La caradura y la desverguenza de algunos dirigentes de la iglesia causa bochorno al ciudadano y descrédito a una institución que no predica con el ejemplo y parece dejar patente que aquello de abrazar a Dios después de la muerte es tan solo un cuento chino en el que ni ellos creen.
El último en echarle jeta a lo de saltarse la fila y robar lo que no le pertenecía ( vacuna) es el obispo de la Diócesis de Cartagena que como otros tantos obispos más también ha recibido la vacuna contra el COVID-19, a pesar de no estar en los grupos establecidos por el protocolo.
Moseñor Lorca Planes señala que en ningún momento creyó estar actuando mal, otro pecadillo más blanqueado de cinismo para quien por su condición no debiera atentar contra los mándamientos de la iglesia.
En un comunicado de ayer lunes por la noche, el obispado defiende al obispo diciendo que "el obispo de Cartagena, Monseñor José Manuel Lorca Planes, recibió la primera dosis de la vacuna frente al COVID-19, que la recibió en el centro en el que se vacuna cada año, perteneciente a la Diócesis de Cartagena, pero que a este centro, de asistencia a personas vulnerables, el obispo acude con asiduidad ya que es el presidente de su patronato y que la última visita la realizó el pasado 30 de enero para celebrar la Eucaristía junto a los residentes", motivo este último con el que se intenta justificar la caradura con la que ha actuado el religioso.
Pero el comunicado no queda ahí y añade que Monseñor Lorca, " en ningún momento creyó estar actuando mal y que jamás contempló la posibilidad de que pudieran faltar vacunas".
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