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"Álvares Cabral no descubrió el Brasil por casualidad", por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

'Álvares Cabral no descubrió el Brasil por casualidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom
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sábado 06 de noviembre de 2021, 10:40h
'Álvares Cabral no descubrió el Brasil por casualidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom
'Álvares Cabral no descubrió el Brasil por casualidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

Siempre se ha dicho que la flota que comandaba Álvares Cabral tenía como destino la India y tocó la costa brasileña por accidente. Lo cual no es cierto, pues Álvarez Cabral tenía mandato expreso del rey Manuel I el Afortunado de Portugal de tomar posesión de lo que se creía la mítica isla Brasil, la cual ya había sido avistada anteriormente por los portugueses.

'Álvares Cabral no descubrió el Brasil por casualidad', por Pedro Cuesta Escudero autor de Colón y sus enigmas y de Mallorca patria de Colom

Pero por orden estricta del rey Juan II este descubrimiento se mantenía en el más absoluto secreto, hasta que se consiguiera modificar la bula Inter Coetera que el papa Alejandro VI había promulgado para que no hubiera conflictos entre los reinos de Castilla y de Portugal al ser descubierto por Cristóbal Colom el Nuevo Mundo. No es que el Papa repartió el mundo por descubrir, como se dice, entre Portugal y España. En muchos conflictos han intermediado los Papas y no se llega a esa conclusión, como es el caso, por ejemplo, la intervención del Papa en la posesión del estrecho de Magallanes por parte de Argentina o de Chile. Eso no quiere decir que Chile tenga el uso exclusivo del estrecho, cualquier país puede atravesarlo sin tener que pagar derecho de paso. En mayo de 1497, por ejemplo, el rey inglés Enrique VII patrocina un viaje al Nuevo Mundo al veneciano Juan Caboto. Esta bula del Papa Alejandro VI establecía una línea divisoria trazada de norte a sur por el meridiano que pasa a cien leguas de las islas de Cabo Verde y de las Azores, quedando para Castilla las tierras descubiertas y por descubrir al oeste de ese meridiano, y al este de esa línea de demarcación quedaba en exclusiva para Portugal. Los portugueses solían tomar drásticas medidas para mantener en secreto sus descubrimientos. El autoritario y cruel Juan II exigía juramentos y utilizaba todo tipo de castigos, incluida la muerte más infamante, para disuadir que se filtraran las noticias de los descubrimientos. Los que sacaban secretos de los descubrimientos eran descuartizados y, para que no pasaran desapercibidos, sus despojos eran exhibidos en cada una de las puertas de las murallas de Lisboa.

Portugal fuerza a firmar el Tratado de Tordesillas

Parecía que estaba solucionado el litigio entre Castilla y Portugal, pero vuelve a resurgir cuando, inopinadamente, Juan II, el rey portugués, requiere que el meridiano divisorio se traslade más a occidente, en vez de las 100 leguas que establecen la bula alejandrina, a 370 leguas de las islas de Cabo Verde. En principio es incomprensible que se traslade la línea divisoria solo 270 leguas más, cuando la distancia que había que recorrer para llegar a las islas descubiertas es de 750 leguas. No hay más explicación que los portugueses a menos de 370 leguas de las islas de cabo Verde ya habían tocado tierra y lo mantenían en el más estricto silencio.

Cuando se descubrió el Nuevo Mundo Juan II de Portugal decía que lo descubierto por Colom le pertenecía. Tuvo que intervenir el Papa Alejandro VI para poner paz entre los dos reinos cristianos y promulga la bula Inter Coetera. Cuando las dos partes estaban de acuerdo con la resolución papal, inopinadamente el rey portugués fuerza a que se firme un nuevo tratado que modifique la bula alejandrina. Pide que se revise la línea de demarcación y llevarla más al oeste, a trescientas cincuenta leguas de Cabo Verde. Y en compensación permitirían a Castilla poder pescar en los importantes caladeros que hay frente al cabo Bojador. Y además podía tomar tierra en esas latitudes. A los Reyes Católicos les pareció una ganga, pues las tierras descubiertas por Colom estaban a 750 leguas. Y el 7 de junio de 1494 se suscribe en la localidad de Tordesillas entre los representantes de Isabel y Fernando, reyes de Castilla, y los del rey de Portugal, Juan II, un tratado en el que se acuerda “que se faga e señale por el dicho Mar Océano una raya o línea derecha de polo a polo (…), la cual raya o línea se haya de dar e de derecha, como dicho es, a trescientas e setenta leguas de las islas de Cabo Verde hacia la parte de Poniente”. También se acuerda en este Tratado de Tordesillas que “al norte del cabo Bojador, ambos reinos pueden pescar y asaltar la costa”.

Los portugueses se reservan en Tordesillas la ruta de Oriente bordeando África. Y por esa ruta que bordea África por el Cabo de Buena Esperanza, Vasco de Gama llega a la India (Calicut) el 20 de mayo de 1498.

Descubrimiento (oficial) del Brasil

Mientras que Cristóbal Colom se encuentra en su tercera expedición llegando a la costa de la actual Venezuela, zarpa de Lisboa el 9 de marzo de 1500 una poderosa flota de 13 navíos con 1.500 hombres liderada por Pedro Álvares de Cabral. De este contingente, 700 eran soldados. No podían decir que iban a tomar posesión de la isla Brasil, sino que tenía como objetivo llegar a Calicut, sur de India, para afianzar la ruta bordeando el cabo de Buena Esperanza que había establecido dos años antes Vasco de Gama. Pero había que contar con un imprevisto que permitiera que se descubriera el Brasil. Para hacerlo verosímil el entonces rey de Portugal Manuel I el Afortunado confía la mayor, más cara y más poderosa armada portuguesa, nunca antes comandado una expedición, a un noble portugués y no a un navegante reputado como Vasco de Gama o Bartolomeu Días. Las circunstancias de su elección por parte del rey Manuel I son desconocidas, aunque es algo sospechoso que se ponga al frente a un inexperto y así justificar el despiste de cambiar la ruta hasta tropezar con Brasil. Ahora eso sí, Pedro Álvares Cabral era de la más absoluta confianza del monarca. Cabral era hijo de una familia que, desde 1385, mantenía estrechos vínculos con la Corona.

La versión oficial relata que la expedición comandada por Álvarez Cabral debía seguir la ruta tomada anteriormente por Vasco de Gama. La flota, bajo el comando de un Cabral que entonces tenía 32 o 33 años de edad, partió de Lisboa el 9 de marzo de 1500 al mediodía. El día anterior, la tripulación había recibido una despedida pública que incluyó misa y conmemoraciones con presencia del rey, de la corte y una acalorada multitud. ​ En la mañana del 14 de marzo, la flota pasó por Gran Canaria,​ tras lo que puso rumbo a las islas de Cabo Verde, una colonia portuguesa situada frente a la costa este de África, a la que se llegó el 22 de marzo. ​ Al día siguiente, una nave con 150 hombres, comandada por Vasco de Ataíde, desapareció sin dejar rastros. ​ La flota cruzó la línea del Ecuador el 9 de abril y parece que se desvió accidentalmente de su ruta al adentrarse en el Atlántico en busca de vientos que le empujaran hacia el sur. De esta manera arribó el 22 de abril de 1500, a lo que, inicialmente, se pensó que era una gran isla —pudiendo tratarse de la Tierra de Veracruz a la que Pêro Vaz de Caminha hacía referencia. Resultó ser justo en la tarde del día siguiente, miércoles, 22 de abril de 1500, cuando la flota ancló cerca de lo que Cabral nombró el Monte Pascoal (en honor a la semana de Pascua). El monte localizado se halla en lo que hoy es la costa noreste de Brasil.

Como el nuevo territorio se encontraba dentro de la órbita portuguesa de acuerdo con el Tratado de Tordesillas, exploró el litoral y percibió que la gran masa de tierra era posiblemente un continente, enviando enseguida un navío para notificar al rey de Portugal sobre el descubrimiento de nuevas tierras. Cabral había desembarcado en América del Sur, y las tierras que había reivindicado para Portugal más tarde constituirían lo que hoy es Brasil. Aunque bordeando por la costa desde Venezuela y, cruzando la desembocadura del río Amazonas, llegó Vicente Yáñez Pinzón el 26 de enero de 1500 (tres meses antes que Álvarez Cabral) a lo que hoy llamamos Brasil, demostrando que no es ninguna isla.

Los portugueses detectaron la presencia de habitantes en la costa, y los capitanes de todos los navíos se reunieron a bordo del navío de Cabral el día 23 de abril. Cabral mandó desembarcar y hacer contacto con los indígenas a Nicolau Coelho, capitán que había viajado con Vasco da Gama a la India. Este pisó tierra e intercambió presentes con los indígenas. ​ Tras el regreso de Coelho, Cabral ordenó que la flota tomase rumbo hacia el norte, donde, a unos 65 km de distancia, anclarían el 24 de abril en un lugar que el capitán-mayor llamó Porto Seguro. El lugar era un puerto natural, y Afonso Lopes (piloto del navío principal) trajo dos indios a bordo para hablar con Cabral, a los que les ofreció presentes. ​

Los habitantes eran cazadores-colectores descritos como pertenecientes a la «Edad de piedra», a los cuales los europeos atribuirían la etiqueta genérica de «indios». Los hombres nativos recolectaban alimento por medio de la caza y la pesca, en tanto sus mujeres se dedicaban a la agricultura de subsistencia. Los indígenas estaban divididos en numerosas tribus rivales, y la tribu que Cabral encontró fue la tupiniquim. Algunos de ellos eran nómadas y otros sedentarios, y aunque dominaban el fuego, no conocían los metales. Algunas de estas tribus practicaban el canibalismo. El 26 de abril (domingo de Pascua), con un número cada vez mayor de nativos curiosos, Cabral ordenó a sus hombres la construcción de un altar en tierra, donde Henrique de Coímbra ofició una misa católica, de la que se tiene constancia que fue la primera misa celebrada sobre lo que sería Brasil. Se ofreció vino a los indios, que no gustaron de la bebida. Los portugueses no sabían que se trataba de un pueblo que se jactaba del conocimiento de bebidas alcohólicas fermentadas, obteniéndolas de las raíces, tubérculos, cortezas, semillas y frutas.

Durante los días siguientes se almacenó agua, alimentos, madera y otros suministros. Los portugueses también construyeron una enorme cruz de madera que medía aproximadamente siete metros de altura. Cabral constató que la nueva tierra se encontraba al este de la línea de demarcación entre Portugal y España que había sido establecido en el Tratado de Tordesillas. El territorio estaba, por tanto, dentro del hemisferio atribuido a Portugal. Para solemnizar la reivindicación de Portugal sobre aquellas tierras, se levantó otra cruz de madera y una segunda misa fue celebrada el 1 de mayo. En honor a la cruz, Cabral nombró a las nuevas tierras descubiertas Ilha de Vera Cruz. ​ Al día siguiente, un navío de suministros bajo el mando de Gaspar de Lemos​ o André Gonçalves (existe un conflicto en las fuentes respecto a quién era el capitán de la nave)​ regresó a Portugal para informar al rey del descubrimiento por medio de una carta escrita por Pero Vaz de Caminha.

Posteriormente, la flota de Álvares Cabral retomó su rumbo hacia el este, con el fin de continuar su viaje con dirección a la India. Una tempestad en el Atlántico Sur provocó la pérdida de varios navíos y los seis restantes finalmente se encontraron en el canal de Mozambique y prosigue a Kozhikode, en la India. Inicialmente, Cabral tuvo éxito en las negociaciones de los derechos de la comercialización de especias. Sin embargo, esto fue considerado por los árabes como una amenaza a su monopolio de negocios, y provocó un ataque de los musulmanes y los hindúes a los almacenes portugueses. Los lusos sufrieron múltiples bajas y sus instalaciones fueron destruidas. Cabral se vengó del ataque saqueando y quemando la flota árabe para posteriormente bombardear la ciudad en represalia por la incapacidad de su gobernante para explicar lo ocurrido. La expedición zarpó de Kozhikode a Cochín, otra ciudad-estado de la India, donde Cabral hizo amistad con su gobernante y cargó sus navíos con las codiciadas especias antes de partir de regreso a Europa. A pesar de la pérdida de vidas humanas y de los navíos, el viaje de Cabral fue considerado un éxito tras su regreso a Portugal. Los logros extraordinarios resultantes de la venta de las especias reforzaron las finanzas de la Corona portuguesa y ayudaron a sentar las bases de un Imperio portugués, que se extendería desde las Américas hasta el Extremo Oriente.

Cabral fue más tarde sustituido cuando una nueva flota fue reunida para establecer una presencia más robusta en la India, posiblemente como resultado de una riña con Manuel I. Habiendo perdido la preferencia del rey, se retiró de la vida pública. Hay pocos registros de la parte final de su vida y sus logros cayeron en el olvido durante más de 300 años. Algunas décadas después de la independencia de Brasil de Portugal, en el siglo XIX, la reputación de Cabral comenzó a ser rehabilitada por el emperador Pedro II de Brasil. Desde entonces, los historiadores han discutido sobre el hecho de si Cabral fue el descubridor de Brasil y si dicho descubrimiento fue accidental o intencional. Sobre la primera cuestión, no se tiene noticia de muchas exploraciones anteriores a la suya y ninguna contribuyó de manera importante al desarrollo y el futuro de la tierra que se convertiría en el Brasil, la única nación en las Américas donde el idioma oficial es el portugués. En tanto a la segunda cuestión, no hay consenso definitivo y la hipótesis del descubrimiento intencional carece de pruebas sólidas. No obstante, a pesar de que su reputación se ha visto ensombrecida por la fama de otros exploradores de la época, cómo Cristóbal Colom, Cabral se considera ahora una de las personalidades más importantes de la Era de los Descubrimientos.
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