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Franco, el faraon

Franco, el faraon

sábado 02 de septiembre de 2017, 12:28h
Luis Moya ideó y diseño un monumento funerario en la capital de España.

El arquitecto Luis Moya (Madrid, 1904-1990) publicó en 1940 en ‘Vértice’,la revista nacional de la Falange un artículo en el que hablaba de un proyecto anterior al del Valle de los Caídos , un grandioso monumento en el que estarían las tumbas de Franco y José Antonio.

Moya pasó la Guerra Civil recluido en una embajada madrileña. Junto al escultor Manuel Laviada y al Vizconde de Uzqueta. Fue allí en aquella reclusión obligada donde diseñó uno de los proyectos más insólitos y malditos de la arquitectura española del siglo XX. Era aquel su sueño , su gran sueño arquitectónico de exaltación nacional, distinto arquitectónicamente al del Valle de los Caídos aunque con identico objetivo, que fuese un complejo funerario al estilo de los que construlleran los reyes de Egipto. Un monumental complejo funerario con ciudadela, arco del triunfo y pirámide con el que rememorar la ansiada victoria franquista y en la que honrar a los muertos de la cruzada.

A diferencia de la obra por la que Franco finalmente se decantó, construida en la Sierra de Guadarrama, la gigantesca pirámide de Moya debía construirse en pleno Madrid, y más concretamente en distrito de Chamberí, donde ahora están el Tribunal Constitucional o el Estadio de Vallehermoso, pero que a finales de los años treinta era una sucesión de solares y descampados en un cerro que se extiende entre el cementerio de San Martín y el Hospital Clínico, siendo éste uno de los lugares más altos de la capital”.

Fueron horas y horas, días y más días, los que Moya le dedico a aquel proyecto plagado de detalles. Así el Arco del triunfo de Moya incluía un retablo de episodios épicos de la historia de España. Un arco de triunfo como decoración sin categoría de edificio, pero que desafiaría las leyes de la gravedad física y de la gravedad arquitectónica, con un retablo madrileño, castellano, con columnas entre nubes, paños de piedra y trofeos. Las columnas sobre ménsulas. Santiago Apóstol en medio de una gran bandera de piedras de color rojo y amarillo. Bandera bordada en cuatro cuarteles con cuatro escenas en bajorrelieve:Covadonga, Las Navas, América, el Movimiento. Así lo describió y así describió a ciudadela: " será la acrópolis de este siglo. Ordenada a la española, como el Escorial. Un eje principal de triunfo; otro transversal para lo fúnebre. El primero desde una anteplaza, entre bastiones que desembocaba en una plaza de distribución circular. En ella un arco de triunfo, puerta de la gran plaza interior y al fondo, un suntuoso edificio enriquecido con un atrio de columnas dedicado a la conmemoración . Alrededor de la plaza, edificios porticados con balcones, teatro de esta ciudadela, cuya puerta es un arco de triunfo y cuya escena es el edificio del fondo. El eje transversal parte de la plaza de distribución descenderá hasta el atrio hundido de la pirámide”.

Sin embargo Moya llegó tarde, para cuando publicó su proyecto funerario, Franco ya había dado luz verde a la construcción del Valle de los Caídos. La pirámide no se hizo realidad, sin embargo Franco premió su entraga con el régimen y Moya pudo construir una obra aún más monumental, la Universidad Laboral de Gijón (1946-1956), que seis décadas después sigue siendo el edificio más grande de España. El arquitecto también ganó el concurso para diseñar la cruz del Valle de los Caídos, aunque finalmente se desestimó su diseño.

Moya no calculó bien los tiempos, de haberlo hecho hoy seguramente ni Franco ni Jose Antonio yacerían en el Valle de los Caidos, haciéndolo cual Tutancamones del siglo XX enterrados en una pirámide, equiparándose a los faraones o a los dioses incas de Teotihuacán.

La pirámide de Moya, que debía construirse en hormigón, guardaba dos sorpresas en su interior: una cripta y un monumento. La cripta se abría hacia la basílica superior por el centro y el Sepulcro con la escultura de un Héroe único, conJosé Antonio Primo de Rivera, martir nacional ejecutado el 20 de noviembre de 1936.

Este sería el lugar de descanso del dictador al que Luis Moya quiso equiparar con un Faraon.

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