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"VEIASA, el miedo y la esperanza", por Juan Saborido Gago

'VEIASA, el miedo y la esperanza', por Juan Saborido Gago
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lunes 25 de enero de 2021, 10:43h
'VEIASA, el miedo y la esperanza', por Juan Saborido Gago
“Nada en la vida debe ser temido, solamente debe ser comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para poder temer menos” (Marie Curie).

Introducción.

Existen situaciones en la vida en la que parece que aquello que haces deja de tener un sentido y se produce un deterioro en aquello que hacías y sobre todo en el “animo”. Puede ser que al principio no le des importancia, ya que consideres que son altibajos propios de los momentos, pero cuando comienzas a percibir que este sentimiento se prolonga en el tiempo, surge en ti una cierta preocupación y si buscas las causas que te inducen a tener esa apreciación de falta de sentido, puede ser que descubras que existen varias causas unas son propias pero otras son externas.

Fundamento.

Para darle cuerpo a esta reflexión quisiera, en primer lugar definir que es el desanimo, y luego expondré el sentido que me lleva a comunicar todo esto, para ver no sólo la causa que lo origina sino cuál debe de ser nuestra actitud ante este sentimiento.

El desánimo.

La palabra desánimo está formada por dos raíces latinas la primera que significa divergencia, separación y del sufijo romance , la otra raíz significa respiración, principio vital, vida.

Parece ser que uno de esos principios vitales, también se le denomina ese algo desconocido que nos sostiene y que algunos dicen que perdura más allá del tiempo. Cuando se pierde el “ánimo” casi todo deja de tener sentido porque se ha perdido aquello que nos sostiene, creo que todos habremos experimentado alguna vez esta sensación. Quiero con este escrito dar sentido a esto, no para “desanimar” sino todo lo contrario para que conociendo el fondo podamos afrontar lo que se nos viene encima, tal como la señora Marie Curie expresaba, el temor y el miedo son armas que destruyen a las personas desde dentro.

Fundamento.

Actualmente en las relaciones laborales de nuestra empresa VEIASA, comienzo a notar, desde hace unos años atrás hasta el presente, un deterioro exponencial y un sentir de frustración ante la labor que realizamos, tanto en los sectores de inspección de vehículos como en el control metrológico legal en al ámbito de Andalucía, que se acentúa por momentos. Exponer sus causas tal vez nos puede ayudar a saber de qué manera podemos afrontarlas según nuestras posibilidades. Ya que si no definimos sus causas difícilmente podremos salir de nuestro “estado”. Puede ser que alguien me diga que de donde saco estas conclusiones, pues es algo muy sencillo, de la observación y de las señales, pero cuáles son esas señales de que algo no va bien, un simple ejemplo para ilustrar esta apreciación: cuando sentimos en nuestro cuerpo la fiebre, esta es solo una señal de que algo en nosotros no está funcionando bien. Veamos cuáles son esas señales en nuestro trabajo diario.

Las señales.

  • Cansancio. Cuando una situación se prolonga en el tiempo y da la casualidad que es la misma, llega el momento en que aparecerá una sensación de agotamiento muy pronunciado.
  • Estrés. Es el resultado de una presión continua y excesiva que en vez aminorar aumenta provocando como consecuencia una tercera señal.
  • Malhumor. Al no sentirnos a gustos, presionados y además de fiscalizados, nuestras relaciones se deterioran y surgen las desconfianzas y una negatividad, cuyos perceptores no son sólo los compañeros de trabajo sino también los ciudadanos a los que les prestamos un servicio.
  • Descuidos. Al no estar atentos y bajar el interés, se produce descuidos en nuestro servicio unas veces inconscientes y otras conscientes por el hartazgo.

Dónde están las posibles causas.

Podría decir muchas, y cada uno de vosotros añadir más, existen tantas como cada ser humano pueda tener, ya que el factor humano es esencial.

Por ello la primera causa la pondría en que, de un tiempo acá, se ha ido desatendido el factor humano, que era algo esencial en los comienzos para la dirección de nuestra empresa y que el director fundador Dn Francisco Peñalver se enorgullecía. Somos personas que estamos prestando un servicio a la sociedad andaluza, y no se nos puede tratar como lo hacían los manijeros en el campo andaluz, explotándolos. Esta empresa y ninguna empresa pública deben ser “un cortijo” de nadie y menos de una opción política, llámese como se llame.

La segunda causa, una pérdida paulatina del fin para el que trabajamos, a través de una farragosa burocracia limitante, que prioriza los protocolos antes que a las personas, y el número de vehículos que se ven, antes que su seguridad; ya que el fin para el que fuimos creados se ha diluido en un “negocio” que está dilapidando su futuro, entre las perdías y las ganancias, y el servicio de la seguridad vial de los ciudadanos.

La tercera causa es la presión que se ejerce a los inspectores, en el modo y manera de realizar las distintas tareas, para obtener un menor tiempo y así un mayor beneficio, con un menor número de personas. Tenemos el caso actual, incomprensible, en el que la empresa ha despedido a casi todos los eventuales, pero quiere seguir realizando lo mismo con menos personas. Esta presión se hace insostenible.

La cuarta causa es la hipocresía y el cinismo, me explicare y todos los inspectores me entenderéis fácilmente; los protocolos con los cuales actuamos están diseñados, según la empresa, para la realización de una inspección eficaz; cuando se nos hace un seguimiento y se valora nuestra aplicación de esos procedimientos, el tiempo que dedicamos se triplica, ya que hay que estar muy atentos a no “saltarnos los puntos” porque si no nos dicen que no estamos cualificados, pero en cuanto se termina, el jefe de turno “nos arrea ”. Lo grave de esto es que la mayoría de los técnicos saben de esto, pero es mejor mirar para otro lado, mientras sus expectativas se vean cumplidas y no les presionen a ellos.

Conclusión.

Dicho esto quiero deciros que cuando el desánimo se instala en nuestras vidas esto nos traerá consecuencias que empeorara, no solo nuestras relaciones sino también nuestra salud, física y mental. Por ello debemos de actuar modificando nuestro estado de ánimo no dejando que la “presión” que están ejerciendo sobre nuestro trabajo nos derrote. Tenemos que entender que esta situación no es provocada por nosotros sino por la inoperancia y la ineptitud de una dirección enrocada en oscuros intereses.

Vivir sin alegría no es vivir, es sobrevivir. Cuando hacemos esto como algo cotidiano, una vida sin esa ilusión que hace que sintamos energía en nuestra alma y en el corazón, nos estamos limitando a caminar como zombis con el desánimo por montera, con una superficialidad donde ya no entran los sueños ni las segundas oportunidades. Estamos en tiempos de profundos cambios por tanto no podemos quedarnos embarrancados en actitudes derrotistas.

Por otro lado tenemos que fortalecernos en nuestra propia experiencia, llevamos años realizando una labor ímproba para satisfacer las necesidades del sector público y lo sabemos hacer bien. Muchas veces hemos estados solos en la línea de inspección sin un jefe y todo a funcionado perfectamente, más aún todo ha ido bien sin tensión, somos profesionales en el sector. Por tanto saquemos todo lo bueno que hay en nuestro interior y afrontemos esta realidad plantándole cara. Descartemos de nosotros el miedo que desde dentro, más aún, desde “arriba” inculcan, es el látigo con el que azotan a todos. Y a todos los “cómplices” saquémoslos a luz, todos sabemos que existen lobos disfrazados de corderos, y también sabemos que existen dictadores que son niños asustados que se refugian en la ostentación de un mando de un poder.

“Los momentos más gloriosos de tu vida no son los llamados días de éxito, sino los días cuando el desánimo y la desesperación hacen aumentar en ti tu reto a la vida y la promesa de futuros logros” (Gustave Flaubert)
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