grupos conservadores y la Iglesia española se opusieron de forma contundente al considerar que la educación se convertía en un monopolio del Estado. Uno de los ejes básicos de la disputa era la religión al desaparecer la hegemonía que hasta entonces había ejercido la Iglesia sobre la educación. Los puntos de vista se polarizaron entre aquellos que querían salvaguardar la unidad católica del Estado con el control ideológico y espiritual de los escolares, y aquellos que deseaban romper con esa dinámica y esa visión del mundo y defendían la libertad religiosa con planteamientos secularizadores.

La técnica Freinet

La República no solo decidió construir nuevos edificios escolares y dotarlos de personal competente, sino también que había que establecer nuevas formas de educar y de enseñar que se acomodasen a las nuevas exigencias de la vida y a las nuevas formas de relaciones humanas. La educación conjunta de niños y niñas en la misma aula se convirtió en un eje pedagógico fundamental. La educación debía adquirir un papel activo y creador, incentivando a los alumnos/as a aprender.

Como el Ayuntamiento de Barcelona y la Mancomunidad catalana incentivaban económicamente las renovaciones pedagógicas, hizo que llegaran a Cataluña muchos teóricos extranjeros para exponer sus ideas. Entre los nuevos métodos pedagógicos que se introdujeron en Cataluña estaba la llamada técnica Freinet. Su difusión se atribuye a un grupo de maestros de Lérida, la mayoría de escuelas rurales, que recibieron el apoyo y el entusiasmo del inspector de primera enseñanza Herminio Almendros. La principal y más llamativa aportación de la técnica ideada por el ginebrino Célestin Freinet era el uso de la imprenta en la escuela para que los alumnos/as aprendiesen experimentando. O sea, el alumno/a debe aprender a partir de sus propios intereses creando “productos” y que vea su utilidad. El aprendizaje a partir de la investigación, en el que son claves el trabajo en equipo y el proceso de ensayo-error. A través de unos cuadernos que se imprimían en clase, además de practicar la lectura y la escritura, eran de interés para el alumnado pues constituían una publicación periódica para el entorno familiar y vecinal. La correspondencia postal entre centros escolares y el intercambio de cuadernos constituían otro elemento fundamental en el método de trabajo. El freinetismo no solo se extendió por Cataluña sino que, a partir de iniciativas individuales, llegó a las provincias de Huesca, Navarra, Soria, Castellón, Córdoba, Burgos…

Pero al inicio de la guerra civil muchos fueron fusilados tras la purga dirigida por el escritor falangista José María Pemán, quien llegó a proclamar: “mueran los malos intelectuales”. Algunos han podido ser localizados en fosas comunes como Valentín Zaborras Santamaría, maestro afiliado a FETE-UGT, llevó el método freinetista al pueblo de Aniés (Huesca) donde fue destinado de maestro. Zaborras Santamaría, Valentín fue asesinado por falangistas en octubre del 1936. Se le ha localizado en la fosa 1442/2009 de Sotonera

En 1934 Antoni Benaiges toma posesión de la escuela de Buñuelos de Bureba (Burgos) Llegó decidido a aplicar en ese entorno rural el método de trabajo freinetista. No tardó en entusiasmar a sus alumnos/as y a todos los vecinos. Durante el verano de 1936 tenía previsto viajar con su alumnado a visitar, por primera vez, el mar; pero Benaiges fue detenido en Briviesca, cerca de Bañuelos, pocos días después de producirse el golpe de Estado que desencadenaría la guerra civil española. Se ha documentado su asesinato por elementos de las milicias falangistas el 25 de julio de 1936, siendo al parecer enterrados en una fosa común en los Montes de la Pedraja, (Burgos)

El episodio del mar

La memoria del maestro Antonio Benaiges ha quedado asociada y popularizada por la anécdota de la intención de este maestro de llevar a sus alumnos, los niños y niñas de Bañuelos, a conocer el mar.​ Elaboraron juntos un cuaderno colectivo en enero de 1936 prologado por el maestro titulado "El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca" en el que podían leerse descripciones infantiles como «El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo», o un simple «el mar será...» Benaiges, prometió a sus alumnos llevarlos a Mont-roig del Camp, a casa de su familia. Pero el 20 de julio de 1936 Bañuelos recibió una visita de milicias de Falange Española. Fueron directamente a la escuela y mientras unos hacían preguntas relacionadas con las amistades del maestro, otros amontonaban ante el edificio lo que consideraban subversivo: libros, material escolar, imprentas, trabajos de alumnos y la colección de los cuadernos que quedaba como archivo, que redujeron a cenizas. Alguien pudo salvar del fuego las redacciones manuscritas y escondió un par de ejemplares de los cuadernos que ahora se conservan, si bien muchas familias se deshicieron de sus ejemplares por miedo a represalias. El testimonio de aquella colección de cuadernos editados en la escuela de Bañuelos de Bureba se conserva en Mont-roig del Camp, en manos de la familia Benaiges, que se había suscrito a la publicación y los recibía regularmente.

En 2010, la Agrupación de Familiares de las Personas Asesinadas en los Montes de La Pedraja localizó casquillos de bala y restos humanos en una montaña cerca del municipio de Villafranca Montes de Oca (Burgos) Meses después, la Sociedad de Ciencias Aranzadi encontró los restos de 104 personas asesinadas entre julio y octubre de 1936; entre ellos se presume que está enterrado el cadáver de Antoni Benaiges, aunque sus restos no han sido identificados todavía. En 2018 el maestro Sebastián Gertrudix y el documentalista Sergi Bernal publican la novela basada en la vida de los años en los que Antoni Benaiges fue el maestro del pueblo de Bañuelos. La novela se titula en castellano El Mar será y en catalán Els vaig prometre el mar.

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