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Culturilla Naval: “Un coqueto y desconocido Museo Naval: el de las ‘Falúas Reales’ de Aranjuez”, por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®

Culturilla Naval: “Un coqueto y desconocido Museo Naval: el de las ‘Falúas Reales’ de Aranjuez”, por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®
jueves 18 de noviembre de 2021, 09:57h

El Museo Naval de Madrid, ubicado en el propio Cuartel General de la Armada, en pleno centro de la capital, y que ha sido recientemente remodelado, es una referencia a nivel mundial en la materia, albergando innumerables piezas de incalculable valor histórico, lo que le hace ser muy conocido y por lo tanto muy visitado.

Culturilla Naval: “Un coqueto y desconocido Museo Naval: el de las ‘Falúas Reales’ de Aranjuez”, por Diego Quevedo Carmona, Alférez de Navío ®

Aparte de este Museo, la Armada dispone de otros en las ciudades de Cartagena, Ferrol, San Fernando, Las Palmas de Gran Canaria y Sevilla (este último ocupa toda la superficie de la famosa “Torre del Oro"), aunque ciertamente son de menor entidad que el de Madrid, del cual dependen, pero entre todos aglutinan innumerables objetos del rico patrimonio naval militar español.

Pero aparte de los citados, cuya existencia es conocida, muy cerca de la capital de España, en la localidad de Aranjuez, existe otro Museo Naval, muchísimo más modesto y desconocido, no por ello menos interesante y que desde este blog, recomendamos visitar a quien transite por la zona. Nos estamos refiriendo al coqueto “Museo de Falúas Reales de la Escuadra del Tajo”, ubicado en un paraje casi paradisíaco, conocido como el “Jardín del Príncipe” y que bajo la dirección de “Patrimonio Nacional”, guarda en su interior varias embarcaciones de recreo que han logrado sobrevivir el paso del tiempo, las cuales estuvieron durante casi dos siglos al servicio de la monarquía y que formaron en su día toda una “escuadra” de la Armada Española, la del río Tajo, y cuyo mando aún hoy todavía ostenta el Almirante-Director del Museo Naval de Madrid, merced a una Real Orden de fecha 31 de Julio de 1865, la cual nunca se derogó.

Este Museo que muestra al visitante semejante y peculiar “escuadra”, (aunque por el número actual de sus componentes casi sería más acertado utilizar el término “escuadrilla” para referirse a ellos), rescata de la “nebulosa del tiempo” el protagonismo que tuvo nuestra Marina en el sostenimiento económico, protección, mantenimiento y marinaje de las mismas.

Este entrañable Museo, alberga no solo embarcaciones sino otros objetos y obras de arte, pudiéndose citar algunos singulares, como la cuna en forma de buque adornada con ricos dorados y construida en el Arsenal de Cartagena, cuna que utilizó siendo bebé el futuro Rey de España Fernando VII, o juguetes con forma de barcos de época utilizados por infantes en su niñez, e incluso una bicentenaria jaula para pájaros, de gran tamaño, y también con forma de navío, entre otros.

En resumen, todo el conjunto de piezas de este singular Museo vienen a representar el esplendor de una época de lo que fue en su momento un gran complejo que llegó a contar también con un dique (cubierto para preservar a la embarcación que estuviera en él de las inclemencias del tiempo), alojamientos para las tripulaciones, e incluso un pequeño hospital para las tripulaciones, e incluso un pequeño hospital para atender urgencias y una capilla. El destino a bordo de estas falúas estaba muy bien retribuido, y aparte de ello sus dotaciones se beneficiaban de las gratificaciones que los Monarcas les hacían de manera puntual con cierta asiduidad, lo que hacía que en general el destino fuese muy apetecible y por tanto muy solicitado, por lo que suponía además de estar alejado de las difíciles condiciones de la vida a bordo e cualquier otra unidad operativa de la Armada, un destino que llegó a contar con oficiales de mar, contramaestres, condestables (para el uso de los pequeños cañones que montaban para salvas de ordenanza), y por supuesto marinería, que sólo estos últimos ya sobrepasaban con creces el centenar, todos ellos suministrados por el Departamento Marítimo de Cartagena, probablemente debido a la proximidad geográfica y a los que se añadía personal de maestranza como calafates o maestros de Ribera, personal todos ellos imprescindibles, sobre todo estos últimos, por ser barcos de madera cuyo mantenimiento debía ser meticuloso y continuo.

Aunque desgraciadamente muchas embarcaciones de las que usaron antaño los monarcas españoles no lograron sobrevivir al inexorable paso del tiempo, otras varias sí han llegado hasta nuestros días, las cuales están perfectamente restauradas pudiendo ser admiradas “in situ”.

En este sentido cabe reseñar que en Junio de 1808, tras la invasión francesa en España, los galos destruyeron muchas de esas falúas del XVIII que existían entonces, las cuales serían saqueadas, y algunas quemadas o hundidas, no “renaciendo” la escuadra hasta unos años después en la llamada “época fernandina”, esto es, a partir de 1815 aproximadamente.

Aún así, el visitante de hoy puede hacer un recorrido por sus instalaciones, visitar y admirar la góndola de Carlos II, o la canoa de Francisco de Asís, y hacer con ellas un imaginario y placentero paseo fluvial, dejando que la mente nos transporte a tiempos pasados.

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