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HISTORIA DE LOS SANATORIOS ANTITUBERCULOSOS EN ESPAÑA

HISTORIA DE LOS SANATORIOS ANTITUBERCULOSOS EN ESPAÑA
domingo 07 de noviembre de 2021, 09:28h

Durante el pasado siglo la tuberculosis era considerada uno de las enfermedades mas mortíferas (por encima de la sífilis y el cáncer) que atacaba Europa y para la que no existía una cura determinada y efectiva. Este factor se vio agravado debido a la industralización y a la emigración masiva a las ciudades, lo que dio lugar a una mayor densidad de población y condiciones de vidas insalubres. Todo ello provocó un aumento alarmante de casos en toda Europa.

HISTORIA DE LOS SANATORIOS ANTITUBERCULOSOS EN ESPAÑA

La gravedad de la tuberculosis hizo que fuese asunto de estado desde comienzo de siglo. En 1903 se creó la Asociación Antituberculosa española (AAE), que un año más tarde quedó integrada en el Buró Central Internacional para la Lucha contra la Tuberculosis de Berlín. Además se ordenó a los Gobernadores Civiles que crearan comités provinciales contra la tuberculosis, los cuales formarían la Comisión Permante contra la Tuberculosis. Esta comisión era la mediadora ente la AAE y el Ministerio de Gobernación del cual dependía.

En esta época la Familia Real fue también partícipe de la lucha. Alfonso XIII mandó construir el primer hospital de enfermedades infecto-contagiosas: el Hospital del Rey en Madrid. Posteriormente emprendió el conocido viaje a las Hurdes junto a Gregorio Marañón (1922) para constatar entre otras cosas la gran incidencia que tenían las enfermedades contagiosas en esas tierras.

Viaje a las Hurdes en 1922

Toda la Familia Real tomaba parte en las campañas de lucha contra la tuberculosis. Se les podía ver participar asiduamente en colectas y actos públicos.
En el siguiente cartel vemos a Doña Victoria Eugenia y Doña María Cristina promocioando el Día de la Flor. Este día fue establecido para conmemorar y dar a conocer las campañas contra la tuberculosis y estaba caracterizado por las numerosas colectas que se realizaban durante esta jornada.




Ya en 1924 Miguel Primo de Rivera anuló los organismos anteriores y creó el Real Patronato de la Lucha Antituberculosa. Aunque impulsado por el Estado, este patronato recaía el manos privadas. Pese a todos estos intentos la incidencia de la tuberculosis seguía en aumento, lo que después llevó a la Segunda República a ordenar una nueva reforma de los organismos. Para ello estatalizó la lucha contra la tuberculosis e invirtió una gran suma de dinero en infraestructuras y educación. También creó diversos organismos como el Comité Nacional Ejecutivo contra la lucha de la tuberculosis y formó e introdujo médicos y especialistas en tuberculosis en los diversos sanatorios.

Pero los cambios no acabaron aquí. En 1936 el Frente Popular ordenó nuevos estudios para reorganizar el sistema, pero estalló la Guerra Civil. Con ello la situación se agravó como ya habia sucedido con anterioridad durante y después de la Primer Guerra Mundial.

Durante esta epoca convulsa, en la zona controlada por los sublevados se creó de nuevo en 1936 el Patronato Nacional de Tuberculosos, que aunque continuaba siendo dependiente de la Dirección General de Sanidad recuperaba el carácter benéfico que se había intentado eliminar durante la República. En los posteriores años la Falange, incluída su sección femenina, fueron partícipes en la organización y campañas contra esta enfermedad.

Pero ninguno de estos organismos consiguió frenar de una forma efectiva el avance de la tuberculosis hasta que en 1949 el descubrimiento de la estreptomicina dio un cambio radical al tratamiento de esta enfermedad. A partir de este momento se desarrollaron métodos que combatían activamente la tuberculosis.

Segun los datos estimados en su momento, España tenía a comienzos de siglo 202 muertos por cada 100.000 habitantes. Este número descendió durante los años de la República. En 1931 la tasa de muertes había descendido hasta 133 muertes por 100.000 habitantes, y cayó hasta 108 muertes en 1935.

Esta tasa se elevó rápidamente en 1937 a 119 y a 129 en 1938. Este porcentaje continuó ascendente hasta 1951, cuando descendió hasta 93 coincidiendo con la llegada de la estreptomicina.

Desde 1913 se comezaron a construir edificaciones dedicadas a la erradicación de la tuberculosis, aunque a veces compartían espacio con tratamientos para otras enfermedades. Se construyeron sanatorios en todas las provincias y dispensarios en la mayoría de las ciudades. Complementando lo anterior se construyeron diverosos sanatorios especificamente dedicados a los enfermos de tuberculosis en puntos estratégicos elegidos por su favorecedor entorno. Véase la Sierra de Madrid, el Moncayo, la costa... De estas últimas edificaciones son de las que vamos a hablar y a las cuales ya hemos dedicado otras entradas en el blog.

La tuberculosis y los sanatorios eran un tema cotidiano que aparecia muy a menudo en los medios. Si miramos en las hemerotecas podemos encontrarnos gran cantidad de artículos sobre la tuberculosis y también anuncios sobre los sanatorios como el que podemos ver a continuación. En el se explican las ventajas del Real Sanatorio de Guadarrama.


Estos sanatorios se podrían clasificar en 3 zonas según las cuales la tipología constructiva variaba: los situados en el norte de España condicionados por la humedad y días nublados que producen un luz suave, la zona centro con grandes variaciones de temperatura del verano al invierno, y el Mediterráneo con días soleados y clima cálido.

Estos sanatorios son una gran muestra de la tipologia arquitectónica de diversas épocas, y en especial de la guerra y postguerra. En estos tiempos las construcciones se adaptaban a la disponiblidad de materiales. En un comienzo las técnicas tradiciones prevalecían, pero según se avanzaba en el tiempo y la situación económica después de la guerra daba un poco de tregua las técnicas más modernas como el hormigón y el revoco de cemento comenzaron a ganar terreno. Pese a ello siempre se dejó un hueco a la estética y a los materiales tradicionales, mucha veces por conveniencia económica. Pero sin duda la característica más relevante de estos edificios son las inmensas terrazas donde los enfermos tomaban los tratamientos de aireación e insolación.



Los edificios ocupaban grandes extensiones, ya que no sólo contaban con un hospital sino que englobaban una amplia cantidad de espacios para otras acitvidades como piscinas, gimnasios, salones comunes, cines y teatros, capillas...
Hay que recordar que muchos de estos sanatorios también son conocidos como preventorios. Esto es debido a que las personas enfermas de tuberculosis no sólo eran ingresadas sino que tambien tenian una funcion preventiva. Muchos de ellos dedicaban grandes espacios a acoger niños y adultos que vivían en condiciones muy precarias, con malos hábitos de higiene y alimentación. Éstos eran ingresados durante largas temporadas con el fin de mejorar su estado de salud y así prevenir el contagio de enfermedades.
Los dedicados a los niños eran también publicitados como colonias de verano en las que además de actividades de ocio se impartía educación, alimentación y medicación con el fin de mejorar su condición.





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