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'Concepto de Educación', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
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"Concepto de Educación", por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea

lunes 16 de noviembre de 2020, 10:00h
'Concepto de Educación', por Pedro Cuesta Escudero, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea

Con motivo de la aprobación de la nueva Ley de Educación que se está debatiendo en el Parlamento, no estaría mal discernir lo que es educación y lo que es instrucción, para lo cual remito al apartado 1.4. Concepto de educación del libro editado por nosotros Por una escuela púbica de calidad. Bases para una educación íntegra.

Al cuidado de las plantas para que sean más productivas se llama cultivo; el enseñar a los animales un comportamiento útil al hombre es adiestramiento. Si animales y plantas son susceptibles de mejora o perfeccionamiento, el ser humano por su capacidad racional lo es mucho más. Al intencionado desarrollo de las capacidades o facultades del ser humano se le denomina educación.

Como mucha gente utiliza la palabra educación como sinónimo de buenas maneras y se llama bien educado al individuo de modales finos y de maneras elegantes, conviene dejar bien delimitado el concepto para no dar lugar a equívocos, que la educación hace referencia a la personalidad completa, al desarrollo integral del ser humano, antes que entenderla de una manera superficial y dar más importancia a las maneras, a lo externo.

La palabra educación procede etimológicamente del verbo educo, as, are, avi, atum, que quiere decir alimentar de fuera a dentro. Pero este verbo latino proviene de otro más antiguo, educo, is, ere, xi, etum, compuesto de la preposición ex, que significa hacia afuera y del verbo duco, conducir, llevar. De ahí han surgido dos conceptos básicos de educación, que originó dos concepciones distintas: una, la de los que como Locke o Herbert, que fundamentándose en la primera etimología consideran la mente del recién nacido como una tabla rasa, como una hoja de papel en blanco, sin ningún contenido y que se va grabando poco a poco merced a la experiencia o las representaciones que proceden del exterior, o sea, educar para ellos es alimentar, formar de fuera a dentro, introducir en el educando esas representaciones hasta que alcance la madurez. El artista o genio se hace.

Educación, una operación de dentro a fuera

Otra concepción es la que, como Pestalozzi, basándose en la segunda etimología conceptúa la educación como una operación de dentro a fuera, al afirmar la existencia de potencias o cualidades que sólo hay que desplegar. (Descartes va más lejos al afirmar que el ser humano ya viene a la vida dotado de ciertas ideas innatas, como, por ejemplo, el discernimiento de lo que es bueno de lo que es malo) Por tanto, para ellos educar es desenvolver armónicamente las facultades físicas, intelectuales y morales que tiene cada individuo. Giner de los Ríos llega a considerar que el ser humano al nacer posee en sí la ley de sí mismo. Es decir, posee una naturaleza, un conjunto de facultades susceptibles de desarrollo, que tiene en sí todo lo necesario para llegar a ser lo que ha de ser. Bajo el prisma de esta concepción el educador no crea nada, se limita a preparar y desarrollar las potencialidades ya existentes para que den el resultado apetecido. El artista o genio nace.

Nosotros creemos que la realidad participa de las dos concepciones, pues nacemos con unas capacidades en embrión: inteligencia, memoria, fuerza física…, los sentidos abiertos al mundo, que necesitan ser desplegados y desarrollados, pero no son todas las potencialidades, pues en ese caso las sociedades no adelantarían, todo sería estático, como ocurre con las abejas, arañas, golondrinas…, que son capaces de hacer verdaderas obras de ingeniería o de arte, pero que se repiten idénticas de generación en generación. El ser humano es un producto de la herencia y del medio: la herencia o continuidad de la especie, y el medio que rodea al individuo que le enriquece y desarrolla, produce lo que llamaríamos variación. Si hubiera variación sin herencia, los cambios serían transitorios; y si hubiera herencia sin variación, se conservarían los caracteres indefinidamente. El ser humano es capaz de improvisar, de crear, de ir más allá, facultades que parecen innatas, pero que también son producto de la educación, porque a través de esa educación se puede alimentar a los individuos con nuevos contenidos. La educación es, pues, un proceso de desenvolvimiento y, también, de adquisición. Al educando se le puede suministrar, no sólo conocimientos, sino también elementos para que su desarrollo sea más completo. El progreso de la civilización es el progreso de los seres humanos.

Es muy corriente confundir los conceptos de educación e instrucción, primeramente entre sí, y luego con el de enseñanza, lo que da lugar a confusiones y errores lamentables. La educación, la instrucción y la enseñanza tienen íntimas relaciones entre sí, como elementos inseparables que son de un proceso único. Pero entre ellos hay cierta gradación y subordinación que los específica y distingue.

La educación se refiere, como hemos dicho, al desenvolvimiento de todas nuestras facultades o funciones, al desarrollo y dirección de todas las energías espirituales y materiales de nuestra naturaleza, con el fin de hacernos aptos para una vida completa.

No hay educación sin instrucción

La instrucción es la adquisición de conocimientos, el acto de aprender, de saber. Es verdad que los conocimientos, el saber, son indispensables para la educación, pues la inteligencia y demás facultades no se desenvuelven sin ellos. No hay educación sin instrucción, pues instruir es construir y son las ideas adquiridas las que constituyen la mente. Pero una cosa es adquirir conocimientos y otra es disciplinar y desenvolver mediante los conocimientos las diversas facultades. La educación es como un fin y la instrucción su medio. Es insuficiente e deficitario cuando sólo se instruye. La escuela que solo instruye, que solo provee de nociones de acuerdo a un plan fijo, que somete a los niños/as a la inmovilidad de la silla y a las torturas del examen es una institución dogmática y esclavizadora y, por tanto, inadecuada.

La enseñanza es algo diferente. Enseñar, como su etimología indica insignare – señalar- , es llamar la atención del alumno/a sobre algo que se quiere que se grabe en su mente, que lo aprenda. No es presentar simplemente los conocimientos, ni tampoco una simple trasmisión de conocimientos, es excitar las fuerzas internas del alumno/a, es decir, es despertar mediante excitaciones deliberadas y sistemáticas, los sentidos y demás facultades del alumno/a con el fin de provocar el proceso de instrucción. O sea, enseñar es estimular, inducir a hacer. Es una obra de cooperación entre el discípulo y el maestro. La enseñanza es un medio adecuado para la instrucción, aunque no es único, pues puede darse una instrucción espontánea sin enseñanza previa. Puede haber conocimiento con la simple percepción de los objetos que nos rodea. Pero la enseñanza también tiene la finalidad educativa al estimular, desarrollar y disciplinar las diversas facultades.

Los conocimientos que el alumno adquiere por su propia iniciativa, aunque sea bajo la impulsión del maestro/a, son más duraderos, porque son más íntimos y le satisfacen más, le proporciona el encanto de haberlo averiguado. La enseñanza ha de ser siempre racional y, también, práctica. Lo que sólo se sabe por teoría se olvida pronto. Nunca se conoce tan bien el funcionamiento de una máquina como cuando uno mismo la hace funcionar. Se fijan más los conocimientos adquiridos.

En la enseñanza se ha de partir de la experiencia personal y de los conocimientos elementales del niño/a; se ha de dirigir a los sentidos con conocimientos concretos, empezando por las ideas particulares, por la observación de hechos y fenómenos, para luego pasar gradualmente de lo fácil a lo difícil, de lo conocido a lo desconocido, de los sentidos a la razón y al juicio, de lo concreto a lo abstracto, de las ideas particulares a las generales, de los hechos y fenómenos a los principios y leyes generales, de las cosas a los nombres y del conocimiento a las definiciones. La educación intelectual y la enseñanza son inseparables, porque no puede haber educación sin enseñanza, ni tampoco verdadera enseñanza que no sea en verdad educadora.

Que es posible la educación lo comprueba la historia con sus progresos incesantes y lo demuestra nuestra propia experiencia, pues a medida que estudiamos notamos que la educación no sólo es posible sino eficaz.

Los que quieran adquirir algún libro de los reseñados en la página Web pueden dirigirse a Pedro Cuesta Escudero a su correo electrónico o a su teléfono.

www.pedrocuesta.con [email protected] T.: 678940955

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