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REFLEXIÓN SIN FECHA, por Sonia Mª Saavedra. Abogada y estudiante de Historia
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REFLEXIÓN SIN FECHA, por Sonia Mª Saavedra. Abogada y estudiante de Historia

lunes 13 de enero de 2025, 09:37h
El nuevo año 2025 lo he iniciado festejando la vida en el aspecto personal y, con perturbadoras preocupaciones en otros aspectos.
La guerra de Ucrania no cesa, las crisis de África provocan continuas oleadas de emigrantes ilegales que ponen en peligro sus vidas para llegar a un “edén” donde las oportunidades no sobran.
La opacidad del proceso electoral de Venezuela y la admiración que muchos de nuestros políticos de izquierdas sienten por el régimen de Maduro me inquietan, así como me inquietan las pretensiones que, según los telediarios, Trump muestra hacia el Canal de Panamá o Groenlandia. ¿Estamos de nuevo ante una pretendida expansión territorial en contra de la soberanía de dos países arraigados de la Comunidad Internacional? ¿Nos dan mal las noticias o el mundo se está volviendo cada día más loco?
Me niego a aceptar que en esa dinámica de destrucción y construcción existen ciclos marcados como algo necesario o inevitable. Efectivamente el nacimiento y la muerte suponen el principio y el final de un ciclo, una vida, o un recorrido, pero ¿Por qué hemos de asumir que la destrucción o la provocación forman parte de un ciclo asumido?
No. No puede ser. Me niego a ello. Somos responsables de edificar esperanzas sobre errores que no se deben repetir. Debemos luchar por lo que en esencia es bueno, y tal empeño debe estar dirigido por personas cabales enriquecidas por una cultura con perspectiva, sentido del pasado y visión de futuro.
Precisamente por ello, me traslado en el tiempo a la Grecia clásica, donde, para los primeros filósofos, la divinidad no se refería sólo a los dioses mitológicos, sino que aludía también a lo que es perfecto, asombroso y admirable. Platón, es su teoría política habló del gobierno de los mejores; Aristóteles propuso el gobierno de la mayoría bajo el predominio del bien común, advirtiendo, por otro lado, del peligro de la demagogia como engaño.
Yo, desde este escritorio que hoy recibe unos cálidos rayos de sol, me pregunto si esa misma calidez la podemos apreciar en esa mediocre y, cada vez más polarizada clase política que hoy nos dirige y que, desconociendo la Historia o adulterándola, nos conduce una y otra vez a inevitables ciclos de inestabilidad que nadie desea.
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