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'Las mujeres que influyeron en el Príncipe de Viana', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

"Las mujeres que influyeron en el Príncipe de Viana", por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

viernes 17 de febrero de 2023, 10:53h
'Las mujeres que influyeron en el Príncipe de Viana', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

Las mujeres que influyeron en D. Carlos, el Príncipe de Viana, a lo largo de su vida, tuvieron un importante impacto, no solo en su destino, sino en el devenir de la Historia. Para profundizar en este tema tenemos el libro de nuestro amigo PEÑA MARTÍNEZ, José Antonio El príncipe sin reino.

'Las mujeres que influyeron en el Príncipe de Viana', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

Blanca I de Navarra, su madre

Blanca era hija del rey de Navarra Carlos III el Noble y, aunque nació en Pamplona, pasó su juventud en Olite. A los 17 años se casó con Martín el Joven, entonces rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón. Blanca se trasladó a vivir a la isla del Mediterráneo y aún continúo residiendo en ella a pesar de haber quedado viuda. Y regresó a Navarra, porque al morir su hermana Juana, ella era la siguiente en la línea de sucesión al trono navarro. En 1416 juró como heredera del reino. Y a los dos años acuerda su segundo matrimonio con el infante Juan de Aragón, hermano del rey de la Corona de Aragón, Alfonso V el Magnánimo. Una vez celebrado el enlace, en 1420, se trasladaron a Peñafiel donde nació Carlos, su primer hijo.

Al año siguiente Blanca marcha con su hijo Carlos a Navarra para que el infante sea criado y educado en las costumbres navarras, mientras su esposo Juan queda en Peñafiel al frente de los importantes intereses que tenía en Castilla, que le podrían llevar a ser rey de ese reino. En 1423 el rey Carlos III el Noble instituye en la persona de su nieto Carlos el título de Príncipe de Viana, o sea el heredero del reino de Navarra, “… por ser este hijo de nuestros muy caros y muy amados hijos el infante D. Juan de Aragón y la reina Doña Blanca, nuestra primogénita y heredera, haya habido entre ellos al infante D. Carlos, lur hijo nuestro muy caro y muy amado nieto”. De este modo estableció el Título de Príncipe de Viana para su honor, distinción y también para su sustento, por mandato dado en Tudela en “veinte de jenero l’aynno del nacimiento de nuestra Señor mil quatrocientos y veinte y tres”. Seguía con ello el ejemplo que habían establecido Inglaterra que instituyó el Principado de Gales en 1283, el de Delfín para el de Francia en 1346, el Principado de Asturias para el heredero del reino de Castilla en 1388 y el de Gerona para la Corona de Aragón en 1350. Así se establece el Principado de Viana dotándolo con el castillo y rentas de Viana y con todas las villas, aldeas y castillos de su derredor, a las que añade otras pertenencias, Laguardia, San Vicente, Aguilar, Genevilla, Lapoblación, Marañón, San Pedro, Cabredo, Val de Campezo; y otras distantes: Corella, Cintruénigo, Peralta y Cadreita, que consoliden y mantengan al Príncipe “y habemos erigido y erigimos por las presentes nombre y título de Principado sobre las dichas villas y lugares, y le habemos dado y damos título y honor de Príncipe y queremos y ordenamos, por estas presentes, que de aquí adelante se intitule y nombre Príncipe de Viana y tener aquellos como cosas suyas propias, car assi lo queremos y nos place”.

Al morir el rey Carlos III el Noble en 1425 Dª Blanca es proclamada reina de Navarra y coronada cuatro años después, junto a su esposo. Las hijas del matrimonio vendrían poco después: Juana, Blanca y Leonor. En Olite el joven príncipe pasará buena parte de su infancia y juventud. Su padre, Juan, es un desconocido de visitas esporádicas, sin otro afán que recaudar fondos en Navarra para financiar sus obsesivas empresas en Castilla donde tiene tensa rivalidad con D. Álvaro de Luna. La madre del príncipe, Dª Blanca es una mujer culta y conocedora del renacimiento cultural y artístico por haber estado gobernando durante trece años en Sicilia y designa como tutor de su hijo a Juan de Beaumont, prior de la Orden de San Juan y lo rodea de los mejores maestros: el humanista castellano Alfonso de la Torre, el poeta catalán Pere Torroella, el intelectual Pedro de Sado, el maestro Alfonso como preceptor de esgrima y de montura. Don Carlos disfruta de un ambiente propicio en el palacio de Olite, uno de los más lujosos y cortesanos de la Europa de su tiempo. “Su afición a la lectura, la escritura y la música le situaban a la altura de los príncipes mejores educados de su época”, escribe Peña Martínez. El Príncipe de Viana trató de cerca a insignes poetas como Ausias March, Joan Rois de Corella, Joanot Martorell, Pere Torrella, Alfonso de la Torre…

En 1440 la reina de Navarra viaja con su hija Blanca a Valladolid para el matrimonio de la joven con Enrique, heredero de Castilla. Pero a su paso por Segovia le sorprende la muerte en Santa María la Real de Nieva. Con la muerte de la reina Blanca llegan los problemas para el príncipe Carlos. En el testamento firmado en Pamplona dos años antes de su muerte Dª Blanca dejaba a su hijo Carlos, el Príncipe de Viana, la corona de Navarra, pero siempre y cuando obtuviera el permiso de su padre. Padre e hijo se reúnen en Santo Domingo de la Calzada, donde D. Juan confirma su papel como rey y deja en manos del Príncipe el cargo de lugarteniente en Navarra, en tanto que él permanezca con sus guerras castellanas. Dos sucesos vienen a enturbiar estos años venturosos: el 1 de julio de 1447 su padre el rey Juan contrae nuevo matrimonio con Juana Enríquez, hija del poderoso almirante de Castilla Fadrique Enríquez. Y el 6 de abril de 1448 muere con solo 26 años su esposa Inés de Clèves sin haber conseguido descendencia. La derrota de Olmedo había desbaratado las pretensiones castellanas del rey Juan que vuelve a poner sus ojos en Navarra, cuyas Cortes le habían negado las ayudas extraordinarias que había solicitado para su guerra contra Enrique IV de Castilla. Entonces en enero de 1450 aparta del gobierno de Navarra a su hijo Carlos, quien se refugia en Castilla. Don Juan piensa que su hijo se ha pasado a sus enemigos, por lo que se abre un periodo de desconfianzas en el que emergen de forma abierta las rivalidades larvadas entre facciones nobiliarias y clanes, los beaumonteses y los agramonteses. Bastó que los primeros, con la ayuda de Castilla, se aprestaran a defender los derechos del Príncipe de Viana al trono, para que los agramonteses se pusieran de parte del rey Juan. Hay enfrentamientos y escaramuzas entre los beaumonteses, acaudillados por Juan de Beaumont, y agramonteses, bajo el mando del mariscal Pedro de Navarra, señor de Agramont. La relación entre padre e hijo nunca llega a restablecerse, al igual que Navarra que queda dividida.

Inés de Claves. La esposa

La única esposa que tuvo el Príncipe de Viana nació en 1422 en Cléveris (Alemania), tercera hija del duque de Cleves y María de Borgoña. Este matrimonio fue concertado por el padre de Carlos, que impidió con ello un posible enlace del príncipe con mujeres de reinos de la península. La boda se celebró en el palacio de Olite en 1439. A los nueve años de su matrimonio Inés fallece sin haber dejado descendencia.

Blanca y Leonor. Las hermanas

Blanca de Trastamara y de Evreus y Leonor de Navarra, tuvieron vidas diferentes, con posiciones encontradas con respecto al Príncipe de Viana. Blanca contrajo matrimonio con Enrique de Castilla en Valladolid en 1440. Pero vive en Castilla un infeliz matrimonio, el cual será finalmente anulado por no consumación​ el 2 de mayo de 1453, aduciendo el príncipe Enrique que una "impotencia recíproca debida a influencias malignas le impidió intimar con su esposa”. Blanca regresa a Navarra repudiada y sin los bienes acordados en las capitulaciones de su matrimonio por haber sido este anulado, teniendo su padre Juan II que encargarse de sus necesidades. El rey sentía la misma aversión hacia ella como la que sentía por su hijo Carlos. Su hermana menor Leonor, condesa de Foix, tampoco le tenía estima, y Juana Enríquez, su madrastra, cuya única preocupación era colocar a su hijo Fernando en el trono de Navarra, hizo lo posible por perderla. O sea Blanca vuelve a Navarra donde encuentra un país en guerra y una situación muy comprometida para ella. De hecho halló en Olite su prisión y una nueva propuesta de matrimonio, con el duque de Berry, hermano menor de Luis XI de Francia. En realidad, esta propuesta de matrimonio es un engaño proyectado por su padre con el fin de sacarla de Navarra y alejarla de sus partidarios, los beaumonteses, que trataban de liberarla. Ante la disconformidad con este enlace su padre, furioso por la rebeldía de su hija, reacciona airadamente y la envía con su otra hija Leonor y su marido, el conde Gastón IV de Foix. En el trayecto del viaje que la conduce a Béarn, señorío de sus peores enemigos, Blanca realiza una protesta escrita por el secuestro en la que afirmó que la llevaban en contra de su voluntad, pedía el perdón divino para su padre y, ante la posibilidad de que la obligasen a testar bajo los intereses de Juan II y los condes de Foix, pedía que cualquier testamento realizado en favor de su hermana Leonor como heredera (o su descendencia) fuese considerado inválido. Unos días después (30 de abril), en San Juan Pie de Puerto, y temiendo que los que pretenden sus derechos le quiten la vida, hace testamento designando como heredero del reino de Navarra a su exmarido y ahora rey Enrique IV de Castilla (lo que habría supuesto la unión de las coronas de Navarra y Castilla). Una vez en Béarn, Blanca es encarcelada en la Torre Moncada, en Orthez, donde morirá el 2 de diciembre de 1464 bajo extrañas circunstancia.

Por su parte Leonor, en principio partidaria de su hermano Carlos, pero al casarse con Gastón IV de Foix e irse a vivir al Bearne se distanció de él y de su hermana Blanca y vira hacia su padre, que la nombra en 1445 heredera del reino de Navarra. Llegado 1464, muertos su hermano Carlos y su hermana Blanca, ya no tiene oposición en su camino hacia la corona de Navarra. Así Leonor se convirtió en reina de Navarra a la muerte de su padre Juan II, a quien solo sobrevivió quince días, pasando la corona a su nieto, Francisco Febo.

Juana Enríquez, segunda esposa de Juan II. La madrastra

Mujer hábil, audaz, diplomática y gran negociadora. Llegó a la vida del Príncipe de Viana por su matrimonio con Juan II, hecho que aumentó la tensión ya existente en Navarra. Tuvo una participación clave en asuntos que afectaban directamente al Príncipe de Viana. Fue mediadora en la reconciliación entre su marido y el Príncipe de Viana en la Concordia de Barcelona de 1460, participó en las negociaciones que condujeron a la Capitulación de Villafranca alcanzada en 1461. A la muerte del Príncipe de Viana continuó su labor al lado de su marido el rey hasta su fallecimiento en febrero de 1468 en Tarragona.

Las amantes

La vida amorosa del Príncipe de Viana nos permite conocer a varias mujeres. La primera de ellas fue María de Armendáiz, dama de cámara de la reina Doña Blanca, madre de D. Carlos, y luego de su hermana Leonor. Por ella levantó los lutos por Doña Inés de Clavés y María accedió a un amor apasionado. El príncipe entusiasmado dirige a su amada la siguiente misiva: “Yo el Príncipe doy mi buena fe a vos, doña María de Armendáriz, que habiendo de vos alguna criatura o criaturas yo os tomaré por mujer mía”. Fruto del amor entre Carlos y María nació en 1451 una niña, Ana de Navarra y Aragón que es reconocida por el príncipe. Madre e hija son acogidas en la corte de Olite y tratadas con el rango que les corresponde como hija y madre de la primogénita del Príncipe, a pesar que éste se encontraba preso en Zaragoza por orden de su padre. Estando en el cautiverio, sin poder ver a su hija ni abrazar a su amada, en el año 1453 D. Carlos redacta su testamento en el que ratifica la legitimación de su hija:”Tomen en mi muy noble e leal ciudad de Pamplona e alcen Reyna del dicho mi reino de Navarra e por Señora suya a Donna Ana de Navarra fija mía”.

María Armendáiz, a pesar de la lejanía de D. Carlos, guerreando o en prisión o en el exilio, siempre tuvo el rango cortesano adquirido como madre de la primogénita del Príncipe. Con el beneplácito del Príncipe de Viana en 1459 María se casó con Francisco de Barbastro, secretario del príncipe que recibió tal honor de casar con dama tan principal a los que D. Carlos colmó de rentas y castillos de dote. La hija Ana de Navarra y Aragón pasó su infancia en Olite. A los diez años estuvo presente en los últimos meses de vida de su padre en Barcelona. Acudió junto a su hermanastro Felipe y la madre de éste doña Brianda de la Vega reclamados por Don Carlos. Con la legitimidad de pertenecer a la Casa real de Navarra, aunque bastarda, caso en 1470, a los 19 años con Luis de la Cerda, Duque de Medinaceli, el más rico armador de El Puerto de Santa María.

Brianda de la Vega o de Vaca ocupa el lecho del Príncipe en el año 1455 y de la que tiene su primer hijo varón, al que lo reconoce como Felipe de Navarra y Aragón y conde de Beaufort. Brianda nació hacia 1437 en Mayorga (Valladolid) en una familia en la que abundaban cargos de confianza en los reinos de Aragón y Navarra. Gracias a esto pudo coincidir con el Príncipe de Viana en Zaragoza hacia 1453. D. Carlos poco tiempo disfrutó de esta nueva familia, ya que por los avatares de su vida de sufrimiento, hubo de exilarse, o marchar fugitivo de su padre en abril de 1457 a Nápoles a la corte de su tío Alfonso V el Magnánimo, después a Sicilia, a Mallorca y a Barcelona. Como le llegaran rumores del ligero comportamiento de Brianda el Príncipe de Viana le contesta a su leal Luis de Beaumont: “A lo que escribís de Brianda son burlerías y decires tales que prudente persona alguna no debe dar ni prestar orejas más bien puede cerrar las bocas de tantos maledicentes”. Estando en Barcelona en 1460 D. Carlos la reclamó ante su presencia que acudió con sus dos hijos bastardos Ana de diez años y el hijo de ambos, Felipe, de apenas cinco años. En 1470 Brianda se casó con Berenguer de Peguera y se le pierde el rastro.

Cappa o la Cappa fue el nombre o el mote de una nueva amante cuando el Príncipe de Viana residió en Sicilia entre septiembre de 1458 y julio de 1459 de la que tuvo un nuevo hijo, nacido en Palermo en julio de 1459 y que recibió el nombre de Juan Alfonso de Navarra y Aragón, a quien D. Carlos conoció pocos días, lo suficiente para reconocerlo y situarlo en la nobleza de la Casa de Navarra y Aragón. Cuando su padre marchó Juan de Navarra y Aragón quedó al cuidado de su madre bajo la protección del Gobernador y de la Corona de Aragón. El abuelo, el rey Juan II, se hizo cargo de la educación de sus nietos, tanto de Felipe como de Juan. Los orientó por la carrera eclesiástica.

Margalida Colom de Fenalitx (Mallorca) fue descubierta como amante del Príncipe de Viana por Georges Desdevises du Dezert en su investigación doctoral Don Carlos de Aragón, Príncipe de Viana publicada en Paris en 1889. En el capítulo Don Carlos en Mallorca dice textualmente al respecto: “Para ocuparse del ocio de su semicautiverio, el príncipe parece haber tomado una nueva amante llamada Margarita”, reproduciendo a pie de página la carta que el príncipe dirigió al Gobernador de Mallorca:

“Agradecemos mucho lo que fecho haveys en recomendación de Margarita; la verdad de la cosa mostrara lo que haveys sentido de ella ser prenyada”.

Vera-Cruz Miranda Menacho en su excelente tesis titulada El Príncipe de Viana en la Corona de Aragón (1457-1461 asegura que esa carta, que se encuentra en el Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona), la dirigió al Gobernador de Sicilia donde la doctora Miranda sitúa a Margarita. Pero no se llamaba Margarita, sino Margalida, como se dice en Mallorca. Hemos solicitado a A.C.A. una copia de esa carta para analizarla en profundidad, pero aún no la hemos recibido, porque, como nos dicen, tienen mucho trabajo y tardarán un tiempo en enviárnosla. Puede que D. Carlos mandara esa carta al gobernador de Sicilia, al que le unía gran amistad, pero no quita para que Margalida Colom sea de Mallorca. Cuando tengamos en nuestro poder ese documento lo analizaremos en profundidad.

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