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II SEMINARIO DE VERANO ISEN 2021

“Estrategia de la Geoeconomía y las cadenas de valor global en el siglo XXI” (Parte 1), por José Lorenzo Jiménez Bastida, General de División del Cuerpo de Intendencia del Ejército del Aire (R), Doctor en Economía (Análisis Económico Internacional)

“Estrategia de la Geoeconomía y las cadenas de valor global en el siglo XXI” (Parte 1), por José Lorenzo Jiménez Bastida, General de División del Cuerpo de Intendencia del Ejército del Aire (R), Doctor en Economía (Análisis Económico Internacional)
lunes 27 de diciembre de 2021, 09:08h
“Estrategia de la Geoeconomía y las cadenas de valor global en el siglo XXI” (Parte 1), por José Lorenzo Jiménez Bastida, General de División del Cuerpo de Intendencia del Ejército del Aire (R), Doctor en Economía (Análisis Económico Internacional)

INTRODUCCIÓN:

Los conceptos actuales de geopolítica y de geoeconomía permiten disponer de una nueva óptica, para entender las dinámicas que están conformando las relaciones de poder y las esferas de influencia, y orientan sobre cómo podrían evolucionar en el futuro.

La política geoeconómica de determinados países, y sus estrategias, pretenden situar a las industrias estratégicas propias en entornos con capacidad de impacto geopolítico.

Contemplan sectores de recursos críticos, como el petróleo, los microchips, las comunicaciones, las finanzas, y los sectores de alta tecnología e innovación entre otros, con la intención última de posibilitar la creación o el reforzamiento de posiciones de liderazgo, que rayan en situaciones de cuasi monopolios, tanto en mercados emergentes, como en mercados completamente nuevos.

En el marco de esas estrategias, son fundamentales los análisis sobre los efectos que tienen las cadenas de valor globales, para obtener un mejor posicionamiento en sectores estratégicos concretos, especialmente en aquellos intensivos en capital y de alta tecnología.

“Estrategia de la Geoeconomía y las cadenas de valor global en el siglo XXI” (Parte 1), por José Lorenzo Jiménez Bastida, General de División del Cuerpo de Intendencia del Ejército del Aire (R), Doctor en Economía (Análisis Económico Internacional)

2 Estrategia de la Geoeconomía

¿Qué se entiende por estrategia de la geoeconomía? Una respuesta sencilla, diría que es una forma de explicar cómo los Estados utilizan, o deberían usar, su poder económico en la consecución de objetivos geopolíticos, utilizando todo el instrumental geoeconómico disponible.

La estrategia de la geoeconomía por parte de un estado se deriva de la política geoeconómica establecida, encaminada a la consecución de sus diversos objetivos estratégicos.

Entre estos objetivos, destacan aquellos que pretende situar a las industrias estratégicas propias en entornos con capacidad de impacto geopolítico, y contemplan, desde sectores de recursos críticos como el petróleo, los microchips, las comunicaciones, las finanzas, los sectores de alta tecnología e innovación, hasta aquellos otros que posibiliten la creación de monopolios en mercados emergentes, completamente nuevos.

Uno de los indicadores más característicos de dichas políticas, es el apoyo que prestan los Estados a sus grandes empresas, mediante la creación de empresas afines, y el apoyo a la localización del capital en las mismas, en áreas geográficas específicas para lograr objetivos estratégicos.

2.1 Concepto de geopolítica y de geoeconomía

La geopolítica queda caracterizada por el conjunto de supuestos en base a los cuales los estados pueden ejercer el poder sobre un territorio, o una determinada área geográfica de influencia, que les pueden ser de interés. Además, contempla diversos planteamientos, en base a los cuales éste poder es empleado e incrementado.

En esencia, una idea intuitiva de lo que se entiende por geopolítica sería que está relaciona con la acción del poder político de los Estados, que tiene una dimensión geográfica ligada a un determinado desarrollo de la sociedad, que encierra una voluntad política para constituir, precisamente, la base del poder político que el Estado representa, y que tiene una proyección, tanto a nivel interno como con respecto a sus interacciones e influencia en el ámbito internacional. Blackwill, E. y Harris, J. (2016).

La geoeconomía, no sustituye a la geopolítica, y se puede observar que son dos conceptos que están cada vez más estrechamente vinculados, en la medida que la geopolítica utiliza la geoeconomía como elemento para cimentar sus objetivos de consolidación de poder, tanto en su entorno doméstico, como en todas aquellas áreas geográficas de influencia que le sean de interés.

La geoeconomía es, básicamente, el empleo de instrumentos económicos para producir resultados geopolíticos beneficiosos para un Estado.

La geoeconomía es también entendida como un área de conocimiento interdisciplinar, en creciente auge, que comprende factores de carácter geopolítico, inteligencia estratégica, macroeconomía, relaciones internacionales y prospectiva. Su objetivo fundamental consiste en proporcionar al Estado las herramientas de carácter económicos para promover y defender los intereses nacionales, y producir resultados geopolíticos beneficiosos. (Blackwill, R. y Harris, J.; 2016).

Si la geoeconomía proporciona al Estado las herramientas de carácter económicos para promover resultados geopolíticos beneficiosos, el objetivo principal de la política geoeconómica consiste en diseñar una estrategia geopolítica de amplio espectro, donde los instrumentos económicos a poder utilizar juegan un papel determinante. En la práctica, este potencial apoyo se presenta bajo la forma de dos enfoques, denominados, poder económico "duro" o "blando “(Blackwill E., et al. 2016).

Estrategia de la geoeconomía: Poder económico “duro” y poder económico “blando”: El poder económico duro coacciona y disuade con la amenaza de causar una destrucción económica tangible y radical: embargos, retirada de inversiones, manipulación de divisas y acciones, etc. El poder económico blando consiste en disponer de la capacidad para moldear el comportamiento y los objetivos de los países y organizaciones rivales a través de incentivos (condiciones, tentaciones, atracciones, etc.), estructuras y vínculos.

Dos ejemplos, conocidos a mencionar de este último, sería cuando los Estados Unidos, solo permiten que los demás Estados miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) utilicen los dólares estadounidenses, si cumplen con ciertos estándares de comportamiento; o cuando China, para que un país pueda obtener sus préstamos bancarios, éstos sólo se concederán en la medida que los estados potencialmente beneficiarios, se ajusten o se avengan cumplir con los particulares deseos o intereses geopolíticos de China.

El poder económico "duro" y el "blando", no se excluyen mutuamente y, en la mayoría de los casos, son dos caras de la misma moneda. En cualquier caso, es relevante destacar es que la aplicación de cualquiera de dichos métodos requiere de una economía que sea fuerte e influyente.

2.2 Objetivos, e instrumentos de la geoeconomía

Para la cumplimentación de las políticas geoeconómicas se identifican tres factores fundamentales, utilizados como elementos de presión política:

El primer factor, se identifica tras el final la guerra fría, y aparece como evidencia insuperable de que no existe una clara alternativa para poder desafiar a la mayor potencia militar del mundo, los Estados Unidos, en una guerra a gran escala, unido a la constatación de que las guerras modernas conllevan unos elevadísimos costes, tanto políticos como sociales, en términos de opinión pública, y económicos, en términos de su sostenibilidad.

El segundo factor, viene dado porque muchos estados emergentes han adoptado nuevas modalidades, y grados, del denominado “capitalismo de estado”, y, como resultado de este modelo, disponen de nuevas y particulares estructuras económicas para perseguir objetivos geopolíticos, así como para poder soslayar ciertos aspectos y reglas básicas del sistema económico internacional existente.

El tercer factor es la irreversible conformación de una economía cada vez más integrada a nivel global. Es una realidad que a pesar de vislumbrarse una creciente reacción por parte de algunos sectores sociales en contra la globalización, la versión de que en siglo XXI tendremos un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, sigue plenamente vigente

De los tres factores, anteriormente señalados, merece poner énfasis en el roll que desempeña el denominado “capitalismo de estado”.

Este tipo de capitalismo representa una estructura económica híbrida en la que grandes segmentos de la economía están controlados por el Estado, pero operan bajo la envolvente de un sector privado, y se benefician de las posibilidades que ofrecen los mecanismos del libre mercado.

El control del Estado se ejerce a través de grandes empresas estatales bajo la forma de grandes corporaciones nacionales, por ejemplo, de petróleo y gas ; de las grandes empresas denominadas “campeones nacionales”, en los que subyace un claro apoyo o patrocinio por parte del Estado; los denominados “fondos soberanos”, y, sobre todo, por el papel y el gran protagonismo que ejercitan los bancos, grandes y pequeños, los cuales, aunque en apariencia son de carácter privado, la realidad muestra que en su funcionamiento persiste un férreo control por parte del estado.

Los investigadores parecen coincidir en que todos estos factores actúan de forma conjunta, y generan una mayor propensión por parte de los Estados a emplear cada vez más instrumentos económicos de poder como la primera opción para la consecución de sus objetivos geopolíticos.

Hasta hace muy poco, la mayor parte de las “inversión extranjera directa” (FDI) se basaban en decisiones impulsadas por en las reglas del mercado y, como resultado, su única consideración geopolítica era la estabilidad del mercado del que se forma parte.

Sin embargo, otro elemento que señala la potencia de los nuevos instrumentos de la geoeconomía viene dada, por la constatación de que, en nuevas e importantes economías emergentes, se aprecia una irrupción del papel del Estado, vía las denominadas “las empresas estatales” (SOE), cada vez de mayor tamaño y en aumento. Se constata, también el activo predominio de los fondos soberanos (SWF) y, sobre todo, el inexorable mano “visible e invisible” de los bancos estatales (SOB).

Estas organizaciones, bajo la tutela y dirección de sus Estados soberanos, gozan cada vez de mayor protagonismo a nivel internacional, y se observa que el campo de juego se está alterando, y se están eclipsando las reglas de juego basadas en criterios de toma de decisiones basada parámetros y principios fundamentos en las reglas de libre mercado.

Para que un Estado pueda aplicar y/o financiar una estrategia geoeconómica efectiva, será imprescindible la disponibilidad de recursos estratégicos y de gran impacto económico, y conlleva el principio de que siempre se estará más interesada en potenciar industrias estratégicas que, además, tengan también un efectivo impacto geopolítico.

Estas industrias potencialmente estratégicas, que quizás inicialmente, están menos dotadas de financiación, pero que ciertamente pueden ser más influyentes en el contexto geopolítico, son las que acaparan la atención por parte del apoyo del estado. Esta tipología, vendrá caracterizada porque abarquen:

Uno: recursos industriales escasos pero críticos, como el petróleo, las máquinas herramienta o los microchips;

Dos: servicios que respaldan las nuevas tecnologías, que son el motor para los nuevos tejidos industriales, tales como las comunicaciones, la aeronáutica, el espacio y finanzas;

Tres: industrias de alta tecnología e innovación, que pueden crear y monopolizar mercados completamente nuevos.

Además de los sectores industriales específicos, los Estados también considerarán la dimensión de la cadena de valor de la geoeconomía. En concreto, analizar la posición que ocupa la actividad a desarrollar, de las cadenas de valor dentro de la denominada la “curva de la sonrisa”.

En la Figura 1 sobre la “curva de la sonrisa” de las cadenas de valor, se detecta una particular estructura distributiva, de las actividades relacionadas con el valor añadido. Se identifica claramente una curva en la distribución de los elementos que forman la cadena de valor. Así, por ejemplo, en los primeros eslabones de la cadena, la investigación, el desarrollo o el diseño, tienen un alto valor añadido, para evolucionar a niveles más bajos, asociados, por ejemplo, al ensamblaje, la producción y la distribución, y donde se aprecia que, en los estadios siguiente de la actividad de la cadena, vuelven a tener valores económicos añadidos mucho más elevados, como los asociados al marketing, la financiación o los servicios post venta.

FUENTE: Olier, E., (2016)

Las actividades que se corresponden con procesos de trabajos sencillos, intensivos en mano de obra, con relativamente escaso valor añadido, y que, en la mayoría de los casos, suelen ser pobres en dotación de capital.

Por el contrario, hay actividades relacionadas con el diseño, la investigación y el desarrollo, la gestión, no solo son intensivos en capital, sino que también se encuentran con posiciones de poder negociar y presionar, de una forma más potente y efectiva.

Como señala John F. Troxell, “Geoeconomía” (2017), para la aplicación de la estrategia geoeconómica es necesario también identificar las cuatro áreas de actuación, susceptibles de ser empleados: La diplomacia (negociaciones y acuerdos); La información (comunicación y propaganda); La fuerza militar (armamento y confrontación militar), y La economía (recursos y financiación).

Entre las herramientas más adecuadas para poder aplicar actuaciones geoeconómicas se identifican las siguientes:

Las Políticas comerciales,

Las Políticas de inversión,

Las Sanciones económicas y financieras,

Las Política financiera y monetaria,

Las Ayudas,

El empleo del Ciberespacio como dominio de presión,

La Energía y

Las materias primas (incluidas las tierras raras)

Además de los instrumentos antes referidos, se suelen identificar cuatro características estructurales, o requisitos operativos previos, que son imprescindibles para poder aplicar con efectividad una determinada estrategia geoeconómica:

1º.- Capacidad para controlar la inversión exterior.

2º.- Características del mercado interno (tales como, tamaño total; grado de control sobre el mercado interno del propio país, tanto en la fijación de las barreras de entrada, como en el control y fijación de los niveles de importación de un sector o país determinado; las asimetrías en las relaciones económicas con otros estados; percepciones o predicciones de crecimiento futuro, etc.)

3º.- Influencia sobre los flujos de materias primas y energía.

4º.- Grado de centralización del sistema financiero (por ejemplo, si se tiene capacidad para de ser moneda de reserva, y algunas otras formas de sanciones financieras).

2.3 Modelos de estrategia en geoeconomía

Se suelen identificar dos modelo o enfoques:

-el modelo Liberal y

-el modelo desarrollista

El modelo Liberal considera la estrategia geoeconómica dividida en tres fases: Una, asociada a la creación de capital, donde las empresas obtienen capital para competir en los mercados globales; otra, llamada fase direccional, en la que las empresas deciden a qué sectores o mercados apuntar, y una tercera, conocida como fase de consolidación y mantenimiento, en la que las empresas intentan mantener su posición ganada como resultado de sus esfuerzos competitivos, tanto en el mercado como en el sector en el que han logrado consolidarse.

En contraste con el modelo liberal, está el modelo desarrollista, llamado así por sus orígenes en la economía del desarrollo de Alemania y Asia oriental. Aquí, el estado dirige el capital hacia sus “campeones nacionales” favoritos, los dirige hacia los objetivos, y los apoya para que puedan mantener sus posiciones a largo plazo.

La estrategia geoeconómica liberal es una estrategia de carácter "defensivo en el corto plazo, y ofensiva para el largo plazo". En ella, las fases de obtención de capital y de diseño de objetivos están condicionadas por las fuerzas del mercado. A través del mecanismo de evaluación de costes y beneficios, las empresas orientan las necesidades del capital hacia los sectores y los mercados más intensivos en éste, y se distribuirán el capital de acuerdo con la calidad y el potencial de la empresa. En base a ello, solo los más capaces obtendrán la mayor cantidad de capital.

A largo plazo, esto crea una economía hiper-competitiva, que tenderá a domina la economía y predominar en determinados sectores económicos y mercados internacionales, generando importantes beneficios geoeconómicos y geopolíticos para el Estado.

El enfoque o estrategia liberal es relativamente sencillo, pero no está exento de inconvenientes. Dentro de este enfoque, el estado tiene un control limitado de la dirección. En la práctica, el estado conserva muchas herramientas para incentivar las fuerzas del mercado, en las direcciones geoeconómicas deseadas, pero en general tienen poco control sobre el destino específico del capital.

La estrategia o modelo desarrollista es especialmente relevante cuando el mercado libre no quiere o no puede lograr objetivos geoeconómicos. Los mercados pueden ignorar un territorio geopolíticamente significativo pero pobre en capital.

En los países subdesarrollados, es posible que los mercados ni siquiera puedan concentrar suficiente capital para lograr un crecimiento económico significativo. La intervención estatal es, por tanto, la alternativa. Los recursos financieros se utilizan por parte de la dirección estatal, de forma generosa, para inyectar capital en los “campeones” previamente seleccionados.

El Estado, tanto en mercados protegidos externa e internamente, permite a los campeones obtener la mayor cantidad de capital posible del circuito público. El apoyo estatal directo se financiará mediante impuestos o mediante un régimen de tipos de interés negativos que conviertan el ahorro del público en capital utilizable. En ambos casos, el Estado tiende a suprimir el consumo interno y transfiere los recursos financieros ahorrados a los canales de la inversión.

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