nuevodiario.es
Estatua de Averroes en Córdoba
Estatua de Averroes en Córdoba

AVERROES. ESTUDIOSO Y OBSERVADOR, por José Biedma López

miércoles 31 de mayo de 2023, 08:12h
AVERROES. ESTUDIOSO Y OBSERVADOR, por José Biedma López

Ha muerto Antonio Gala, extraordinario poeta, dramaturgo, novelista e intelectual cordobés. Descanse en paz. Nos deja una obra formidable. Ocho centurias y pico antes, nació en Córdoba Averroes (1126-1198), Ibn Rush, al que no debemos tener sólo por El Comentador por antonomasia de Aristóteles, pues también fue un observador atento de la naturaleza. Sembraba simientes para estudiar la germinación del grano y la dirección de la raíz. Observaba la reacción de sus experimentos entre sus discíp

Retrato imaginario de Averroes conversando con Porfirio.
Retrato imaginario de Averroes conversando con Porfirio.

Al-Tifasi nos ha transmitido una curiosa conversación entre Averroes y su amigo médico Ibn Zuhr. El primero hablaba bien de su ciudad natal, Córdoba; y el segundo de la suya, Sevilla; pujando por cuál fuera la mejor. Al fin, con socarronería, Averroes dijo: “Si muere un sabio en Sevilla y su familia quiere vender sus libros los lleva a Córdoba, donde los comprarán; si muere un músico en Córdoba, sus instrumentos se venderán en Sevilla”. Averroes prefería sin duda los libros y la ciencia que ellos contienen, pero tampoco era insensible a la música, aunque pensaba –como Platón- que ciertas músicas enervan a los jóvenes y les predisponen a la molicie. Elogiaba –como el ateniense- la gimnasia, que infunde temple de acero.

Averroes prodigó en sus obras elogios a su patria, Al-Ándalus, y mostró gran cariño por Córdoba, cabeza del Islam español. Prefiere el Guadalquivir de Córdoba al de Sevilla porque, aunque este tenga mayor caudal, un río es tanto mejor cuanto más cerca de su fuente. Su hubiese sido cristiano, Averroes hubiese dicho que Andalugiae (latín) era “la tierra de María Santísima” por el talante de sus ciudadanos dependiente de su clima bonancible. Observó que el otoño en Al-Ándalus duraba dos meses, por lo que había que situarla en el clima quinto, el más templado de Galeno, donde se hallan las complexiones más equilibradas, por ejemplo, cabello entre liso y crespo.

Piensa Averroes que donde conviven dos razas acaban por mezclar sus caracteres y que esto ha sucedido en su país, el cual era más ancho y alto en el mapa de Iberia que la actual Andalucía, donde árabes y bereberes habían acabado uniformados con los indígenas después de más de cuatro siglos. “Y esta es la razón por la cual entre ellos se han multiplicado las ciencias”. O sea, ¡que viva el mestizaje! Si a los españoles de entonces les caracterizaba un talante templado, el filósofo cordobés atribuye a los galos una brutal iracundia.

Como dice Ibn Tumlus, fueron tan sólo guerreros incultos los que invadieron España a principios del siglo VIII y dicha minoría masculina tomó enseguida esposas iberorromanas o godas. A aquellos varones violentos les resultaban especialmente exóticas y atractivas las oriundas de cabellos y ojos claros. Por eso no nos extraña hoy que muchos jerifaltes de la media luna, incluso sultanes retratados en los techos de la Alhambra, tuvieran ojos verdes o azules, y hasta cantaran en la lengua latina de sus madres las llamadas jarchas.

Averroes simplemente anota en el siglo XII, casi medio milenio después de la invasión africana, que las gentes que pueblan Al-Ándalus, en general, se parecen poco a árabes y berberiscos. Desconocemos la genealogía personal de Averroes. Sus biógrafos callan la tribu de sus progenitores. Es incluso posible que la persecución que sufrió en su vejez no fuera sólo religiosa, sino también étnica y política. Eran los tiempos de la batalla de Alarcos, cuando ya existía entre los musulmanes peninsulares un partido españolista que rechazaba a árabes y berberiscos. El cronista Al-Marrakusi atribuye su persecución al título que Averroes dio al sultán, al que llamó “Rey de bereberes”, como si Al-Mansur (1184-1198) la hubiera tenido por injuriosa. Esto es dudoso.

La buena predisposición de los andaluces para las ciencias la entendía Averroes como efecto de la abundancia de su medio natural. Si no necesitaban dedicar todo el tiempo a actividades necesarias podían dedicar sus liberales ocios al estudio, cosa imposible en los desiertos de Arabia y en climas más rigurosos. También Aristóteles, al principio de su Metafísica, dice que los sacerdotes egipcios, no teniendo que trabajar para vivir, inventaron las matemáticas.

De Averroes se cuenta que se consagró con tal avidez y curiosidad al estudio, tan constantemente, que no dejó de hacerlo sino la noche en que veló el cadáver de su padre y el día de su boda. Fue siempre generoso con el valor de otros sabios hispanos como Ibn Hazm, Avempace, Ibn Tufayl (su mentor) y su amigo Ibn Zuhr (“el admirable”). Celebró por supuesto el inmenso valor de la enciclopedia de Aristóteles que glosó por extenso. Fue más crítico con los autores musulmanes orientales, con Avicena y Algacel, aunque reconociendo su valía científica.

La cultura de Aristóteles no era sólo libresca. Para él –como para “el divino Aristóteles”- también contaba la observación directa de la naturaleza, experiencia que corrige lo que dicen los libros. Como Plinio el Viejo, convertía sus viajes políticos en excursiones científicas. Sintió curiosidad por el arco iris y se dio cuenta de que el efecto podía ser reproducido al arrojar gotas de agua. Estudió los terremotos que vivió en la ciudad califal comparando sus experiencias con lo que Aristóteles había dicho sobre ellos. Respecto a los animales raros como jirafas o elefantes, omite describirlos si no los ha visto con sus propios ojos. Por todo esto, Manuel Alonso Alonso insiste en que Averroes no debe ser tenido sólo por “El Comentador”. De hecho, concibió también un tratado general de la medicina sin despreciar el estudio particular de lo singular (y todo lo es).

También ensayó la racionalización de su credo, profundizando y aclarando sus misterios, despreciando al mismo tiempo la ganga supersticiosa o fanática. En el siguiente siglo, el XIII, Tomás de Aquino fue acusado de “averroísta”. Sin embargo, refutó algunas de las tesis más atrevidas del movimiento averroísta parisino como la teoría de la doble verdad (religiosa y científica) o la mortalidad del alma individual, pero siempre citó con respeto al cordobés, aunque algún grabado antiguo represente al dominico italiano pisándole la cabeza al andalusí.

Me satisfizo mucho saber que Salman Rushdi, el magnífico autor de Hijos de la media noche perseguido por el integrismo de los muslimes iranios, quien ha sufrido varios atentados, escogiese su sobrenombre “Rushdi” por la obra de nuestro filósofo cordobés: Ibn Rush. Fernando Parra Nogueras, brillante escritor de origen jiennense, le ha dedicado al escritor de origen indí su última novela: Las cinco vidas del traductor Miranda (2022).

Otro gallo les hubiera cantado a los países islámicos, en cuanto a su desarrollo económico, social y político, si en lugar de inmovilizarse en el irracionalismo fideísta medieval hubieran tomado el lúcido y razonable camino de nuestro filósofo musulmán, proponiéndose una lectura alegórica y actualizada de los textos santos. Por suerte para nosotros, las ideas de Averroes sí fructificaron en las universidades cristianas iluminando Europa.

Para saber más sobre Averroes: Jiménez, María y Muñoz, Antonio (2016, 26 de abril). Averroes. Historia del España. https://historiaespana.es/biografia/averroes

Del autor:

https://www.amazon.com/-/e/B00DZLV35M

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897

https://aafi.es/NOCTUA/noctua00.htm

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios