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TECNÓPOLIS Y SUS “SEÑORES DE NUBES”, por José Biedma López, PhD

TECNÓPOLIS Y SUS “SEÑORES DE NUBES”, por José Biedma López, PhD
sábado 16 de noviembre de 2024, 08:13h
TECNÓPOLIS Y SUS “SEÑORES DE NUBES”, por José Biedma López, PhD

“Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, dijo don Sebastián a su amigo don Hilario en “La Verbena de la Paloma”. ¡No lo sabía bien! Hoy con la Inteligencia artificial (IA) no conocemos si estamos cayendo en pozo obscuro o emergiendo hacia la luz desde una caverna tenebrosa. Ignoramos cuáles serán los efectos, si ventajosos o nocivos, de las extraordinarias transformaciones tecno-científicas que están cambiando nuestras costumbres y modos de vida, nuestras maneras de comunicación y, por tanto, nuestras formas y caracteres. Incertidumbre, confusión, temores, dudas sobre el “progreso”, ese mito ilustrado y no siempre ilustre, que sustituyó al rancio de la “divina providencia”.

TECNÓPOLIS Y SUS “SEÑORES DE NUBES”, por José Biedma López, PhD
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“¿Hacia dónde camina el ser humano?”. La tecno-ciencia, ¿nos deshumaniza o nos trans-humaniza? ¿Transformación o autodestrucción? ¿Metamorfosis o deriva?... Con ese interrogante que he entrecomillado, la Fundación del Banco de Santander ha preguntado a los filósofos en activo por nuestro futuro. Les ha pedido que formulen creativa y libremente sus prospectivas futuribles. Entre las firmas del volumen que la fundación ha editado titulado Doce filosofías para un nuevo mundo (2024) con epílogo de Ángel Gabilondo, reconocemos algunas ya consagradas: Daniel Innenarity, José A. Marina, José L. Villacañas, Victoria Camps, Javier Echeverría…

Me ceñiré a recoger aquí las ideas que me han parecido más relevantes del ensayo de J. Echeverría “De lo humano a lo tecnohumano”. El prefijo tele- que indica distancia prolifera en nuestro vocabulario. Hace ya treinta años que Echeverría puso en circulación el término “Telépolis” para referir a la “aldea global” telecomunicada por la retícula informática. Hoy hablamos con toda naturalidad de “teletrabajo”, “telepolítica” y, por desgracia, también de “teleguerra”… Las percepciones, relaciones y acciones humanas han devenido tele-percepciones, tele-relaciones, mientras la ciudad se expande como polis mundial eliminando distancias y saltando fronteras, cordilleras y océanos. Telépolis cubre todo el planeta y parte del entorno donde orbitan los imprescindibles satélites de tele-comunicaciones.

Javier Echeverría distinguió en su libro Los señores del Aire (1999) entre un primer entorno (E1): la bioesfera; un segundo entorno social (E2): las aldeas, pueblos y ciudades; y otro tercero: un nuevo espacio-tiempo social sustentado por infraestructuras y dispositivos de la tecnología de la información y la comunicación (TICs). El Tercer entorno (E3) se distingue de E2 y E1 por su topología y por su métrica, pero también por sus inéditas propiedades físicas, económicas, militares, semióticas y sociales. Las tele-tecnologías de E3 nos transforman porque entrañan nuevos modos de existencia: generan tecno-personas tecno-servicios y tecno-objetos.

Telépolis ha devenido Tecnópolis, ciudad esta en la que se han generado estructuras neofeudales de poder, a las que Echeverría llamó “Señores del Aire” por analogía con los señores medievales de la Tierra. El poder neofeudal se caracteriza por el control y dominación a distancia. El tercer entorno genera también una nueva forma de ciudadanía: los tecnopolitas o cibernautas. En efecto, pasamos buena parte de nuestra vida mental pegados a monitores y pantallas digitales, navegando por las redes, enredados. Y tanto las instituciones del Estado como los Señores del Aire presionan y persuaden para que pasemos más tiempo gestionando, gastando y consumiendo nuestro tiempo y dinero en ellas. Los nuevos “castillos del aire” (o de luz), las nuevas fortalezas virtuales, son los Big Data Centers, engañosamente llamados “nubes”. Volamos o creemos que volamos por el ciberespacio colgados de esas nubes donde se almacenan trillones de trillones de trillones de datos.

Tanto las propuestas posthumanistas como las transhumanistas le parecen a Echeverría criticables por su antropocentrismo y por no prestar atención a una nueva escala del tecno-mundo: los nanocosmos. Prefiere por ello el prefijo tecno-, en lugar de post- o trans-: Podemos hablar de tecno-animales y de tecno-vegetales, pero no de post-animales ni de trans-ciudad. Por eso la matriz conceptual tecno- resulta más general, fecunda y significativa.

Las nubes digitales, así como las redes sociales, conforman en el panorama actual auténticas urbanidades del aire (o de la luz). Ofertan y ofrecen servicios a millones de usuarios. No obstante, Internet, la Magna Malla Mundial (WWW), ha dejado de ser una red pública. Ha sido conquistada por multinacionales tecnológicas, por enormes empresas TICs. La red de redes es ya un inmenso mercado con ático, trastienda, sótano, lupanar, jardín y barrio chino con terminologías y semióticas particulares (TikTok, Aladino, Temu, etc.). Las innovaciones de Google, Amazon, Facebook, Twitter (X), Netflix, Spotify, etc., han generado beneficios y gestionan la publicidad online y los datos expropiados a los usuarios gracias a la automatización y memorización de cuanto ejecutan en sus dispositivos. En las cumbres mundiales de la Sociedad de la Información (Ginebra 2003 y Túnez 2005) se impuso el neoliberalismo global para el Tercer entorno, con ello la Internet fue cedida a las grandes empresas transnacionales: los Señores del Aire. A cambio de la gratuidad de servicios, se apropiaron los datos de uso. Su economía impera desde entonces en Telépolis. Silicon Valley es el sancta sanctorum de los Señores de las Nubes que surgieron a partir de 2005, en tele- y tecno-relación directa e inmediata con Wall Street, fortaleza de los Señores de las Redes Financieras.

A parte de las plataformas digitales consolidadas como Facebook (Meta), Apple, Microsoft (Bing)…, siguen surgiendo nuevos actores globales como Open AI, en particular en el sector de los chips, base material y energética del Tercer entorno a escala microcósmica. Las nanotecnologías, sector emergente, permiten hablar de una Nanópolis que sustenta la Tecnópolis global. La Inteligencia Artificial (IA) y las nanotecnologías adquieren importancia. El microcosmos está siendo colonizado antes que el sistema solar. Robotización, automatización e IA transforman E3. A escala mesocósmica, es decir la de nuestros cuerpos, el teléfono móvil es el interfaz dominante entre tecnopersonas y Tecnópolis. Aunque siguen operativos el dinero de papel y el de plástico, los grandes poderes financieros –y estatales- promueven aplicaciones bancarias porque captan mejor los datos, las adquisiciones, las compras, gastos y gustos, de cada usuario.

Los vídeos (YouTube) suponen hoy el 60% del tráfico de datos en la Internet. El aire y la luz se han datificado, convertidos en medios de comunicación entre dispositivos informáticos. Las redes de fibra óptica trasladan la información bajo las aguas de los océanos; Microsoft cuenta con grandes centros de datos sumergidos en Escocia y en otros mares. Las wifis se han vuelto imprescindibles; ningún hotel que se precie deja de ofrecer la suya. Los celulares inteligentes combinan con computadoras, tabletas, e-readers, relojes y otros, cada vez más, emisores y receptores de datos…, y con drones, que valen como tecno-armas que no requieren la exposición integrada de pilotos, teledirigidos resultan difíciles de neutralizar, requieren inhibidores de frecuencia y un amurallamiento electrónico del espacio aéreo. Asusta pensar que podrían lanzar ojivas nucleares en un futuro inmediato.

Lo decisivo es que E3 se superpone a Estado y ciudades, mares y territorios. La Telépolis de finales del siglo XX ha sido privatizada, automatizada y datificada, aunque sigue siendo reticular, abierta, conexionista y telemática. Telépolis ha devenido Tecnópolis. La Inteligencia artificial no recuerda la humana, más bien asocia e interconecta dispositivos, wifis, redes, datos, que soportan la vida tecnopolitana. La piedra de toque son los tecnodominios de datos feudalizados y amurallados. La dimensión energética prima sobre la material. Dado su enorme coste energético, conviene admitir que la permanencia en el tiempo de Tecnópolis no está garantizada. Sin electricidad, en un apagón, E3 desaparece; si se cae “el servidor”, dejan de funcionar el hospital, el colegio, la comisaría, el ministerio… “deja de darse lo que se daba” y el flujo de datos se desintegra. Las posibilidades de interferir, jaquear, sabotear las corrientes electrónicas de datos, son variadas, por eso la seguridad se convierte en obsesión y uno debe guardar y cambiar continuamente señas y contraseñas, proveerse de filtros, cortafuegos, escudos informacionales, generadores eléctricos de urgencia... Las suplantaciones de identidad están a la orden del día y crecen los delitos, estafas, bulos y noticias falsas en E3. Lo tecno-humano no sólo tiene que ver con “la postverdad”, sino ante todo con el tecno-engaño propagandístico (ideológico) y publicitario (márquetin) y, más abajo, con la estafa cibernética. El colapso amenaza siempre las fascinantes simulaciones y ubicuas ventanas de Tecnópolis, una ciudad tan etérea y dinámica como inestable.

En las pantallas proliferan representaciones, imitaciones, simulacros, tecno-signos sustentados en la luz con electricidad. Aparecen nuevas ocupaciones, costumbres, oficios y profesiones: programadores, desarrolladores, youtubers, influencers, gestores de redes, etc. Según Echeverría, Tecnópolis es poco platónica porque en los monitores triunfan las fábulas y ficciones, el espectáculo y no lo real y verdadero, la opinión (doxa) y no la ciencia (episteme). La ciencia no ha desaparecido, pero ha sido superada por la tecnociencia. De este modo el hacer eficaz y el valor de lo práctico (o pragmático) priman sobre el ser. Los guardianes de la red no son filósofos ni sacerdotes, sino “Señores de las Nubes”, tecno-ricos en información y datos. Por masivas que parezcan, las redes sociales no son democráticas. Tecnópolis está gobernada por una oligarquía, pero la tecno-ciudad global está aún generándose y puede experimentar cambios radicales en su estructura, crisis imprevistas y eventuales catástrofes.

Echeverría reflexiona en su artículo sobre E3 a la luz de los clásicos: Platón, Aristóteles y Ortega. La Meditación de la técnica (1939) del filósofo español le parece un gran aporte, y cita: “Sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca”, “la técnica es la reforma de la naturaleza” a la que el hombre impone la satisfacción de sus necesidades y no es accidental que lo superfluo, el bienestar y el lujo, se conviertan también en humana necesidad. Como Aristóteles hace dos mil cuatrocientos años o Sloterdijk hoy, Ortega –un clásico del siglo XX- insiste en que el bienestar, y no el mero estar, la buena vida, y no el mero vivir, son para el hombre fundamentales, necesidad de necesidades (“no sólo de pan vive el hombre”). La técnica es nuestra reacción enérgica a las fatalidades con que nos castiga naturaleza, esa madrasta indiferente con sus amorales o premorales circunstancias. Entre la naturaleza, el biocosmos físico de E1 y el social de E2, y nosotros, hemos creado una distancia y una tecno-circunstancia. Parafraseando a Ortega, podemos afirmar que “yo soy yo y mi teléfono móvil”. En el siglo XXI lo humano sigue siendo biológico y social (E2), pero además deviene tecno-humano. Echeverría acepta el famoso principio orteguiano de que el hombre no tiene naturaleza, sino historia. Ortega añadía que en nosotros ya no hay instintos, sino “muñones de instintos”. En nuestra historia, que es nuestra biografía específica, las necesidades se han multiplicado y diversificado en lo superfluo y creativo en los tres entornos, en el biológico gracias al dominio del fuego y el resto de técnicas tradicionales asociadas a la agricultura y el pastoreo; en lo social, gracias a lo tecnológico; y en lo virtual o teleonómico del tercer entorno, gracias a lo tecno-científico. En E3 sobreabunda lo superfluo, lo creativo: es entretenimiento, espectáculo, comadreo, realidad reducida a noticia “de impacto”... Para que lo superfluo se exprese se requieren dispositivos, redes y centros de datos tenológicamente necesarios. La técnica, la tecnología y la tecnociencia se ensamblan y solapan como cuando movemos el volante de un automóvil (E1), frenamos ante un semáforo en rojo (E2) y nos dejamos orientar por el GPS (E3).

Cabe hablar de diversas clases de naturalezas humanas, tanto desde un enfoque histórico como axiológico. Echeverría distingue distintos tipos de tecno-personas, así como habla de una inminente transvaloración desde lo humano a lo tecnohumano, pues E3 está generando nuevas tecno-humanidades. Profetiza que la Tecnópolis futura prestará muchísima atención a los tiempos pasados; pronto, el diseño, construcción, mantenimiento y actualización de tecno-sepulcros digitales será un negocio rentable que afectará también a tecno-personas jurídicas, tecno-empresas, tecno-instituciones, etc. “El pasado es uno de los caminos futuros”.

Echeverría apuesta por el pluralismo de valores y humanidades, naturalezas y ciudades. Desde luego, prefiere que no surja ningún Moisés desde cierta “nube sinaítica” que pretenda conducir a la “humanidad elegida” hacia cierto “planeta prometido”. Ese cuento está ya muy gastado. Respecto a IA es evidente que se ha mostrado capaz de simular capacidades humanas complejas como las de responder preguntas, conversar, pintar, componer melodías, imitar estilos artísticos. ¿Piensa la Inteligencia artificial? Más que inteligencia podríamos hablar de inmensa memoria asociativa y combinativa. El hecho es que los dispositivos “inteligentes” no entienden lo que procesan, aunque computen muy bien y sean fiables, por el momento no conforman personas sino tecno-personas colectivas. El chat GPT-4 (llamado cariñosamente Gepeto) es un ejemplo canónico de teno-persona colectiva y generativa.

Tecnópolis aporta una gran diversidad a la condición humana con su maravillosa capacidad para hacer desaparecer distancias, saltar océanos, facilitar la comunicación, integrar idiomas en E3, tanto hablados como escritos. Los tecno-lenguajes de reconocimiento de voz y la traducción automática han avanzado muchísimo. La Inteligencia artificial es capaz de generar frases con sentido en distintos idiomas, aunque su capacidad semántica sea nula todavía. La ciudad global es plurilingüe por más que el inglés sirva de koiné o lengua franca.

No nos dejemos deslumbrar por el Tercer entorno, no nos engañemos y quedemos advertidos, porque lo tecno-humano arrastra también su negación: lo tecno-inhumano. E3 está repleto de tesoros accesibles, pero renueva vicios, ensimisma narcisos, reproduce antiguas manías, consume recursos magníficos y también segrega toxicidades y basuras.

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