El escultor aguileño Mario Fernández ha sido el autor de la obra encomendada por el consistorio aguileño. El monolito, realizado en marmolina, está formado por una base cuadrada sobre la que se posan tres manos entrelazadas, con unas dimensiones de tres metros de ancho y tres y medio de alto.
“A las almas que no tuvieron el cobijo del último abrazo, ni el calor de la mano cercana que les recordaba que no andaban en soledad. No queremos que voléis solos. Que nuestro aliente empuje vuestras alas y acompañe nuestro eterno descanso” es la leyenda de la placa homenaje.
La alcaldesa mostraba su asombro y emoción al ver la obra y ha felicitado personalmente a su autor.