CRÓNICAS DEL CONFINAMIENTO, por Beatriz Rodríguez, Periodista

Y dejando volar mi imaginación he pensado en organizar un viaje a ese programa con esas vistas tan maravillosas como es “Supervivientes” Y es que allí mandaba yo a Pedro Sánchez y todo su gobierno, dividido en dos equipos capitaneados por él mismo y su amigo Pablo. Pedro ha demostrado ser un superviviente nato, aferrado al poder a costa de quien sea y Pablo está loco por quitarle el primer puesto aunque para ello tenga que criticar a la Monarquía, la Iglesia, la Justicia y al mismísimo Amancio Ortega. El programa, por supuesto, presentado por Jorge Javier Vázquez, ese periodista que presume de tener un espacio de rojos y gays, donde cualquier opinión distinta o mínimamente crítica es abucheada públicamente con palabras malsonantes y aspavientos. La profesión de periodista es mucho más digna que todo eso. Como diríamos a los niños pequeños allí en el “rincón de pensar” podrían meditar y reflexionar sobre el caos en el que han sumido a España y sobre su trabajo en tan sólo cien días. ¿Quién da más?

Ellos no trajeron el virus pero sí evitaron tomar medidas a tiempo con tal de aparecer como esos dos grandes líderes políticos que creen ser. Se les fue de las manos pero tampoco han tenido la dosis de humildad suficiente para reconocer sus errores y lograr un amplio consenso político por el bien de todos los españoles. Nunca nadie lo hizo tan mal en tan poco tiempo. Han llevado al extremo máximo esa exaltación de la amistad que poco antes de las elecciones parecía imposible según el propio Sánchez, mentiras y más mentiras.

Y ahora es mi momento porque, aunque no puedo salir de casa y respeto las normas, tengo la gran suerte de decir lo que pienso y lo que siento. Y lo hago desde la máxima humildad de un ama de casa, confinada como muchas otras, y que ha vivido de cerca lo que es perder a un familiar por el maldito Covid19. También yo tengo mis sueños y me gustaría acercarme a ver a mi madre y a mis hermanos a Pamplona y volver a ver ese maravilloso mar de Cabo de Palos con un vinito sentada en “La Bocana” pero no...voy a seguir imaginándome a esta panda de inútiles confinados en una isla perdida a ver si se les bajan un poco los humos y les llega el sentido común. ¡Qué lástima!