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La fría indiferencia de Dios.
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La fría indiferencia de Dios.

domingo 20 de agosto de 2017, 12:40h


España, es un país agnóstico en creencias religiosas, pero proclive a creer cuanto le diga cualquiera, que porte en su imagen, un buen traje y un respaldo sólido de cualquier medio impreso o visual, sin necesidad de tener que aportar como aval, ninguna prueba
de su valía, ni mucho menos de honradez, que ya se presupone con un buen corte de pelo.

Los antiguos hechiceros, chamanes, sacerdotes de cualquier tribu, tenían sus pequeños trucos, juegos de magia, basados en el estudio y la observación del entorno y sobre todo en el conocimiento de la mente junto con la seguridad del aumento de las posibilidades
de lograr un objetivo, si la misma está receptiva a aceptar cuanto se le diga, métodos pasados de generación en generación que sólo los iniciados tenían acceso a ellos.

Si en todos los principios básicos que fundamentan una religión, tanto antigua como moderna, con dioses de aspecto humano o cualquier material factible de ser usado,la fé, es lo que convierte en real para el creyente, la existencia en un plano cercano del objetivo
de tal adoración, también es cierto, que ésta misma es la que da el empuje necesario, para que a través la manipulación conveniente, conseguir que sea indiferente si la montaña va a Mahoma, o sea al revés, una vez traspasadas las barreras, en las que la lógica
de las frías matemáticas , se descompongan en fracciones dónde se disuelve el sentido del pensamiento individual y sólo la unión dentro del rebaño hace posible la continuación de una existencia....Nos convertimos en seres sin ningún valor, más que el del mercado,
moneda de cambio, cuyo único sentido lo marca el vaivén bursátil.

No es ningún Dios, quien designa a dedo a sus seguidores, ni quién decide cuando y como deben morir, sino la ignorancia y la ambición de quiénes dan razones y motivos para que la misma le de cuerpo y convierta en algo real lo que empezó siendo un motivo tan
banal... como el negro petroleo es el color que con una sola chispa, es capaz de producir la mayor deflagración.

Por Loli Castaño.

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