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Pablo, el Gran Ilusionista.

viernes 25 de agosto de 2017, 16:58h

He visto y conocido grandes ilusionistas, pero debo admitir muy a pesar de vanagloriarme en el conocimiento de éste arte, que, hay uno que me ha y sigue sorprendiendo, siganme en ésta breve disertación y tal vez, digo sólo tal vez, podré explicarles mi absoluto asombro.

Nació de la necesidad general de un cambio, de tomar y dirigir el rumbo político de un país hacia la mejora de las condiciones generales en las que estabamos sumidos y el apoyar y afianzar los derechos de los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad. Un Ilusionista culto, con buena cuna y mejor trabajo. Recuerdo sus primeras intervenciones, prometiendo igualdad, unas políticas sociales aplastantes, sonaban como el rayo abatiendo todo lo que se cruza en su camino.

Sus promesas electorales, he de decirlo, me sonaron desde el principio, vacías, como la letra de la canción del verano. ¿Iglesias?, pero no Enrique, ¿no?. Pues no, era Pablo, Pablito, al igual que el gran Tamariz, sacó de su chistera preparada y bien rellena, todo aquello que necesitábamos oir para convertirlo en la panacea de un país herido por los roblemas económicos, alzamientos, familias desesperadas, bancos pidiendo rescates y enormes fortunas que al igual que en los viajes astrales se iban a vivir a otras galaxias más seguras y lejanas del fisco.

Pero el tiempo fué pasando, su coleta antisistema cada día se retraía más, tal vez de la verguenza que sentía ante la incoherencia de sus actos. Ilusionó y maravilló a líderes de otros países, los cuáles, también vieron su varita mágica para enseñarles el camino con un par de buenos tucos y cual curandero espiritual y divino, sólo pidió la voluntad por su intervención sanatoria.

El reloj siguió avanzando, llegaron los escándalos, intervenciones desafortunadas, promesas no cumplidas sino olvidadas de su repertorio de trucos. El león, se convirtió en gato callejero sin hogar, buscando dónde pasar la noche y pactar con los alfas, para no ser arañado en su ego.

Pero...., tenía su chistera, además como cualquier buen prestidigitador que se precie, poseía y sabía lucir su vena de mentalista. Arrastraba multitudes, lo sigue haciendo, pero, no como al principio. El público, acaba aprendiendo, al ver la actuación una y otra vez, ve de dónde salen y le entran los conejos. Siguiendo las pautas de toda su carrera política, sabe colocarse en la foto, pero no se postula si ve que puede perder a algunos de sus expectadores asiduos e incondicionales.

Al gran pablo, la cara se le retorcía y distorsionaba más cada vez, sus intervenciones se limitaban a meros monólogos atacando e insultando al tertuliano de turno, la mejor defensa es un buen ataque, debe pensar. Mañana, mandaré a mis ayudantes de confianza y lo arreglaran.

Pues bien, Pablito, me desconciertas, eres un cruze entre el Dr. Who y el mago Candalejas, Pablo Flexias, has defraudado y desencantado a mucha gente humilde que vió en tí algo de esperanza, por eso te niego mi respeto y lo único que veo en tí es la sin razón del dictador autócrata que todo egocentrista lleva dentro. Espero que desaparazcas más pronto que tarde de la escena política y tu partido quede libre del yugo al que tú y tus ayudantes de escena lo tenéis sometido.

Flexias, tras tu última actuación, sintiendo entre dientes el criminal y cobarde acto cometido pero no condenándolo abiertamente, ¿ que truco de ilusionista estas preparando ésta vez?, miedo me dás. Posees inteligencia, pero insana.

Las mayores barbaridades a menudo se hacen con buenas intenciones, tus acciones no, sigue en tu lucha pactista y en pro de tu actuación, no desfallezcas, desde aquí te animo Gran Ilusionista, trabaja por tu trono de sufrimiento y mentiras, pero no se te olvide, el público acaba viendo los trucos.

pablito, siempre tuyo Éste que te entiende y que jamás apoyará a manipuladores mediáticos como tú.

Show must go on

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