Sin embargo la acción de la Iglesia no se ha detenido ni un momento, no sólo por el culto que han mantenido a través de lnternet, sino por la gran labor social que siempre ha desempeñado y que en momentos de crisis se ha intensificado.
La Iglesia no distingue entre credos, blancos, negros, asiáticos… atiende a todos por igual, crean o no crean, y en estos momentos en los que la crisis económica está asolando a muchas familias las parroquias y Cáritas siguen trabajando sin parar siempre cerca de los más débiles.
España siempre se ha caracterizado por ser un país solidario pero es curioso y muy de agradecer, observar cómo se ha incrementado la ayuda a la Iglesia. Sí, en esa casilla que todos podemos marcar en la declaración de la renta. Sus ingresos han crecido este año en 17 millones de euros, algo más de un 6% respecto al año pasado y de los cuales 6 millones se han entregado a Cáritas. Y es que la Iglesia no entiende de derecha ni de izquierdas, de progres o de pijos y cuando se trata de ayudar, son muchas, desgraciadamente, las familias que están recurriendo actualmente a las parroquias para poder comer. Y quiero resaltar esto porque es mayor la ayuda de la Iglesia a los necesitados que la del propio Gobierno, este Gobierno que se presume de tesis comunistas y de bienestar social. Estoy segura de que muchas de estas personas que ahora piden, trabajarían si se les ofreciera la posibilidad de llevar algún dinero a casa.
Y todo gracias a miles de voluntarios que desinteresadamente prestan su tiempo, su ilusión y su trabajo. Gente anónima que llena carros de la compra entre sus vecinos para llevarlos a las parroquias, que reparten comida, que visitan a los ancianos que viven solos y gente que desde ayer colaboran para mantener un alto grado de desinfección en la iglesia de su barrio.
Para todos ellos va hoy mi homenaje con la esperanza de la intercesión de San Juan Pablo II. Que nos ayude a terminar con esta pandemia y a volver a una normalidad donde la necesidad no sea la tónica habitual de las familias. Ojalá entre todos, más allá de protestas y caceroladas, consigamos acabar con esta lacra social que ha supuesto el coronavirus.