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 Culturilla Naval: “La capilla de las ánimas” de la Iglesia de la Caridad de Cartagena y el navío, Rayo de la Armada', por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®

Culturilla Naval: “La capilla de las ánimas” de la Iglesia de la Caridad de Cartagena y el navío, Rayo de la Armada", por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®

miércoles 24 de noviembre de 2021, 20:51h

El 28 de Junio del año 1749, y con el nombre de “Rayo”, se botaba a las aguas caribeñas un nuevo buque para la Armada, merced al buen hacer del personal de los astilleros del Real Arsenal de La Habana. De 198 pies de eslora y 57 de manga, desplazaba 1.900 toneladas e iba armado con 80 cañones, lo que le hacía ser catalogado como “navío de guerra de gran porte”.

 Culturilla Naval: “La capilla de las ánimas” de la Iglesia de la Caridad de Cartagena y el navío, Rayo de la Armada', por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®

Su primer “trienio” de vida lo consumió patrullando aquellas aguas, decidiéndose que en Marzo de 1752 cruzase el Atlántico para venir a la península, participando desde su llegada a España en múltiples misiones, muchas de las cuales tuvieron su origen o finalización desde el puerto de Cartagena, pero hoy dedicamos esta historia a hablar en concreto de una de ellas, por su tinte histórico y porque creemos que la historia que conlleva es desconocida.

Los hechos tendrían lugar en 1769, año en el que estando el citado navío al mando del CN don José de Rojas Recaño, (Cádiz 1702/Cartagena 1794) y formando parte de la Escuadra del que sería primer Capitán General de la Real Armada Española, don Juan José Navarro de Viana y Búfalo, (Mesina, Italia,1687/San Fernando 1772), Marqués de la Victoria, se dispuso que una flota compuesta por nueve buques hicieran una navegación especial.

Se trataba de llevar a Italia a la Infanta Luisa María de Borbón y Wettin, que tras casarse con el Archiduque Leopoldo II, que luego ocuparía el trono imperial, se convertiría en la que sería penúltima emperatriz del Sacro Imperio Romano-Germánico y luego el mimo navío traería de vuelta a España, desde Génova, a la también Infanta María Luisa de Parma, que a la postre sería reina consorte por su matrimonio con Carlos IV, la cual desembarcaría en el puerto de Cartagena.

De esa flota de nueve navíos de línea, ocho actuarían de buques de escolta, siendo designado el “Rayo” para llevar todo el protagonismo de la historia que nos ocupa.

Por aquellas fechas, ya funcionaba en esta ciudad el “Hospital de Caridad” que había fundado hacía ya unos años, en 1693, el soldado de Infantería de Marina Francisco García Roldán, hospital al que se edificaría como anexo al mismo lo que hoy es la Iglesia de la Caridad, los cuales, (hospital e iglesia), subsistían sobre todo de donaciones y obras de caridad procedentes de gente pudiente.

Para hacer más placentero el viaje de las infantas, se decidió que la estancia que ocuparían a bordo del buque elegido, el navío “Rayo”, éste se adornase en parte con “pompa y lujo”, y así se hizo, convirtiéndose el camarote asignado en una agradable estancia que recordaba más la habitación de un Palacio que el camarote de un buque de la Armada.

De ese modo, se habilitó con amplios espejos biselados, cuyos marcos eran de maderas nobles talladas de estilo neobarroco, junto con vajilla, cubertería, algún mueble auxiliar así como con tallas, cuadros y tapices, todo ello con la finalidad de que la infanta tuviera agradables singladuras durante el tránsito Génova/Cartagena, días de mar que transcurrirían sin novedad.

Conocedor S.M. el Rey de que el hospital y la iglesia se mantenían principalmente con donaciones y obras de caridad, decidió el Monarca para paliar en cierra medida esa necesidad económica, tras atracar el “Rayo” en Cartagena y seguir la infanta viaje a Madrid por carretera, donar al hospital parte de esos adornos que habían decorado el egregio camarote, al objeto de que sus responsables pudieran venderlos y sacar un dinero que seguro les vendría bien. No hay constancia escrita de qué cosas regaló el Monarca y cuantas o cuales se vendieron, ni quien las pudo adquirir, pero de lo que sí tenemos constancia según figura en los archivos consultados, es de que, adía e hoy, la mayor parte de los objetos que forman la “capilla de las ánimas” de la iglesia de la Caridad, donde se custodia la Patrona de Cartagena, proceden de aquel camarote, porque en su momento no fueron vendidas, quizás por considerar que era más importante preservar para las generaciones venideras esos elementos que formarían don el tiempo parte de la historia de España, que obtener unas monedas a cambio de su venta, gesto que ha propiciado el que hoy aún se puedan apreciar, pasados más de 250 años de aquellas singladuras vividas por una Infanta a bordo de uno de los buques de gran porte de la Real Armada española, el Navío Rayo.

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