Antes de Sócrates, unos decían que todo procedía del aire, otros que de un principio indeterminado, los había que postulaban cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), Demócrito reducía el mundo a átomos y Anaxágoras pensaba que el sol (dios para los antiguos) sólo era una inmensa piedra incandescente…, la controversia desestimuló el interés por la física y, por su parte, el esplendor de la democracia ateniense (vinculado al poderío de su talasocracia), con sus principios de igualdad ante la ley (isonomía) y libertad de expresión (isegoría), despertaron el interés por lo humano, por la organización social y por el uso y funcionamiento del lenguaje, poderoso instrumento suasorio (Gorgias). Surgieron así las primeras gramáticas y se desarrolló la dialéctica (lógica) y la retórica como técnica y arte de persuasión política.
En uno de los diálogos de Platón, Sócrates comenta que ha leído el libro de Anaxágoras en el que se decía que “hay de todo en todo” y que el mundo está compuesto de infinitud de partículas elementales (a las que Aristóteles llamó ‘homeomerías’). Pero, si hay de todo en todo, si en todas las cosas hay semillas de todas las demás (panspermia) o gérmenes de lo que puede cada cosa llegar a ser, ¿por qué unas parecen hierro, otras agua, madera o carne, etc.? Para responder a esta pregunta, Anaxágoras (amigo de Aspasia y de Pericles que salió de Atenas por piernas acusado de blasfemo por decir que el divino sol no era más que una piedra) introdujo un principio finalista, inteligente e infinito: el noûs (mente, entendimiento) dotado de fuerza propia y que no se mezcla con nada.
A Sócrates le parece muy bien que este Noûs, que esta Inteligencia impersonal dé cuenta de un cosmos bien organizado, que la inteligencia ordene los movimientos de las estrellas, separe el frío del calor, la luz de la obscuridad, lo húmedo de lo seco, etc., pero el “Tábano de Atenas” queda a continuación frustrado al ver como Anaxágoras renuncia a explorar este principio inteligente e inteligible, para recaer en el mecanicismo materialista del azar y la necesidad. Es como pensar que yo estoy aquí conversando con vosotros –dice Sócrates- porque tengo pulmones, hígado, corazón, etc., y no porque tengo la intención de buscar razonando, dialogando, la esencia de la excelencia (areté). Comienza con Sócrates entonces esa “segunda navegación” o “segunda singladura” que cité al principio de este artículo. Es el nacimiento de la Ética como disciplina problemática, en la que cuentan sobre todo la intención consciente, el propósito inteligente y el ideal de perfección, y donde la materia sólo comparece como conditio sine qua non.
***
El tamaño observable del universo físico, su inmensidad inhumana en comparación con la fragilidad del ámbito doméstico que habitamos, impone desde luego más que pizca de humildad. No obstante, en su colección de ensayos El beso de la finitud (2022), el filósofante Óscar Sánchez Vadillo (que prefiere llamarse sofista a filósofo) discute el punto de vista del famoso autor de Cosmos (1980), del notable astrofrísico Carl Sagan, estrella de la televisión y autor de superventas, para el cual la enormidad cósmica nos debiera hacer recapacitar sobre lo insignificante y relativo de nuestras pasiones y disputas humanas… “Justamente porque estamos rodeados de tanta ausencia de vida –contesta Óscar Sánchez-, de tanta vastedad inorgánica, cada cosa que hacemos o sufrimos recaba para sí todo el sentido del mundo”… “Somos el culebrón del universo, somos el escenario donde de verdad ocurren las cosas. A Hawking le parecía fascinante la explosión de una supernova, yo prefiero al vecino bajando la basura en calzoncillos".
Lo cierto es que sigue habiendo un corte entre las dos navegaciones, la de las “ciencias de explicación” correspondientes a los fenómenos naturales y la de las “ciencias de comprensión”, correspondientes a las intenciones y voluntades humanas (Dilthey, Weber), una cesura entre el azar y la necesidad, de un lado, y la búsqueda narrativa de sentido, por el otro, entre lo físico y lo ético, entre lo necesario y lo contingente, entre las circunstancias y la libertad. Es paradójico que los tecno-científicos, o los grandes divulgadores de la ciencia como Sagan, insistan en que todo en el Cosmos es misterioso, digno de veneración y pasmo, mientras creen que el universo es capricho de Azar y fruto de Necesidad, que es un mecanismo ciego y sin sentido, un sueño errático de la Nada. Gracias a Dios, la complicación del ser vivo, y no digamos del ser consciente, que se sabe sintiendo, viviendo y pensando…, la complejidad de las ciencias de la vida, unida a la extraña indeterminación del micro-ámbito cuántico, han hecho que la nave explicativa del modelo de la máquina inerte o del reloj entrópico entre en crisis, haga aguas. Puede que el universo sea más un ser vivo, como lo supuso Platón en el Timeo (un ‘pan ensychôn’, un todo con alma), que un reloj o un mecanismo ciego y sordo.
Con razón ve Sánchez Vadillo en el perro de Paulov y en el laboratorio del conductismo un esfuerzo por encajar a cualquier precio el mecanicismo moderno en el análisis de la conducta humana, o más bien esta en aquel. Por su parte, Richard Dawkins se ha empeñado en mostrarnos que no somos más que artefactos diseñados por el egoísmo de los genes, a los que no les importa sacrificar al individuo con el fin de replicarse en la especie. Según Dawkins, son los genes los verdaderos protagonistas de la ciega evolución, en la que ni siquiera se garantiza un cambio a mejor, sino sólo una mejor adaptabilidad a los cambios de ambiente, genes a los que sin embargo les atribuye Dawkins una característica tan “humana demasiado humana” como el egoísmo. “Con eso –protesta Sánchez Vadillo- completamos el cuadro de la depreciación absoluta de la vida tal y como la conocemos, dado que no somos ya más que mera y desechable cáscara”, robots fabricados por los genes.
También el concepto de meme inventado por Dawkins pretende reducir la cultura a un mecanismo de replicación imitativa. ¡Biologicismo y conductismo canallas! -exclama Óscar Sánchez. Ejemplos de memes son: tonadas o sones, conceptos, consignas, modas…, incluso la idea de Dios (o su ideal) no es más que un meme… “Al igual que los genes se propagan en el acervo génico al saltar de un cuerpo a otro mediante los espermatozoides o los óvulos, así los memes se propagan en el acervo de memes al saltar de un cerebro a otro mediante un proceso que, considerado en su sentido más amplio, puede llamarse de imitación” (Dawkins, The Selfish Gene, 1976).
Para Sánchez Vadillo, la simplona y reductiva “teoría del meme” como unidad imitativa que se replica en los cerebros (sin contar con intenciones personales) justifica nuestra actual cultura del eslogan y la consigna rápidas y directas, del tuit, del clickbait y del gag… De hecho, el Diccionario de la RAE reconoce desde hace tiempo el significado de “meme” como rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación a generación, y añade un segundo sentido, como imagen, vídeo o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet… Tal ha sido la capacidad de replicación del meme “meme” de Dawkins. Si la cultura no es otra cosa sino una pelea por sobrevivir de memes replicantes, nosotros no somos sino monos de imitación, huéspedes de parásitos sinápticos.
La propuesta del autor de El beso a la finitud parece apostar por una consiliencia o ten con ten, entre el forzudo mecanicismo y el debilucho vitalismo (vitalismo bergsoniano más que nietzscheano, creo), que no obstante ha de hacerse cargo de los fines cotidianos y tangibles de la vida real… “probablemente sea cierto que tanto el lenguaje como la naturaleza carecen de fines absolutos, pero esa constatación no tiene por qué arrojarnos a los brazos de una cosmovisión netamente mecanicista”… “Existen, se dan continuamente, suceden sin parar en nuestras vidas finalidades provisionales, finitas, que pueden ser perfectamente racionalizadas y que son más verdaderas que esa Verdad fea y canallesca que nos venden por ahí”.
Frente a los desesperados apocalípticos que apuestan por una voluntaria extinción de nuestra raza (una sola con una diversidad de etnias) o por un holocausto inminente, y hasta claman por la llegada de un asteroide que acabe con nosotros como el que hace sesenta millones de años exterminó a los dinosaurios implumes, parece muy conveniente seguir apostando por la dignidad de lo humano y por el milagro de la libertad creadora.
La presentación del libro de Óscar Sánchez Vadillo: https://youtu.be/aLyb5hXrPXY?si=kZQPlvIHKe8_2unG
Del mismo autor:
https://www.amazon.com/-/e/B00DZLV35M
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897
https://aafi.es/NOCTUA/noctua00.htm