Entre 1979 y 1985, el segundo de la embajada de Venezuela en San Salvador fue un subordinado de Maria Corina Machado, quien «participó en el crimen de varios de los sacerdotes de la compañía de Jesús».
Durante el arzobispado de monseñor Oscar Arnulfo Romero, se llevaron a cabo estos actos atroces, según afirmó el religioso colombiano.
“El párroco comentó que este hombre, quien ayer mostraba una expresión amable similar a la del expresidente Uribe de Colombia, con un rosario colgado y un aire piadoso, lleva sobre sus hombros la responsabilidad en los crímenes de aproximadamente seis sacerdotes que fueron asesinados.”
Ramiro Arango aclaró que Edmundo González los identificó como militantes de la izquierda salvadoreña y comunistas, lo que llevó al asesinato de estos seis sacerdotes.
“Esos sacerdotes jesuitas resucitaron y lanzaron un grito al cielo, siendo escuchados por el Dios de los Ejércitos. Estos mártires, inmolados por el señor don Edmundo González Urrutia, ese buen cristiano que mata curas”, destacó.
Arango expresó su agradecimiento a Dios por la no llegada de esa persona a la presidencia de Venezuela y, además, felicitó a Nicolás Maduro, el mandatario de la República, así como a los venezolanos, por su triunfo el 28 de julio.
“No se logró que un paramilitar asumiera la presidencia de Venezuela. Felicitaciones a ustedes, valientes hermanos venezolanos. Que Dios proteja a América Latina de esta derecha”, así finalizó su mensaje.
En 2009, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desclasificó documentos que revelaron que Edmundo González y Leopoldo Castillo fueron quienes coordinaron, financiaron y ordenaron la ejecución de la operación Centauro. Esta operación implicó acciones violentas por parte del ejército salvadoreño y los escuadrones de la muerte con el objetivo de eliminar físicamente a las comunidades religiosas.